Aftosa: es tarde para desligarse de culpas

El rebrote del mal en la Argentina ya generó el cierre de mercados tan importantes como Estados Unidos, la UE y Chile. Ni el ocultamiento ni la apuesta a soluciones mágicas resuelven los problemas. Por Gabriel Marrapodi

14 marzo, 2001

Treinta años costó a la Argentina ser considerada por la Organización Internacional de Epizootias y por los mercados internacionales como país libre de aftosa. Hoy ese logro cayó en la sombra de los nuevos rebrotes del mal en Formosa y Chaco, hace poco más de dos meses, y en Buenos Aires y La Pampa, ahora.

En el primero de los casos se culpó al contrabando de ganado desde Brasil y Paraguay, que debió ser controlado por las autoridades provinciales, pero ahora la responsabilidad es al nivel de la dirigencia nacional, por haber dejado que el foco se trasladara hacia la región del país que más produce ganado para el consumo.

Hoy se puede ver cómo se desmorona una de las tres actividades que más aportan al PBI de la Argentina (junto con la energía y las telecomunicaciones); y que quedará en una situación tan difícil de superar como los tiempos de la hiperinflación, a fines de los años ’80.

Lo cierto es que las restricciones comerciales impuestas a las carnes argentinas por la Unión Europea, que se suman a las de Estados Unidos, Canadá y Chile (en total, 70% de los mercados a los que la Argentina exporta), provocarán pérdidas superiores a US$ 470 millones, además de quiebres en la cadena de pagos y la eliminación de alrededor de 10.000 puestos de trabajo en el sector –algo que el país no está en condiciones de permitirse–, tal como advirtió hoy (miércoles 14) el titular de la Cámara de la Industria y Comercio de Carnes y Derivados de la República Argentina (CICCRA), Miguel Schiaritti.

Ante este escenario, aquellos que debieron actuar en forma rápida para sostener el tan preciado título de país libre de aftosa, ahora se empeñan en distribuir culpas a mansalva y tratar de evitar que las responsabilidades recaigan sobre sus propios despachos.

Tal es el caso del ex secretario de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentación Antonio Berhongaray, quien aseguró hoy que todos sabían que había brotes de fiebre aftosa en el país, pero que no se informó para evitar pérdidas económicas.

De haberlo pedido, Berhongaray pudo haber tenido, mientras estaba en funciones, el respaldo político y el apoyo económico necesarios para evitar que la situación empeorara; pero para defender su inactiva permanencia incluye ahora a los productores y a los mismos mercados compradores como partícipes en el ocultamiento del problema.

Esto es: Berhongaray sostiene que había un acuerdo para mantener oculta la aparición de la enfermedad –y que esto respondía a una política de estado, del Estado que conduce Fernando de la Rúa–, pero que fue “quebrado” por un sector de los productores de ganado.

“Yo me fui (del gobierno) con 77 mercados abiertos, porque sabía que cerrarlos significaba dejar gente en la calle, frigoríficos quebrados y productores con precios rebajados”, apuntó Berhongaray, pero no reconoció que debió haber actuado con fuerza frente al problema.

Por parte del Gobierno, se reconoció ayer que existe un foco de aftosa en Buenos Aires, pero nada se dijo del acuerdo de silencio que se pactó para mantener la situación como un problema menor y contingente.

Esta noticia fue bien recibida por algunas asociaciones de productores, aunque ahora ellos –que también fueron partícipes del ocultamiento– culpan al Gobierno por haber actuado en forma tardía cuando se decidió hace 10 días la vacunación masiva de animales en las provincias afectadas.

Ni siquiera el ex presidente del Senasa Bernardo Cané es capaz de afrontar las responsabilidades. Es más: quien debió ser uno de los primeros en actuar da cuenta ahora de que el ocultamiento fue peor que lo que hoy se sabe: “Este problema comenzó en febrero del año pasado, el Senasa fue informado de esto; personalmente yo le informé a (el entonces titular de esa entidad, Víctor) Machinea que había aftosa en Brasil y en Paraguay”, indicó Cané, y sumó al problema a Entre Ríos, Corrientes y Córdoba.

Ocultar problemas parece ser la política de acción preferida tanto por los funcionarios de esta administración, como por los de la anterior.

Habrá que ver ahora cómo se sale del problema; si se siguen echando culpas unos a otros, o si se sigue apostando a soluciones mágicas, como pareció ser el caso de la campaña publicitaria oficial sobre el blindaje financiero.

Treinta años costó a la Argentina ser considerada por la Organización Internacional de Epizootias y por los mercados internacionales como país libre de aftosa. Hoy ese logro cayó en la sombra de los nuevos rebrotes del mal en Formosa y Chaco, hace poco más de dos meses, y en Buenos Aires y La Pampa, ahora.

En el primero de los casos se culpó al contrabando de ganado desde Brasil y Paraguay, que debió ser controlado por las autoridades provinciales, pero ahora la responsabilidad es al nivel de la dirigencia nacional, por haber dejado que el foco se trasladara hacia la región del país que más produce ganado para el consumo.

Hoy se puede ver cómo se desmorona una de las tres actividades que más aportan al PBI de la Argentina (junto con la energía y las telecomunicaciones); y que quedará en una situación tan difícil de superar como los tiempos de la hiperinflación, a fines de los años ’80.

Lo cierto es que las restricciones comerciales impuestas a las carnes argentinas por la Unión Europea, que se suman a las de Estados Unidos, Canadá y Chile (en total, 70% de los mercados a los que la Argentina exporta), provocarán pérdidas superiores a US$ 470 millones, además de quiebres en la cadena de pagos y la eliminación de alrededor de 10.000 puestos de trabajo en el sector –algo que el país no está en condiciones de permitirse–, tal como advirtió hoy (miércoles 14) el titular de la Cámara de la Industria y Comercio de Carnes y Derivados de la República Argentina (CICCRA), Miguel Schiaritti.

Ante este escenario, aquellos que debieron actuar en forma rápida para sostener el tan preciado título de país libre de aftosa, ahora se empeñan en distribuir culpas a mansalva y tratar de evitar que las responsabilidades recaigan sobre sus propios despachos.

Tal es el caso del ex secretario de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentación Antonio Berhongaray, quien aseguró hoy que todos sabían que había brotes de fiebre aftosa en el país, pero que no se informó para evitar pérdidas económicas.

De haberlo pedido, Berhongaray pudo haber tenido, mientras estaba en funciones, el respaldo político y el apoyo económico necesarios para evitar que la situación empeorara; pero para defender su inactiva permanencia incluye ahora a los productores y a los mismos mercados compradores como partícipes en el ocultamiento del problema.

Esto es: Berhongaray sostiene que había un acuerdo para mantener oculta la aparición de la enfermedad –y que esto respondía a una política de estado, del Estado que conduce Fernando de la Rúa–, pero que fue “quebrado” por un sector de los productores de ganado.

“Yo me fui (del gobierno) con 77 mercados abiertos, porque sabía que cerrarlos significaba dejar gente en la calle, frigoríficos quebrados y productores con precios rebajados”, apuntó Berhongaray, pero no reconoció que debió haber actuado con fuerza frente al problema.

Por parte del Gobierno, se reconoció ayer que existe un foco de aftosa en Buenos Aires, pero nada se dijo del acuerdo de silencio que se pactó para mantener la situación como un problema menor y contingente.

Esta noticia fue bien recibida por algunas asociaciones de productores, aunque ahora ellos –que también fueron partícipes del ocultamiento– culpan al Gobierno por haber actuado en forma tardía cuando se decidió hace 10 días la vacunación masiva de animales en las provincias afectadas.

Ni siquiera el ex presidente del Senasa Bernardo Cané es capaz de afrontar las responsabilidades. Es más: quien debió ser uno de los primeros en actuar da cuenta ahora de que el ocultamiento fue peor que lo que hoy se sabe: “Este problema comenzó en febrero del año pasado, el Senasa fue informado de esto; personalmente yo le informé a (el entonces titular de esa entidad, Víctor) Machinea que había aftosa en Brasil y en Paraguay”, indicó Cané, y sumó al problema a Entre Ríos, Corrientes y Córdoba.

Ocultar problemas parece ser la política de acción preferida tanto por los funcionarios de esta administración, como por los de la anterior.

Habrá que ver ahora cómo se sale del problema; si se siguen echando culpas unos a otros, o si se sigue apostando a soluciones mágicas, como pareció ser el caso de la campaña publicitaria oficial sobre el blindaje financiero.

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