China y América latina: problemas y posibilidades

La pregunta de fondo es: ¿Por qué Estados Unidos –acaba de finalizar la cumbre africana- compite con China por la hegemonía en África y no parece tener interés en América latina donde la potencia asiática avanza también raudamente? Tal vez porque sospechan que los asiáticos se encontrarán con dificultades que todavía no imaginan.

13 agosto, 2014

Todo tipo de especulaciones se escuchan sobre la relación cada vez más estrecha entre China y Latinoamérica. El país asiático es visto como una alternativa a la hegemonía de Estados Unidos en la región, como un competidor económico que desplaza a las industrias latinoamericanas o como una potencia neoimperialista cuyas industrias devoran commodities latinoamericanas con poco interés por protecciones ambientales o laborales.

El Center for Latin American Studies y el Institute of East Asian Studies de la universidad de California organizaron conjuntamente un panel de discusión en el que tres académicos expusieron datos que desmienten los rumores y cuentan una historia diferente.

Carol Wise, profesora de Relaciones Internacionales en la Universidad de Southern California, basándose en su análisis de los Acuerdos de Libre Comercio (FTA según sus siglas inglesas) que China firmó con Chile y Perú, dijo que se esperaba mucho más de lo que se obtiene. Significan un cambio en la dinámica de los acuerdos globales anteriores desde los 90, cuando tendían a ser norte-sur. En cambio, los acuerdos entre China y América latina son clasificados por la OMC como acuerdos sur-sur.

Sin embargo, dice Wise, siguen el patrón comercial de los anteriores acuerdos norte-sur, con Latinoamérica exportando materias primas a China y China exportando productos industriales a Latinoamérica. Esta dinámica no es lo que esperaban los países latinoamericanos cuando firmaron los acuerdos. Esperaban, en cambio, romper con la tradicional relación de ventaja competitiva que habían caracterizado a las exportaciones a Estados Unidos y Europa. Desde ese punto de vista, ya hay desencanto.

Barry Eichengreen, profesor de economía y ciencia política en UC Berkeley, presentó cifras sobre comercio, inversión extranjera directa y competencia de exportaciones entre las dos regiones. Si bien el discurso popular tiende a sonar la alarma sobre una feroz competencia de China, él y sus colegas encontraron que esto tiene muchos matices: “Si el surgimiento de China se convierte en buena o mala noticia para usted depende de quién es usted y qué exporta”. Lamentablemente, para las industrias latinoamericanas, la creciente población consumidora de China parece más interesada en autos y productos de lujo europeos que en productos latinoamericanos.

 

Aumento de inversiones

 

Si bien el ascenso económico de China ha tenido un impacto negativo en las exportaciones latinoamericanas de bienes de consumo a otros países, el impacto fue positivo en las exportaciones de bienes de capital, commodities y energía. Para los economistas esto es una buena noticia porque demuestra un aumento continuado de las inversiones chinas en el exterior, lo que significa nuevas oportunidades, empleos y crecimiento económico para los países receptores. Las advertencias giran en torno a cómo adhieren las firmas chinas a las regulaciones locales sobre protección ambiental y laboral.

Según Margaret Myer, directora del China and Latin America Program del Inter-American Dialogue, hay una creciente profesionalización de las firmas chinas que operan en el extranjero. A diferencia de años anteriores, están invirtiendo mucho en asesoramiento para cumplir con las condiciones sociales del país en que operan.

Aunque los panelistas se enfocaron en diferentes aspectos de las relaciones chino-latinoamericanas, cada uno descubrió problemas con la sabiduría convencional. Myer dijo que son las mismas firmas chinas las que están defendiendo mayor transparencia en sus operaciones en el exterior, sugiriendo que el progreso en este terreno podría dejar atrás a los esfuerzos de Beijing en su propia casa. La relación entre las políticas domésticas e internacionales del país asiático es compleja y tiene consecuencias para los latinoamericanos. Con el creciente consumo interno de China, todos quieren una porción de su mercado. Wise aconseja prudencia y dice que el aumento de la demanda interna de China no será para productos fabricados en Perú o Chile. Eichengreen concluyó recordando que la economía china no va a crecer al ritmo de los últimos años porque “todas las economías de rápido crecimiento, al final terminan desacelerando”.

El mayor obstáculo para aceitar las relaciones entre China y Latinoamérica está en los persistentes malentendidos mutuos. Aunque los estudiantes universitarios de ambos lados del Pacífico están estudiando el idioma, la cultura y las economías del otro, un retraso generacional en la experticia continúa complicando las relaciones políticas y económicas.

 

 

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