Volver a empezar

La semana terminó con el arribo de Roberto Lavagna a Economía. Detrás hubo una historia plena en especulaciones y jugadas parlamentarias. Qué enfrenta el nuevo ministro y cuáles son las probables movidas de Duhalde.

27 abril, 2002

Está claro que los integrantes de ambas Cámaras del Congreso están convencidos de que el Gobierno sólo toma medidas para favorecer al sistema financiero.
El desmantelado Plan Bonex fue calificado por los legisladores como una maniobra más en ese sentido. En esa puja entre ambos poderes se juega la intención de adjudicar culpas por la crisis del sector financiero. Y se trata de una lucha que se recalienta.

Hace una semana que los legisladores quieren modificar el CER (Coeficiente Estabilizador de Referencia), una medida que reducirá el valor de los activos de los bancos. Y desde el Ejecutivo se quiere poner un límite a la iniciativa de los legisladores, porque luego, aseguran varios funcionarios, habrá que compensar a los bancos.
Si esto funciona de esta manera, el mentado canje de deuda pública sólo se completará con un incremento neto de esta deuda. El final está abierto.

En un determinado aspecto, no les falta razón a los integrantes del Congreso: los bancos iban a salir favorecidos con el caído Plan Bonex. Se quitaban el desgaste de las permanentes manifestaciones de los ahorristas y descargaban de sus activos la deuda pública. Pero la historia del Bonex terminó. Y en su reemplazo el Ejecutivo envió a los legisladores la ley antigoteo, cuyo irónico nombre, como el de corralito, sólo en la Argentina puede surgir en el imaginario con tanta velocidad. Y votada con tanta premura.

El Congreso y los bancos>

Hoy vale preguntarse cuánto falta para que se abra la posibilidad de hacer nuevos depósitos en dólares? Hay que observar los problemas que presentaba el Plan Bonex y sus cifras. Los depósitos a consolidar son de $ 41.150. Los bancos tienen activos brutos contra el sector público por $ 37.100 millones, la deuda pública convertida en su momento en préstamos garantizados. A su vez hay que sumar unos $ 7.000 millones más por el bono de compensación que el Estado le otorgó a los bancos con motivo de la pesificación.

Entonces, hay $ 44.000 millones de deuda pública en manos de los bancos. Se trata de una cantidad suficiente para canjear los depósitos reprogramados. Pero unos $ 10.000 millones de esos activos fueron otorgados en garantía al Banco Central, en calidad de contrapartida de pases y adelantos para auxiliar a las instituciones financieras.

Los número cantan, para seguir una vieja expresión. Son casi $ 8.000 millones los que faltan. Según distintas fuentes, el Congreso quiere que los bancos pongan ese dinero en efectivo o en activos.

Laberintos y salidas

Ese marco surgió la ley antigoteo presentada al Congreso por la administración Duhalde: una ley que establece que no habrá devolución de depósitos hasta que no haya sentencia en firme. Una herramienta para que todo termine en una cuestionada Corte Suprema.
Por otro lado, hay unos $ 25.000 millones en cuentas a la vista –cajas de ahorro y cuentas corrientes– que seguirán dándole fuerza a ese goteo y examinando de cerca la capacidad de liquidez de los bancos.

Hay una salida a esta problemática. Si el Gobierno consigue eliminar la liquidez de todos los depósitos reprogramados, los pasivos monetarios del sistema –y potencialmente del Banco Central– habrán caído. Esto es: si a los $ 25.000 millones del corralito se le suman los $14.000 millones que hay en de circulación monetaria, da como resultado una cantidad apta para que las reservas de US$ 12.500 millones pueden ser útiles para contener un tipo de cambio de $ 3 a US$ 1. Y así restablecer la certidumbre en cuento al tipo de cambio.

El nuevo jugador

Sin embargo, arriesgar las reservas internacionales de la Argentina para defender al valor de la moneda frente al dólar es parte de un nuevo programa económico, distinto al actual.

Es obvio es la estrategia marca un alejamiento de las de las recomendaciones del FMI, que predica con más entusiasmo que el gobierno de Estados Unidos y el mismísimo secretario del Tesoro Paul O’Neill, una flotación libre. Tal vez por considerar que es muy complejo enfrentar los problemas económicos de la Argentina con este esquema concebido por la entidad de crédito, Duhalde ve con mayor agrado la vuelta de un tipo de cambio fijo o alguna variante, como una flotación con bandas, algo que Remes no hubiese aceptado.

Pero tomar distancia del FMI no significa abandonar un modelo económico ortodoxo. Fuentes cercanas al presidente, a las que tuvo acceso HOJA DE RUTA, indicaron que algunos funcionarios le sugieren a Duhalde que extienda al sector industrial las retenciones de 20% para achicar el déficit fiscal. Los funcionarios que se agrupan en ese círculo afirman, a su vez, que el ajuste provincial se puede inducir no aceptando el pago de impuestos nacionales con monedas provinciales.

Lo cierto es Roberto Lavagna es el ministro de Economía desde el sábado 27. Será el encargado de implementar un plan acorde con lo que el pacto que el presidente firmó con los gobernadores. Y enfrentará la suba del dólar según las pautas de ese documento. Este es su turno.

Está claro que los integrantes de ambas Cámaras del Congreso están convencidos de que el Gobierno sólo toma medidas para favorecer al sistema financiero.
El desmantelado Plan Bonex fue calificado por los legisladores como una maniobra más en ese sentido. En esa puja entre ambos poderes se juega la intención de adjudicar culpas por la crisis del sector financiero. Y se trata de una lucha que se recalienta.

Hace una semana que los legisladores quieren modificar el CER (Coeficiente Estabilizador de Referencia), una medida que reducirá el valor de los activos de los bancos. Y desde el Ejecutivo se quiere poner un límite a la iniciativa de los legisladores, porque luego, aseguran varios funcionarios, habrá que compensar a los bancos.
Si esto funciona de esta manera, el mentado canje de deuda pública sólo se completará con un incremento neto de esta deuda. El final está abierto.

En un determinado aspecto, no les falta razón a los integrantes del Congreso: los bancos iban a salir favorecidos con el caído Plan Bonex. Se quitaban el desgaste de las permanentes manifestaciones de los ahorristas y descargaban de sus activos la deuda pública. Pero la historia del Bonex terminó. Y en su reemplazo el Ejecutivo envió a los legisladores la ley antigoteo, cuyo irónico nombre, como el de corralito, sólo en la Argentina puede surgir en el imaginario con tanta velocidad. Y votada con tanta premura.

El Congreso y los bancos>

Hoy vale preguntarse cuánto falta para que se abra la posibilidad de hacer nuevos depósitos en dólares? Hay que observar los problemas que presentaba el Plan Bonex y sus cifras. Los depósitos a consolidar son de $ 41.150. Los bancos tienen activos brutos contra el sector público por $ 37.100 millones, la deuda pública convertida en su momento en préstamos garantizados. A su vez hay que sumar unos $ 7.000 millones más por el bono de compensación que el Estado le otorgó a los bancos con motivo de la pesificación.

Entonces, hay $ 44.000 millones de deuda pública en manos de los bancos. Se trata de una cantidad suficiente para canjear los depósitos reprogramados. Pero unos $ 10.000 millones de esos activos fueron otorgados en garantía al Banco Central, en calidad de contrapartida de pases y adelantos para auxiliar a las instituciones financieras.

Los número cantan, para seguir una vieja expresión. Son casi $ 8.000 millones los que faltan. Según distintas fuentes, el Congreso quiere que los bancos pongan ese dinero en efectivo o en activos.

Laberintos y salidas

Ese marco surgió la ley antigoteo presentada al Congreso por la administración Duhalde: una ley que establece que no habrá devolución de depósitos hasta que no haya sentencia en firme. Una herramienta para que todo termine en una cuestionada Corte Suprema.
Por otro lado, hay unos $ 25.000 millones en cuentas a la vista –cajas de ahorro y cuentas corrientes– que seguirán dándole fuerza a ese goteo y examinando de cerca la capacidad de liquidez de los bancos.

Hay una salida a esta problemática. Si el Gobierno consigue eliminar la liquidez de todos los depósitos reprogramados, los pasivos monetarios del sistema –y potencialmente del Banco Central– habrán caído. Esto es: si a los $ 25.000 millones del corralito se le suman los $14.000 millones que hay en de circulación monetaria, da como resultado una cantidad apta para que las reservas de US$ 12.500 millones pueden ser útiles para contener un tipo de cambio de $ 3 a US$ 1. Y así restablecer la certidumbre en cuento al tipo de cambio.

El nuevo jugador

Sin embargo, arriesgar las reservas internacionales de la Argentina para defender al valor de la moneda frente al dólar es parte de un nuevo programa económico, distinto al actual.

Es obvio es la estrategia marca un alejamiento de las de las recomendaciones del FMI, que predica con más entusiasmo que el gobierno de Estados Unidos y el mismísimo secretario del Tesoro Paul O’Neill, una flotación libre. Tal vez por considerar que es muy complejo enfrentar los problemas económicos de la Argentina con este esquema concebido por la entidad de crédito, Duhalde ve con mayor agrado la vuelta de un tipo de cambio fijo o alguna variante, como una flotación con bandas, algo que Remes no hubiese aceptado.

Pero tomar distancia del FMI no significa abandonar un modelo económico ortodoxo. Fuentes cercanas al presidente, a las que tuvo acceso HOJA DE RUTA, indicaron que algunos funcionarios le sugieren a Duhalde que extienda al sector industrial las retenciones de 20% para achicar el déficit fiscal. Los funcionarios que se agrupan en ese círculo afirman, a su vez, que el ajuste provincial se puede inducir no aceptando el pago de impuestos nacionales con monedas provinciales.

Lo cierto es Roberto Lavagna es el ministro de Economía desde el sábado 27. Será el encargado de implementar un plan acorde con lo que el pacto que el presidente firmó con los gobernadores. Y enfrentará la suba del dólar según las pautas de ese documento. Este es su turno.

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