Dólar y bolsas ceden por temores deflacionarios en EE.UU. y la Unión Europea

Declaraciones de Snow, advertencias sobre deflación del G-7 y el FMI, riesgos bancarios en Japón y problemas en algunos sectores hicieron bajar ayer las principales bolsas. Además, el euro marcó otro máximo: US$ 1,174 (aunque cerraba a 1,165).

20 mayo, 2003

En apariencia, el detonante fueron nuevas declaraciones de John Snow, secretario norteamericano de Hacienda. Luego de insistir que Washington seguía buscando un “dólar fuerte” (el sábado en Deauville, durante la reunión del G-7), ayer dio a entender que su gobierno no mantendría esa meta entre sus prioridades. Pero el abrupto avance del euro (casi 2% en una hora, Nueva York) reflejaba, esencialmente, crecientes dudas sobre la economía real en Estados Unidos y la Unión Europea, amén de una nueva crisis bancaria en Japón, que presionaba contra el yen.

Ahora, Snow sostiene que “el 22% de retroceso mostrado por el dólar en los últimos doce meses es bastante moderado. Aparte, hoy nos preocupa más la confianza de inversores y consumidores”. A US$ 1,165, el euro avanza 1,13% en el día, 4,3% en el mes y 11,5% en el año. Si se excluye el precio en el día del lanzamiento (US$ 1,1832, el 30 de diciembre de 1998), el euro nunca estuvo a los niveles de la víspera.

Mientras tanto, el estancamiento económico y los temores deflacionarios consiguientes licuaron la “miniburbuja” bursátil de la semana pasada. Fráncfort experimentó un desplome de 4,63%, en tanto Londres cedía 2,66% y 3,44% el DJ Eurostoxx 50. En Wall Street, el Dow Jones Industrial perdía 2,23, el Standard&Poor’s 500 2,53% y 2,96% el Nasdaq compuesto.

“Por vez primera en muchos años, el gobierno sugiere que se siente conforme con un dólar en continua baja. Indirectamente –señala Hartford Investment Management, una cartera de US$ 2.500 millones-, parece desear un euro a 1,40 en pocos meses y creer que promovería exportaciones al punto de convertirlas en facto estimulante. Pero 68% de la economía depende de un consumo que se muestra reticente”.

En apariencia, el detonante fueron nuevas declaraciones de John Snow, secretario norteamericano de Hacienda. Luego de insistir que Washington seguía buscando un “dólar fuerte” (el sábado en Deauville, durante la reunión del G-7), ayer dio a entender que su gobierno no mantendría esa meta entre sus prioridades. Pero el abrupto avance del euro (casi 2% en una hora, Nueva York) reflejaba, esencialmente, crecientes dudas sobre la economía real en Estados Unidos y la Unión Europea, amén de una nueva crisis bancaria en Japón, que presionaba contra el yen.

Ahora, Snow sostiene que “el 22% de retroceso mostrado por el dólar en los últimos doce meses es bastante moderado. Aparte, hoy nos preocupa más la confianza de inversores y consumidores”. A US$ 1,165, el euro avanza 1,13% en el día, 4,3% en el mes y 11,5% en el año. Si se excluye el precio en el día del lanzamiento (US$ 1,1832, el 30 de diciembre de 1998), el euro nunca estuvo a los niveles de la víspera.

Mientras tanto, el estancamiento económico y los temores deflacionarios consiguientes licuaron la “miniburbuja” bursátil de la semana pasada. Fráncfort experimentó un desplome de 4,63%, en tanto Londres cedía 2,66% y 3,44% el DJ Eurostoxx 50. En Wall Street, el Dow Jones Industrial perdía 2,23, el Standard&Poor’s 500 2,53% y 2,96% el Nasdaq compuesto.

“Por vez primera en muchos años, el gobierno sugiere que se siente conforme con un dólar en continua baja. Indirectamente –señala Hartford Investment Management, una cartera de US$ 2.500 millones-, parece desear un euro a 1,40 en pocos meses y creer que promovería exportaciones al punto de convertirlas en facto estimulante. Pero 68% de la economía depende de un consumo que se muestra reticente”.

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