Recesión, un debate sobre cómo estallará y qué hacer

Si George W.Bush, en efecto, cree que habrá recesión, probablemente reacciones como en 2001 ante riesgos similares. O sea, rebajará impuestos a sectores de altos ingresos, empresas y dividendos bursátiles. Pero no a la clase media.

9 enero, 2008

Wall Street, naturalmente, apuesta a màs de lo mismo, al menos hasta que este presidente deje el poder en enero de 2009. Michael Bloomberg, dueño de la agencia noticiosa homónima y precandidato independiente, tiene un programa similar al de Bush o Henry Paulson. Por supuesto, en el congreso los demócratas tiene otras ideas.

Muhcos propondrán medidas para rebajar impuestos al grueso de los contribuyentes, no a los estamentos más ricos. En pleno año electoral, también propondrán medidas temporarias para mejorar la situación de los asalariados urbanos.

Probablemente, la verdadesa batalla será entre acciones a corto y largo plazo. Tenaz, Bush insistía esta semana en combatir la recesión ampliando más allá de 2010 las espectaculares rebajas impositivas a los sectores más prósperos, al decir a su base de votos. En verdad, se trata de una tendencia iniciada en la gestión de Ronald Reagan vía el ofertismo del senador Jack Kemp. Esa fórmula fue copiada en Argentina por Domingo F.Cavallo, pero con un ingrediente perverso: la convertibilidad rígida uno por uno.

La postura demócrata es fundamentalmente distinta y tiene un antecedente: el programa socioeconómico lanzado en noviembre por Barack Obama. Economistas y analistas de su partido admiten medidas temporarias para apoyar a los sectores eventualmente màs golpeados por una recesion o un estancamiento inflacionario (estanflación).

Ese paquete incluiría un aumento de subsidios al desempleo, adiestramiento en planta, descuentos impositivos sobre aportes patronales para seguridad social y reembolsos tributarios a personal de ingresos bajo y medios. La variante disgusta a ex funcionarios de William J.Clinton, hoy allegados a Wall Street o la gran banca. Así, Robert Rubin se olvida de sus libros y, junto con Lawrence Summers, prefieren soluciones ortodoxas: disciplina fiscal y recorte del défictt federal. Nada de eso podría desactivar una recesión.

Sus opositores internos afirman que esa línea es por demás monetarista y está obsesida por un equilibrio presupuestario que el goberno republicano viene demoliendo desde 2003 vía aventuras bélicas en Irak, Afganistán, etc. Esos demócratas son en esencia neokeynesianos.

En la otra vereda, Martin Feldstein (Harvard), asesor de legisladores republicanos, teme que el riesgo recesivo supera el 50% de probabilidades. Hace poco, sugirió una “paquete de estímulos contingentes”, por si el desempleo crece durante tres meses seguidos. Kevin Hassett (American Enterprise Institute, un “lobby” archiconservador) sostiene –claro- que el congreso debiera otorgar más facilidades tributarias al sector privado.

En anterior recesión, Bush hizo claro que su meta era imponer una agenda basada en formalizar para siempre las ventajas impositivas a los más ricos, sus compañías, dividendos y explotaciones primarias. A la inversa, el fantasma de la estanflación impulsa a mchos demócratas a proponer rebajas tributarias a los sectores menos prósperos y planes de gastos que estimulen la economía fìsica.

Tienen un problema: esta medidas debieran ser solventadas con recortes y ahorros en otras áreas. Por ejempolo, el gasto militar, los subsidios al negocios petrolero y agrícola, etc. Pese ese tipo de iniciativas chocará con Bush, su tendencias a abusar del veto y el apoyo que conserva en una parte de la escasa mayoría demócrata en el senado. Posiblemente, una froma seria deba esperar hasta enero de 2009, salvo que la temida recesión se abata antes de lo supuesto.

Wall Street, naturalmente, apuesta a màs de lo mismo, al menos hasta que este presidente deje el poder en enero de 2009. Michael Bloomberg, dueño de la agencia noticiosa homónima y precandidato independiente, tiene un programa similar al de Bush o Henry Paulson. Por supuesto, en el congreso los demócratas tiene otras ideas.

Muhcos propondrán medidas para rebajar impuestos al grueso de los contribuyentes, no a los estamentos más ricos. En pleno año electoral, también propondrán medidas temporarias para mejorar la situación de los asalariados urbanos.

Probablemente, la verdadesa batalla será entre acciones a corto y largo plazo. Tenaz, Bush insistía esta semana en combatir la recesión ampliando más allá de 2010 las espectaculares rebajas impositivas a los sectores más prósperos, al decir a su base de votos. En verdad, se trata de una tendencia iniciada en la gestión de Ronald Reagan vía el ofertismo del senador Jack Kemp. Esa fórmula fue copiada en Argentina por Domingo F.Cavallo, pero con un ingrediente perverso: la convertibilidad rígida uno por uno.

La postura demócrata es fundamentalmente distinta y tiene un antecedente: el programa socioeconómico lanzado en noviembre por Barack Obama. Economistas y analistas de su partido admiten medidas temporarias para apoyar a los sectores eventualmente màs golpeados por una recesion o un estancamiento inflacionario (estanflación).

Ese paquete incluiría un aumento de subsidios al desempleo, adiestramiento en planta, descuentos impositivos sobre aportes patronales para seguridad social y reembolsos tributarios a personal de ingresos bajo y medios. La variante disgusta a ex funcionarios de William J.Clinton, hoy allegados a Wall Street o la gran banca. Así, Robert Rubin se olvida de sus libros y, junto con Lawrence Summers, prefieren soluciones ortodoxas: disciplina fiscal y recorte del défictt federal. Nada de eso podría desactivar una recesión.

Sus opositores internos afirman que esa línea es por demás monetarista y está obsesida por un equilibrio presupuestario que el goberno republicano viene demoliendo desde 2003 vía aventuras bélicas en Irak, Afganistán, etc. Esos demócratas son en esencia neokeynesianos.

En la otra vereda, Martin Feldstein (Harvard), asesor de legisladores republicanos, teme que el riesgo recesivo supera el 50% de probabilidades. Hace poco, sugirió una “paquete de estímulos contingentes”, por si el desempleo crece durante tres meses seguidos. Kevin Hassett (American Enterprise Institute, un “lobby” archiconservador) sostiene –claro- que el congreso debiera otorgar más facilidades tributarias al sector privado.

En anterior recesión, Bush hizo claro que su meta era imponer una agenda basada en formalizar para siempre las ventajas impositivas a los más ricos, sus compañías, dividendos y explotaciones primarias. A la inversa, el fantasma de la estanflación impulsa a mchos demócratas a proponer rebajas tributarias a los sectores menos prósperos y planes de gastos que estimulen la economía fìsica.

Tienen un problema: esta medidas debieran ser solventadas con recortes y ahorros en otras áreas. Por ejempolo, el gasto militar, los subsidios al negocios petrolero y agrícola, etc. Pese ese tipo de iniciativas chocará con Bush, su tendencias a abusar del veto y el apoyo que conserva en una parte de la escasa mayoría demócrata en el senado. Posiblemente, una froma seria deba esperar hasta enero de 2009, salvo que la temida recesión se abata antes de lo supuesto.

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