Cristina buscará un aval político del secretario del Tesoro de EE.UU. para refinanciar la deuda con el Club de París

La candidata tiró líneas para que la reciba Paulson y le dé el visto bueno a la vía alternativa conversada con Strauss-Khan para que la Argentina pueda cumplir el requisito de pasar por el FMI, sin ser auditada.

18 septiembre, 2007

Ésto, antes de negociar con los acreedores europeos la salida del default.

En la agenda del viaje a Estados Unidos que planea realizar el matrimonio Kirchner, hay un casillero vacío aún, pero que atrae los desvelos de la candidata presidencial: una entrevista en trámite con el secretario del Tesoro de Estados Unidos, Henry Paulson.

Cristina Fernández había quedado muy impresionada con la charla que mantuviera en Buenos Aires con el virtual nuevo director gerente del Fondo Monetario Internacional, Dominique Strauss-Khan, en la que el ex ministro francés insinuara que podría haber caminos alternativos a las auditorías, rechazadas por el gobierno argentino, para que el plan económico de Kirchner reciba un espaldarazo de la institución que le abra camino a una negociación con el Club de París.

En su visita al país, Strauss-Khan tuvo que salir a aclarar públicamente que el único modo de regularizar el default de us$ 6.300 millones con el Club de París es pagar al contado con reservas, si no se aceptan los pasos contingentes del Fondo como instancia previa.

Pero dentro de sus planes, que expuso en misión proselitista y fueron interpretados como una solución a medida para la Argentina, figuran líneas de financiamiento a la constitución de reservas, que no requerirán de intromisión alguna del FMI en las economías domésticas de los países que quieran tomarlas.

En principio, se trata de un proyecto anunciado en el marco de su campaña por juntar votos para ser electo en el máximo cargo ejecutivo durante la próxima asamblea general, a realizarse en Washington casi en coincidencia con el comicio del que podría resultar ungida Presidenta Cristina Kirchner.

Así, la charla entre ambos estuvo rodeada de la informalidad propia de que ninguno ha sido convalidado en el cargo al que aspira. Ni el francés era director gerente del Fondo ni Cristina primera mandataria al momento de buscar una salida para el default.

La intención de la candidata oficialista de ser recibida por Paulson es para obtener un aval político del Tesoro de Estados Unidos a la alternativa tratada con Strauss-Khan de que Argentina reingrese en el sistema del Fondo, pero sin pagar el costo político de aceptar las auditorías.

De hecho, el staff técnico analizar la marcha de la economía de todos los países miembros, estén o no dentro de programas de estabilización, y así a la Argentina le tocó recibir críticas en los comunicados públicos, principalmente, por la inflación creciente, el gasto fiscal y la crisis energética.

La influencia que el Tesoro tiene en las decisiones del FMI es decisiva e indispensable, por más que se recojan apoyos de los gobiernos europeos que integran el G7.

De ello se percató la senadora cuando estuvo en Alemania con Angela Merkel y por eso considera tan necesario un encuentro con Paulson previo al recambio de autoridades en el Fondo como una foto con Hillary Clinton.

Las alusiones que hiciera Martín Redrado sobre la inflación en Gran Bretaña no son ajenas a esta estrategia de acercamiento a la comunidad internacional, por más que después se pusieran a andar dentro de las fronteras los antídotos comunicacionales del gobierno para relativizar internamente esas declaraciones.

El fantasma de la inflación

El debate central que afecta actualmente a los norteamericanos tiene que ver con las consecuencias que una baja en las tasas de interés que disponga la Reserva Federal para enfrentar los efectos de la crisis subprime, agravados por el peligro de derrumbe de bancos europeos, no empiece atizando la inflación primero para desembocar en recesión de inmediato.

Aunque los funcionarios del gobierno argentino nieguen que les preocupe la inflación, la sola perspectiva dentro de su país aterra a los ciudadanos norteamericanos, lo cual pone en un brete la política anticrisis de la Reserva Federal.

Ya está asumida en EE.UU. la ralentización de la economía y una cierta depreciación de la moneda, pero nadie digiere que la inflación la traslade derecho hacia la recesión. Tampoco la situación mundial da como para sobrellevar un parate norteamericano y el efecto en cadena que produciría en el resto de los países.

La reforma del FMI que sonó como música a los oídos de la actual primera dama argentina concede una mayor participación en las decisiones a los miembros, según las reservas que atesoran, lo cual daría algo más de peso a países más activos en su acumulación, como el nuestro.

Los lineamientos en cuestión podrían ser interpretados como un triunfo de los países más rebeldes hacia la institución, como la Argentina, que se atribuirían un triunfo político al ejecutarse los cambios en los aspectos más criticados en todo el discurso anti-Fondo.

Paulson ya brindó su apoyo a la candidatura de Strauss-Khan, lo cual representa una oportunidad “en caliente” para Cristina Kirchner para buscar un respaldo a lo conversado con el sucesor de Rato en Buenos Aires.

Ésto, antes de negociar con los acreedores europeos la salida del default.

En la agenda del viaje a Estados Unidos que planea realizar el matrimonio Kirchner, hay un casillero vacío aún, pero que atrae los desvelos de la candidata presidencial: una entrevista en trámite con el secretario del Tesoro de Estados Unidos, Henry Paulson.

Cristina Fernández había quedado muy impresionada con la charla que mantuviera en Buenos Aires con el virtual nuevo director gerente del Fondo Monetario Internacional, Dominique Strauss-Khan, en la que el ex ministro francés insinuara que podría haber caminos alternativos a las auditorías, rechazadas por el gobierno argentino, para que el plan económico de Kirchner reciba un espaldarazo de la institución que le abra camino a una negociación con el Club de París.

En su visita al país, Strauss-Khan tuvo que salir a aclarar públicamente que el único modo de regularizar el default de us$ 6.300 millones con el Club de París es pagar al contado con reservas, si no se aceptan los pasos contingentes del Fondo como instancia previa.

Pero dentro de sus planes, que expuso en misión proselitista y fueron interpretados como una solución a medida para la Argentina, figuran líneas de financiamiento a la constitución de reservas, que no requerirán de intromisión alguna del FMI en las economías domésticas de los países que quieran tomarlas.

En principio, se trata de un proyecto anunciado en el marco de su campaña por juntar votos para ser electo en el máximo cargo ejecutivo durante la próxima asamblea general, a realizarse en Washington casi en coincidencia con el comicio del que podría resultar ungida Presidenta Cristina Kirchner.

Así, la charla entre ambos estuvo rodeada de la informalidad propia de que ninguno ha sido convalidado en el cargo al que aspira. Ni el francés era director gerente del Fondo ni Cristina primera mandataria al momento de buscar una salida para el default.

La intención de la candidata oficialista de ser recibida por Paulson es para obtener un aval político del Tesoro de Estados Unidos a la alternativa tratada con Strauss-Khan de que Argentina reingrese en el sistema del Fondo, pero sin pagar el costo político de aceptar las auditorías.

De hecho, el staff técnico analizar la marcha de la economía de todos los países miembros, estén o no dentro de programas de estabilización, y así a la Argentina le tocó recibir críticas en los comunicados públicos, principalmente, por la inflación creciente, el gasto fiscal y la crisis energética.

La influencia que el Tesoro tiene en las decisiones del FMI es decisiva e indispensable, por más que se recojan apoyos de los gobiernos europeos que integran el G7.

De ello se percató la senadora cuando estuvo en Alemania con Angela Merkel y por eso considera tan necesario un encuentro con Paulson previo al recambio de autoridades en el Fondo como una foto con Hillary Clinton.

Las alusiones que hiciera Martín Redrado sobre la inflación en Gran Bretaña no son ajenas a esta estrategia de acercamiento a la comunidad internacional, por más que después se pusieran a andar dentro de las fronteras los antídotos comunicacionales del gobierno para relativizar internamente esas declaraciones.

El fantasma de la inflación

El debate central que afecta actualmente a los norteamericanos tiene que ver con las consecuencias que una baja en las tasas de interés que disponga la Reserva Federal para enfrentar los efectos de la crisis subprime, agravados por el peligro de derrumbe de bancos europeos, no empiece atizando la inflación primero para desembocar en recesión de inmediato.

Aunque los funcionarios del gobierno argentino nieguen que les preocupe la inflación, la sola perspectiva dentro de su país aterra a los ciudadanos norteamericanos, lo cual pone en un brete la política anticrisis de la Reserva Federal.

Ya está asumida en EE.UU. la ralentización de la economía y una cierta depreciación de la moneda, pero nadie digiere que la inflación la traslade derecho hacia la recesión. Tampoco la situación mundial da como para sobrellevar un parate norteamericano y el efecto en cadena que produciría en el resto de los países.

La reforma del FMI que sonó como música a los oídos de la actual primera dama argentina concede una mayor participación en las decisiones a los miembros, según las reservas que atesoran, lo cual daría algo más de peso a países más activos en su acumulación, como el nuestro.

Los lineamientos en cuestión podrían ser interpretados como un triunfo de los países más rebeldes hacia la institución, como la Argentina, que se atribuirían un triunfo político al ejecutarse los cambios en los aspectos más criticados en todo el discurso anti-Fondo.

Paulson ya brindó su apoyo a la candidatura de Strauss-Khan, lo cual representa una oportunidad “en caliente” para Cristina Kirchner para buscar un respaldo a lo conversado con el sucesor de Rato en Buenos Aires.

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