Inconsistencias de la economía de Trump

Lo más llamativo de los nuevos pronósticos de crecimiento del FMI fue la rebaja de las perspectivas de EEUU, más aún al haberse acompañado por mejoras para el área del euro, algo que no ocurría desde hace mucho tiempo.

21 agosto, 2017

Mala noticia para Trump, que hasta ahora no concretó ninguna de sus promesas económicas de campaña, que probablemente quedarán archivadas, sostiene el economista Juan Llach en el último informe mensual del IAE.

Tampoco es buena noticia para la economía global, -agrega- pero esto probablemente se corregirá pronto porque Trump irá virando su economía hacia el consenso predominante allí desde Clinton en adelante. “Vemos pues que el mundo seguirá en crecimiento sincronizado y, algo muy importante, también moderado, con lo que disminuye el riesgo de burbujas explosivas”.

La principal amenaza hoy no es la economía de Trump sino la geopolítica de Kim Jong-un, el mandamás de Corea del Norte. Su comportamiento es imprevisible, pero cuesta pensar que ose seguir avanzando hasta llegar a un conflicto que involucre armas nucleares.

Solo el tiempo lo dirá.

 

Amenazas diferentes

 

En el plano estrictamente económico los EE.UU, Europa y Japón enfrentan diferentes amenazas: la inflación en el primer caso, la deflación en los restantes dos. En los EE.UU la inflación está disminuyendo y los costos laborales unitarios crecen muy pausadamente. Esto llevará, probablemente, a que la Reserva Federal haga una sola suba de la tasa de interés en lo que resta del año. Pero la tasa de desempleo está en su nivel “natural” (4,3%), y tarde o temprano, presionará al alza de los costos y de los precios.

En Europa la situación es diferente. El desempleo es de 9.6% en la Unión Europea y el empleo crece más lentamente, por lo que la presión de los costos laborales sobre los precios será mucho más lerda, y tampoco es seguro que llegue alguna vez.

En Japón, la deflación ya está instalada hace mucho tiempo: el IPC aumentó en promedio 0.3% anual en los últimos diez años. El resultado práctico de todo esto es que los estímulos monetarios se irán retirando lentamente, lo que apoyará el crecimiento mundial, aunque al mismo tiempo aumentará el riesgo de formación de burbujas en los mercados de activos.

Transcurridos ya nueve meses de la elección del Presidente Trump, ninguno de los pronósticos agoreros se ha realizado. Los activos que más se han valorizado son las acciones y algunas commodities, el riesgo países emergentes se ha mantenido y el dólar se depreció, tal como dijimos aquí que era probable que ocurriera.

Este marco es claramente más favorable para la Argentina, pero con dos salvedades importantes. La primera es que pese al buen crecimiento de los países emergentes ello no se traduce, hasta ahora, en “viento de cola” para los precios de los granos. Esto se debe a que la actual campaña agrícola global será la quinta en fila con muy buenas cosechas, y la producción de soja aumentó 20.4% entre 2012/13 y 2017/18 (estimado).

La segunda salvedad está dada por Brasil. Si bien su economía está saliendo de la recesión –y muy probablemente crecerá en 2018 más de lo que dice el FMI- la inflación tocó su mínimo nivel interanual en 18 años: 2.71 en julio y el Congreso votó una reforma laboral muy siglo XXI. En conjunto, ambos factores contribuirán a aumentar la competitividad de nuestro vecino y, aunque quizás sea parcialmente compensada por una valorización del real, desafiará a la producción y a las exportaciones argentinas.

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