Un estadio más de la globalización

El mundo parece haber entrado en un proceso de retroceso, que algunos llaman desglobalización.

23 septiembre, 2018

Por Carlos Ramírez (*)

 

Existen corrientes teóricas e ideológicas que postulan “el día después” de la globalización. En otras décadas también existieron fuertes debates acerca de si nos encontrábamos entonces ante la primera, segunda o tercera ola globalizadora. Ahora sostienen que nos hallamos frente a un irreversible proceso de retroceso, o de algún tipo de nueva globalización.

 

En realidad, estamos atravesando un estadio más de la misma globalización iniciada a fines de los años 70 y principios de los 80.  La caída del Muro de Berlín (1989) y el fin de la Guerra Fría en lo político internacional, y el avance del Consenso de Washington y el neoliberalismo económico de los 80 y 90, en lo macroeconómico y financiero –hechos históricos importantes entramados con otros muchos hitos internacionales–, llevaron a que académicos como Francis Fukuyama hablaran del “fin de la historia”, intentando instaurar un “paradigma” único para la triunfante economía capitalista. 

Tras esta puesta en escena del capitalismo occidental, y en el contexto cultural y social que diera el postmodernismo, es que se patentizó el fenómeno de la globalización, que algunos académicos posicionan su origen en un par de décadas anteriores. ¿Pero de qué tema de la globalización nos ocuparemos aquí, al haber un abanico de aspectos sociales, económicos, políticos, entre otros? Hablemos sobre la globalización del comercio.

Para poner un punto referencial, fue desde los 80 que se expandió y se profundizó la liberalización del comercio a escala mundial, acompañado del aggiornamento de organismos internacionales e institutos como el Acuerdo del GATT que, a través de la Declaración de Marrakech, se recrea en la Organización Mundial de Comercio (1994), o el Consejo de Cooperación Aduanera que se reconvierte en la Organización Mundial de Aduanas (OMA).

Los que resultaron ser desde allí hasta ahora, verdaderos brazos ejecutores en materia de facilitación del comercio.  Traemos a modo de ejemplo del impulso de los 90, que en esos tiempos se aplicó en la gran mayoría de las aduanas de la región la selectividad en el despacho a plaza de las mercaderías, siendo muchas veces las mismas aduanas alentadas a competir por la obtención del menor tiempo del des-aduanamiento de las mercancías. 

A la vez, se establecieron nuevas rutas marítimas, se ramificaron las opciones del transporte multimodal, se concesionaron y explotaron viejos puertos de aguas profundas y se construyeron buques portacontenedores de mayor porte, entre otras iniciativas. En lo que respecta a la OMC, a principio de siglo inicia la Ronda de Doha o Ronda del Milenio, con grandes expectativas en el libre comercio como superador de las crisis económicas y financieras devenidas en el mundo en el transcurso de las dos décadas anteriores.

 

Profundizar la libertad

 

Todo parecía ir más que direccionado a la eliminación de la mayoría de las barreras para-arancelarias y arancelarias, y a la profundización de la liberación no solo del comercio, sino también de los flujos financieros a escala global. Hasta que pasó un hecho completamente inesperado: el 11S, el atentado a las Torres Gemelas en suelo estadounidense (2001). 

A partir de ese instante se “cerró” el mundo. Los puertos y aeropuertos, las cargas y los circuitos bancarios y financieros, todo era observado y vigilado, involucrándose Estados Unidos y sus países amigos, de lleno en la lucha contra el terrorismo.  De allí que incluso algunas cargas destinadas a ese país debían proceder, para acceder a un tratamiento más o menos ágil, de países que hubieren calificado como “aduana segura”. Ante estas difíciles circunstancias, se generó una inquietante contradicción: por una parte, debía seguir circulando con fluidez el comercio y por otro, había que asegurar a la cadena logística de todo tipo de intrusión. 

La OMA recomendó la aplicación del Marco Normativo SAFE, que, entre otras cuestiones aduaneras, no solo es sobre seguridad sino también de asociación entre la empresa y la aduana, y propone la implementación de la figura del Operador Económico Autorizado. Las aduanas comenzaron a aplicar el Marco SAFE aproximadamente desde el año 2005, no todas al mismo tiempo, implementando la gestión de riesgo, el adelanto de la información y la incorporación de los controles no intrusivos, resolviendo la aparente contradicción entre facilitación y seguridad. En tanto, la OMC avanzó con la liberalización, pero la Ronda de Doha se detuvo ante las peticiones y exigencias de los negociadores de los BRICS, lo que no impidió que se siguiera negociando con todos sus miembros el Acuerdo Sobre Facilitación del Comercio (enlazado íntimamente con los objetivos del G20).

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), por su parte estableció con más fuerza, luego de la crisis del 2008 –recordemos a los bonos subprime, coincidente con la caída de los precios internacionales de los commodities, la implementación agresiva de medidas proteccionistas y el temblor del sistema bancario americano y europeo–, el Foro Global Sobre Transparencia e Intercambio de Información Tributaria (que se inició en 2000), la interrelación de las administraciones tributarias del mundo en la lucha contra el lavado de dinero y la opacidad fiscal, alcanzando al estudio de las operaciones de compraventa internacional y a los precios de transferencia.

Otros actores relevantes Por último, otros artífices de este ordenamiento económico y financiero de tipo liberal, que conforma el esqueleto de la globalización del comercio y las finanzas desde los años 80, son el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM), quienes tuvieron y tienen, una gran preponderancia en el refinanciamiento de deudas públicas, acompañando de manera decisiva los lineamientos del Consenso de Washington. 

Aunque existieron intenciones de reestructurar al FMI, se lo postergó para más adelante, lo que quizás nos indica, tanto como el proceder en el tiempo de los otros organismos ya mencionados, la continuidad de la dirección que la gobernanza mundial estableció hace ya varias décadas.  En conclusión, no podemos hablar de nueva globalización de tipo comercial, sino que debemos advertir que desde sus orígenes siempre la globalización del comercio coexistió con fragmentaciones y disrupciones, pasando en verdad a nuevas y distintas etapas de implementación y ejecución de la liberalización, quizás de la más clásica… 

Es cierto que el mercado actual es diferente al que se presentaba en el mundo no hace más de cinco años. Incluso las mercancías que se producen para satisfacer la demanda de otras partes también han sufrido transformaciones, sin dejar de tener en cuenta la fuerte demanda y oferta de servicios, ya posicionados desde hace muchos años en el mercado global. Basta mencionar al comercio electrónico, que no sin iniciales dificultades, ha traído una nueva forma de provisión y de consumo.  En otro sentido, actualmente en vez de llevar adelante negociaciones en la mesa de la OMC o en el seno de los procesos de integración regional, la mayoría de los países escogen suscribir acuerdos multilaterales más abiertos, absolutamente liberales en su concepción.

Pero en esencia, son solo variaciones de un mismo fenómeno; es más, hay cosas que no cambian: el libre comercio sigue siendo impulsado por todos los países, especialmente por los países desarrollados, y el proteccionismo nunca se retiró. Por otra parte, ¿son realmente novedosas las guerras comerciales emprendidas por los europeos o los americanos, a favor de la colocación de sus manufacturas en los países en desarrollo? ¿China nos sorprende como actor que irrumpe y negocia desde hace varios años en la economía de mercado? ¿La vuelta a los aranceles altos en Europa y en Estados Unidos, no son acaso la genuina cara del proteccionismo a la vieja usanza? Evidentemente, no son hechos que demuestren verdaderos cambios en el escenario actual del comercio y de los negocios internacionales, como tampoco son demasiado suficientes para alertarnos y pensar, aunque sea solo por un rato, que el globo se está desglobalizando.

(*) Docente de la Maestría en Procesos de Integración Regional-Mercosur (Facultad de Ciencias Económicas de la UBA).

 

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