¿Y eso para qué sirve?
Los investigadores están mal remunerados, los presupuestos son bajísimos, la gestión en el sector es ineficiente, y el reconocimiento social, inexistente. Por si todo ello fuera poco, la represión y la discriminación han contribuido, más de una vez, a golpear con dureza una actividad que en otros países se protege con esmero.
17 noviembre, 2012
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