Las empresas deben vivir en un clima de urgencia

John Kotter, autoridad mundial en liderazgo y cambio, cree que el éxito casi siempre trae consigo un sentimiento de complacencia, y que eso es lo peor que puede instalarse en una organización. El último de sus 17 libros, explica su teoría, cómo aplicarla y cómo mantenerla en el tiempo.

9 octubre, 2009

<p>A Sense of Urgency (Harvard Business School Press, 2008), intenta analizar las partes del cambio concentr&aacute;ndose en lo que considera el primer paso: implementar una cultura organizacional partiendo de la premisa que no s&oacute;lo hay que desear el cambio sino buscarlo permanentemente. Solamente as&iacute; se puede pensar en escapar a los riesgos de la complacencia. En este libro, el autor analiza todo lo que significa mantener un clima de urgencia en una empresa: permitir la entrada de influencias externas; hablar de cambio a diario, no s&oacute;lo cuando parece necesario; buscar las oportunidades que surgen en las crisis y manejar sabiamente a los esc&eacute;pticos. <br />
<br />
Todo esto es dif&iacute;cil pero necesario. En las l&iacute;neas que siguen, Kotter da a los editores de strategy+business (la publicaci&oacute;n de Booz &amp; Co) su visi&oacute;n de por qu&eacute; el clima de urgencia es tan necesario para toda empresa que busca transformaci&oacute;n sostenible.</p>
<p><strong>&ndash;Usted ya hab&iacute;a escrito una serie de libros, todos con mucho &eacute;xito, sobre c&oacute;mo ponerse al frente del cambio. &iquest;Por qu&eacute; otro m&aacute;s?</strong><br />
&ndash;En <em>Leading Change </em>yo dec&iacute;a que el verdadero cambio implica un proceso de muchos pasos: 1) instalar la urgencia, 2) escoger el equipo adecuado para transmitir visi&oacute;n y estrategia correctas, 3) comunicar ambas cosas a la gente que deber&aacute; adoptarlas, 4) eliminar obst&aacute;culos para poder delegar en la gente la capacidad de actuar por s&iacute; sola, 5) asegurarse de que lo haga de forma tal que obtenga alg&uacute;n &eacute;xito en el corto plazo, 6) y finalmente, no dejar que desaparezca la urgencia. Porque cuando eso ocurre, todo el esfuerzo puede colapsar con bastante facilidad. <br />
El primer paso es el m&aacute;s dif&iacute;cil: generar un clima de verdadera urgencia. Mucha de la gente con la que hablo no termina de entender de qu&eacute; se trata. La verdadera urgencia es una determinaci&oacute;n, que viene de las entra&ntilde;as, a moverse y a ganar. Quienes la tienen son personas inusualmente alertas. Vienen a trabajar todos los d&iacute;as decididas a lograr algo importante y descartan actividades irrelevantes para moverse m&aacute;s y mejor. Aquellos que tienen un sentido de verdadera urgencia son lo opuesto de los complacientes, pero no est&aacute;n ni estresados ni ansiosos como para generar mucha actividad con poca productividad. Avanzan con audacia buscando los peligros y las oportunidades que trae el cambio.</p>
<p><strong>&ndash;&iquest;Por qu&eacute; es tan dif&iacute;cil para las empresas crear un clima de urgencia?</strong><br />
&ndash;En primer lugar, muchas empresas nunca han sentido una sensaci&oacute;n de urgencia. No crecieron con ella y si no est&aacute; en su historia, su cultura o su ADN, les cuesta mucho. &iquest;Y por qu&eacute; es eso? Las empresas m&aacute;s maduras se acostumbraron a un mundo m&aacute;s lento, con m&aacute;s industrias oligop&oacute;licas, menos competencia, con avances tecnol&oacute;gicos m&aacute;s lentos y productos con ciclos de vida m&aacute;s largos. <br />
Adem&aacute;s, est&aacute; el tema de c&oacute;mo el mismo &eacute;xito de una compa&ntilde;&iacute;a lleva a la complacencia. &Eacute;xito inevitablemente significa crecimiento, y crecimiento significa que aparecen aspectos internos del negocio que hay que coordinar y manejar. De manera que las miradas se vuelcan hacia adentro y la gente deja de advertir lo que ocurre afuera y puede pasar por alto alguna amenaza competitiva. <br />
Con crecimiento y con &eacute;xito, la fuerza de ventas puede alejarse de los imperativos absolutos del negocio para pasar a preocuparse m&aacute;s por cosas como sistema de remuneraci&oacute;n. Nadie imagina el poco tiempo que se dedica en algunas empresas &ndash;en reuniones y conferencias&ndash; a hablar sobre los clientes. <br />
Finalmente, un verdadero sentido de urgencia es, en el fondo, una cosa personal. No hace mucho me llamaron de una gran empresa para pedirme asesoramiento. All&iacute; nada andaba bien. Todo lo medible por desempe&ntilde;o &ndash;ingresos, ganancias y dem&aacute;s&ndash; iba hacia abajo. Pero el nivel de complacencia era incre&iacute;blemente alto. Todos coincid&iacute;an en que la compa&ntilde;&iacute;a ten&iacute;a grandes problemas, pero esos problemas eran siempre la responsabilidad de otra persona. <br />
Por muchas de estas razones, son las empresas m&aacute;s nuevas y m&aacute;s peque&ntilde;as, que deben competir en entornos de gran movimiento, las que est&aacute;n en mejores condiciones de mantener un clima de urgencia permanente. Esto se suele ver en las peque&ntilde;as firmas de alta tecnolog&iacute;a, cuyos empleados tienen como misi&oacute;n hacer que algo ocurra todos los d&iacute;as. El desaf&iacute;o, entonces, es lograr eso tambi&eacute;n en las empresas m&aacute;s grandes, m&aacute;s viejas y de menor nivel tecnol&oacute;gico.</p>
<p><strong>&ndash;&iquest;Qu&eacute; se puede hacer para incrementar el sentido de urgencia en las empresas?</strong><br />
&ndash;Urgencia es una determinaci&oacute;n emocional de hacer que algo ocurra, de ganar y de ganar ahora. Cuando Louis Gerstner asumi&oacute; como CEO de IBM a principios de los 90, la compa&ntilde;&iacute;a era enormemente complaciente. <br />
Entonces les dijo a todos: &ldquo;Vamos a ganar. Tal vez no ganemos la serie, pero vamos a ganar el pr&oacute;ximo partido. No nos vamos a tomar d&iacute;as de licencia; as&iacute; no se llega. As&iacute; no se logran las grandes cosas. No les estoy pidiendo que trabajen 200 horas por semana y luego mueran. Lo que tienen que hacer es juntar toda la basura que est&aacute;n haciendo ahora &ndash;porque cr&eacute;anme, est&aacute;n haciendo mucha basura&ndash; y tirarla, purgarla, delegarla, lo que sea. Una vez que hayan hecho eso, van a ver que tienen m&aacute;s tiempo para prestar atenci&oacute;n a oportunidades y peligros&rdquo;.</p>
<p><strong>&ndash;Esto parece remitir a la estrategia cabeza-coraz&oacute;n que usted recomendaba aplicar para el cambio en su libro El coraz&oacute;n del cambio o sea, que los gerentes deben motivar llegando al coraz&oacute;n y a la cabeza de su gente.</strong><br />
&ndash;Exactamente. La estrategia fundamental para manejar todo cambio, no s&oacute;lo es crear un clima de urgencia, es siempre una estrategia que vaya a la cabeza pero tambi&eacute;n al coraz&oacute;n.</p>
<p><strong>&ndash;&iquest;Es muy dif&iacute;cil mantener ese nivel de compromiso emocional?</strong><br />
&ndash;Es muy dif&iacute;cil y es un acto de malabarismo. El otro lado de la complacencia es lo que yo llamo &ldquo;falsa urgencia&rdquo; y es tan contraproducente como la complacencia misma. Muchos creen que hay urgencia porque la gente corre de un lado para otro como loca y parece que trabaja lo m&aacute;s que puede. Pero hacen todo tipo de cosas in&uacute;tiles. <br />
En muchos sentidos la falsa urgencia puede ser m&aacute;s insidiosa y m&aacute;s peligrosa que la complacencia. <br />
Yo uso el t&eacute;rmino paciencia urgente para mostrar d&oacute;nde est&aacute; el punto de equilibrio. La gente tiene que entender que para lograr que suceda algo grande hace falta tiempo. Podr&iacute;a llevar un a&ntilde;o, dos, tres, cinco a&ntilde;os. Pero es preciso entender que el verdadero cambio requiere paciencia y dedicaci&oacute;n.</p>

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