El mundo de ayer

Existe casi unanimidad en el sentido de que el colapso financiero de comienzos de octubre de 2008 ha marcado una clara frontera entre dos eras, aunque son muy pocos los que definen con alguna precisión en qué consiste lo que está naciendo y qué es lo que tenemos que enterrar. Esta confusión es en sí misma un indicador ilustrativo de la profundidad de la crisis.

1 septiembre, 2010

<p>Por Jorge Beinstein</p>
<p><img src="http://www.mercado.com.ar/mercado/ro/imagenes/foto_nota_1088_5_1.jpg" alt="" /></p>
<p>El Presidente de Francia, Nicol&aacute;s Sarkozy, muy proclive a los gestos espectaculares, viene intentando establecer una suerte de l&iacute;nea divisoria entre el sistema actual aplastado por la especulaci&oacute;n financiera y lo que &eacute;l define como verdadero capitalismo: una suerte de para&iacute;so terrenal fundado en el trabajo, el ahorro, la preservaci&oacute;n del medio ambiente, el uso prudente de los recursos materiales disponibles, la acci&oacute;n reguladora inteligente del Estado, etc. Otros jefes de Estado y s&uacute;per tecn&oacute;cratas del Primer Mundo avanzan por el mismo camino, lo que no les ha impedido poner en marcha los salvatajes m&aacute;s grandes de la historia basados en gigantescas transferencias de recursos hacia los grupos financieros que ellos critican. <br />
Los m&aacute;s altos dirigentes pol&iacute;ticos del planeta coinciden en que es necesario recomponer cuanto antes el sistema monetario internacional, &iquest;pero en que direcci&oacute;n?, las primeras respuestas quiebran la unanimidad inicial. <br />
La tecnocracia europea sue&ntilde;a con dar por terminada la hegemon&iacute;a estadounidense establecida por los acuerdos de Breton Woods (1944) y componer un sistema que exprese un poder compartido por las grandes potencias, basado en fuertes regulaciones estatales. La Casa Blanca no est&aacute; para nada de acuerdo con eso, pero &iquest;cambiar&aacute; de opini&oacute;n cuando la ocupe el nuevo Presidente? El pr&oacute;ximo jefe de Estado deber&aacute; responder con acciones concretas ante una recesi&oacute;n nacional y global que se anuncia muy profunda tironeado por la &eacute;lite financiera local (transnacionalizada), por el descontento popular interno y por las otras grandes potencias. Tampoco Europa presenta un frente homog&eacute;neo, a las contradicciones interestatales se agregan las presiones de sus poderosas redes financieras (tan transnacionalizadas como la estadounidense) y la inminente multiplicaci&oacute;n de tensiones sociales.</p>
<p><strong>Discurso neoliberal y aristocracia financiera </strong><br />
Si hay algo que el nuevo lenguaje oficial y medi&aacute;tico establece con claridad, es el fin del discurso neoliberal, cada vez m&aacute;s evidente en Europa. En Estados Unidos la tendencia empieza a desarrollarse. Barney Frank, dem&oacute;crata electo por Massachusetts y presidente de la comisi&oacute;n de servicios financieros de la C&aacute;mara de Representantes acaba de declarar que <em>&ldquo;la naci&oacute;n ha ingresado en un per&iacute;odo de intervencionismo estatal parecido al</em> New Deal<em> de Franklin Roosevelt. Esto es el fin de la era del laissez-faire extremista que ahora se ha evaporado completamente&rdquo;</em>. Por su parte, David Kotok, director de inversiones de la firma de gesti&oacute;n financiera Cumberland Advisor de New Jersey, es m&aacute;s terminante: <em>&ldquo;Estamos nacionalizando instituciones financieras y bancos; cuando eso comienza a ocurrir, la tendencia toma una orientaci&oacute;n clara: el capitalismo de libre mercado ha pasado a la historia</em>&rdquo;(1).<br />
&iquest;Es realmente as&iacute;?, por ahora la brecha entre declaraciones y acciones publicas se amplia vertiginosamente. En una primera aproximaci&oacute;n podr&iacute;amos definir el neoliberalismo como el discurso legitimador de la financierizaci&oacute;n global. La pregunta clave es si ambos fen&oacute;menos decaen simult&aacute;neamente o si la trama financiera se las ingeniar&aacute; para sobrevivir con otro discurso o sin ninguno (por ahora). Cada d&iacute;a se deciden nuevos subsidios a los bancos, acompa&ntilde;ados por cr&iacute;ticas a los banqueros cada vez m&aacute;s virulentas; peor a&uacute;n seg&uacute;n lo revel&oacute; recientemente un art&iacute;culo aparecido en <em>The Guardian</em> US$ 70 mil millones, es decir cerca de 10% del fondo de salvataje financiero decidido por el Gobierno estadounidense ser&aacute; destinado a pagar bonificaciones a los directivos de los bancos beneficiados (2). Pese a las protestas de Sarkozy o Merkel contra los <em>&ldquo;paraca&iacute;das dorados&rdquo;</em> y otros privilegios de la &eacute;lite bancaria, en Europa se est&aacute; produciendo un fen&oacute;meno similar. <br />
Las cifras son contundentes, s&oacute;lo los negocios con productos financieros derivados registrados alcanzan actualmente US$ 650 mil billones (millones de millones), unas 12 veces el Producto Bruto Mundial. La capitalizaci&oacute;n burs&aacute;til global llega a US$ 55 billones (millones de millones) o un PBM. Numerosos expertos consideran que la masa especulativa planetaria ronda los US$ 1.000 billones (millones de millones), algo m&aacute;s de 18 veces el Producto Bruto Mundial. Y en la c&uacute;spide de esa monta&ntilde;a financiera, se aloja una reducida aristocracia que juega al p&oacute;ker con la econom&iacute;a global. <br />
Por lo menos desde el punto de vista econ&oacute;mico, la diferencia de magnitud entre los negocios especulativos y los Estados potencialmente intervencionistas es abismal: la suma de los ingresos fiscales de los pa&iacute;ses del G7, US$ 10 billones (millones de millones), representa algo menos de 20% de la capitalizaci&oacute;n burs&aacute;til mundial, 1,5% de la masa de productos financieros derivados registrados, 1% del volumen especulativo global.<br />
Esto explica en buena medida la contradicci&oacute;n entre un intervencionismo estatal ascendente conducido por los jefes de Estado (liberales) del Primer Mundo y el fracaso evidente de esas intervenciones, cada vez m&aacute;s importantes pero completamente impotentes para superar la crisis. &iquest;Estatismo triunfante o fracasado siguiendo los pasos del neoliberalismo decadente)?: final abierto.</p>
<p><strong>Unipolaridad y despolarizaci&oacute;n</strong><br />
La otra v&iacute;ctima del temporal es sin duda la unipolaridad estadounidense que domin&oacute; sobre el planeta algo menos de dos d&eacute;cadas. Fue el resultado inevitable de la ca&iacute;da de la URSS, pero el imperio triunfante estaba sobrecargado de problemas: un sistema productivo perdiendo competitividad, d&eacute;ficits fiscales y comerciales crecientes y un endeudamiento p&uacute;blico y privado que lleg&oacute; a fines de 2007 a US$ 53 billones (millones de millones), aproximadamente equivalente al Producto Bruto Mundial. <br />
La era Bush concluye con un saldo de guerras perif&eacute;ricas fracasadas, un derrumbe financiero colosal y la entrada en una recesi&oacute;n sin final a la vista. Seg&uacute;n Richard Haas, presidente del <em>Council on Foreign Relations</em> de Estados Unidos, la era de la unipolaridad estadounidense ha concluido y en su lugar no se instalar&aacute; la multipolaridad (es decir, el reparto del mundo entre unos pocos polos de poder) sino m&aacute;s bien la<em> &ldquo;no-polaridad&rdquo;</em> (3) que tambi&eacute;n podr&iacute;amos definir como <em>multipolaridad variable y floja</em> a la que estar&iacute;amos llegando a trav&eacute;s de un proceso de despolarizaci&oacute;n que se va acelerando. <br />
Lo que la crisis actual demuestra es que la declinaci&oacute;n de Estados Unidos encabeza a la de las otras grandes potencias; no hay desacople europeo, japon&eacute;s o chino sino efectos negativos para todos ellos derivados de la crisis global. El repliegue estadounidense en ciertos espacios les permitir&aacute; a algunos ampliar sus &aacute;reas de influencia. Por ejemplo el desastre de la OTAN en Afganist&aacute;n-Pakist&aacute;n seguramente posibilitar&aacute; el avance en Asia central de China y Rusia que, junto a Ir&aacute;n, se beneficiar&aacute;n de la inevitable retracci&oacute;n del poder de Estados Unidos en el Medio Oriente. <br />
Pero este juego de influencias estar&aacute; protagonizado por potencias debilitadas por la crisis lo que dejar&aacute; un margen considerable a las autonom&iacute;as relativas de pa&iacute;ses medianos y peque&ntilde;os. Habr&aacute; llegado (est&aacute; llegando) la hora de la intensificaci&oacute;n de las integraciones regionales en la periferia, es el caso del Mercosur, ya no empujadas por la prosperidad econ&oacute;mica como ocurri&oacute; en buena parte de la d&eacute;cada actual en Latinoam&eacute;rica, sino por la necesidad y la posibilidad de desarrollar estrategias comunes defensivas ante un sistema global a la deriva. <br />
Pero la gran presencia del futuro ser&aacute; la de Eurasia no como una potencia colectiva homog&eacute;nea sino como un &aacute;rea de convergencia, de refugio de chinos y japoneses girando hacia el oeste en busca de mercados seguros, de rusos e iran&iacute;es hacia el este, de India y los pa&iacute;ses de Asia central intentando integrarse con las grandes econom&iacute;as de la regi&oacute;n. Tal vez la aventura georgiana ha sido una suerte de canto del cisne de la estrategia eurasi&aacute;tica de Occidente. La autonomizaci&oacute;n de Eurasia emerge cono un fen&oacute;meno irresistible.</p>
<p><img src="http://www.mercado.com.ar/mercado/ro/imagenes/foto_nota_1088_5_2.jpg" alt="" /><br />
Nicol&aacute;s Sarkozy</p>
<p><strong>El techo energ&eacute;tico </strong><br />
Tambi&eacute;n deberemos decirle adi&oacute;s a la era de la abundancia energ&eacute;tica. En el &uacute;ltimo a&ntilde;o, la suba incesante del precio del petr&oacute;leo coloc&oacute; un alerta rojo sobre este tema; probablemente en los pr&oacute;ximos meses el mismo bajar&aacute; o se mantendr&aacute; en los actuales niveles empujado por la recesi&oacute;n, pero despu&eacute;s seguir&aacute; subiendo como lo viene haciendo desde hace algo m&aacute;s de un lustro. <br />
La causa es evidente: ya han sido agotadas aproximadamente la mitad de las reservas globales originales y, como lo explican los ge&oacute;logos expertos, a partir de ese punto la extracci&oacute;n tiende a descender mientras asciende su costo de explotaci&oacute;n. Todav&iacute;a nos encontramos (desde hace m&aacute;s de dos a&ntilde;os) en una suerte de meseta productiva que oscila en torno de una cima o franja situada por debajo de los 90 millones de barriles diarios.<br />
Con el Producto Bruto Mundial en el volumen actual (escenario de estancamiento prolongado) o descendiendo (recesi&oacute;n) el precio deber&iacute;a mantenerse o caer pero no ser&aacute; as&iacute; porque la extracci&oacute;n tambi&eacute;n ir&aacute; disminuyendo y seguramente los reemplazos y los ahorros de energ&iacute;a previstos no alcanzar&aacute;n para compensar la penuria: el techo energ&eacute;tico no es fijo sino descendente.<br />
Esta realidad golpear&aacute; brutalmente uno de los paradigmas decisivos del siglo 20: el crecimiento permanente del Producto Bruto Interno fundado en una din&aacute;mica que fue reduciendo m&aacute;s y m&aacute;s la duraci&oacute;n de los productos paralela al incremento de la masa de beneficios empresarios. Productos con mayor vida &uacute;til, y en consecuencia de mejor calidad, convergiendo con h&aacute;bitos de consumo menos fr&iacute;volos deber&aacute;n ser compatibles con altos niveles de empleo. Al parecer algo imposible, pero en tiempos de crisis, de derrumbes de valores tradicionales, podr&iacute;amos decir siguiendo a Saint Just que <em>&ldquo;lo imposible es la &uacute;nica posibilidad&rdquo;.</em> Aqu&iacute; tambi&eacute;n, si las turbulencias duran mucho tiempo, nos encontramos ante un final abierto. <br />
El otro paradigma moribundo es el del abaratamiento del transporte, la suba del costo energ&eacute;tico lo har&aacute; crecientemente caro, al mismo tiempo las comunicaciones tienden a expandirse y bajar de precio. Algunos autores anunciaban que ante el inevitable predominio del localismo productivo y del enfriamiento del comercio internacional nos encontrar&iacute;amos ante una especie de retorno a la Edad Media o <em>ciberfeudalismo</em>. <br />
Pero no tiene por qu&eacute; ser as&iacute; ya que el feudalismo u otras formas sociales precapitalistas estuvieron marcadas no s&oacute;lo por la debilidad del comercio sino tambi&eacute;n de las comunicaciones. Tendremos un planeta cada vez m&aacute;s interrelacionado de manera virtual lo que abrir&aacute; nuevos espacios de creaci&oacute;n tecnol&oacute;gica, nuevas culturas globales aunque afirmadas de manera plural en combinaciones de territorios materiales restringidos. Aunque tambi&eacute;n ser&aacute; posible la exacerbaci&oacute;n de los ego&iacute;smos regionales y &eacute;tnicos (el final del siglo 20 y el comienzo del siglo actual confirman esta hip&oacute;tesis). Enfrentamos en consecuencia dos tendencias culturales contrapuestas: final abierto.</p>
<p><strong>El mundo de ayer</strong><br />
Stefan Zweig fue tal vez uno de los escritores europeos m&aacute;s renombrados del per&iacute;odo que transcurre entre la Primera y la Segunda Guerra Mundial. Fue un gran humanista perteneciente a esa generaci&oacute;n excepcional de grandes cient&iacute;ficos e intelectuales de Europa central junto a Einstein, Freud, Benjamin, Horkheimer y Simmel. Su obra p&oacute;stuma <em>El mundo de ayer</em> (4) de car&aacute;cter autobiogr&aacute;fico, cargada de una enorme nostalgia, est&aacute; centrada en la transici&oacute;n entre la etapa juvenil y dorada del autor, en la Europa anterior a 1914, y lo que vino despu&eacute;s, recomiendo su lectura. Zweig relata c&oacute;mo todo aquello que se consideraba antes como parte del sentido com&uacute;n se esfum&oacute; de un d&iacute;a para otro dando nacimiento a un mundo impensable desde la cultura dominante de comienzos del siglo 20. <br />
La crisis presente, de car&aacute;cter multidimensional (financiera, energ&eacute;tica, comunicacional, urbana, ecol&oacute;gica, etc.) viene siendo comparada con otras, tal vez lo m&aacute;s parecido a lo actual desde el punto de vista de la ruptura civilizacional en curso es la &eacute;poca descripta por Zweig (salvo la ausencia, felizmente, de una guerra mundial). <br />
El escritor relata el paso de un mundo relativamente estable a otro marcado por la violencia y el desorden, podr&iacute;amos objetar su idealizaci&oacute;n del per&iacute;odo anterior al desastre cargado de taras coloniales y elitistas, adem&aacute;s nuestro <em>&ldquo;mundo de ayer&rdquo;</em> (sobre todo la irracionalidad exultante de los a&ntilde;os 1990) no fue nada maravilloso sino todo lo contrario. Nos guste o no, un estilo de vida pronto desaparecer&aacute;; veremos lo que viene despu&eacute;s.</p>
<p><em>1- &ldquo;Complications sans nombre au milieu des ruines en d&eacute;sordre&rdquo;, Dedefensa.org – 20 october 2008. <br />
2- &ldquo;Wall Street banks in $70bn staff payout&rdquo;, The Guardian, Saturday October 18 2008.<br />
3- Richard Haas, &ldquo;The Age of Nonpolarity&rdquo;, Foreign Affairs, May/June 2008.</em><br />
<em>4- Stefan Zweig,</em> &ldquo;El mundo de ayer&rdquo;, Edici&oacute;n El Adelantado, Barcelona, 2002.</p>
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