Entre mofas, se pone en peligro la unidad europea
Václav Klaus se burla de Nicolas Sarkozy –su antecesor al frente de la Unión Europea- porque “quiere eternizarse en el sillón”. Estos frecuentes roces entre franceses y checos le impiden a la Unión Europea actuar de consuno ante la crisis sistémica.
17 febrero, 2009
<p>Pero también evidencian las cesuras internas entre los veintisiete socios de la UE, varios de ellos incorporados con fórceps en 2005. Un grupo –Gran Bretaña, España, Benelux, Portugal, casi todos los nuevos, etc.- se aferra al libre mercado. El otro (donde figuran pesos pesados como Alemania, Francia o Italia) prefiere cierta intervención estatal. <br />
Además, hay asimetría entre quienes usan el euro (dieciséis) y quienes no reúnen todavía condiciones para ello. En el plano político, existe una clara brecha ente el núcleo occidental fundador y las economías centrorientales. A ello se agregan dos islas (Malta, y 2/3 de Chipre) sólo útiles como instrumentos de Estados Unidos y Gran Bretaña. <br />
A criterio de los monetaristas, esas divisiones se agravan hoy por síntomas proteccionistas -generados por la crisis internacional- que socavan el sueño de un mercado común consagrado al libre comercio. Según Praga y otros socios nuevos, Francia pone en ridículo esa idea. No obstante, Klaus mismo nunca les tuvo simpatía a la UE ni a la Eurozona. <br />
Por cierto, a Sarkozy le costó entregar la presidencia rotatoria de la UE. Por otro lado, tacha a los checos de lentos para reaccionar ante la crisis sistémica. A su vez, el primer ministro Mirek Topolanek acusa a los galos de irresponsables y megalómanos, mientras la alemana Angela Merkel intenta calmar los ánimos.<br />
En los hechos, la República Checa es pequeña, no está en el consejo de seguridad ni en la Eurozona; aunque sí en polémica Organización del Tratado Noratlántico (OTAN). Pero sus afinidades eslavas le permitieron hace poco mediar entre Rusia y Ucrania, por el gas natural, e impedir que Bulgaria y Eslovaquia quebrasen la unidad europea.<br />
Pero, después, Sarkozy (húngaro étnico) prometió € 7.800 millones a sus automotrices si “repatriaban empleos exportados” a países con mano de obra barata y citó específicamente a la República Checa. Si Merkel lo imitase, habría problemas con Polonia, Eslovaquia y Hungría. Acá juega la geografía histórica: salvo Varsovia –nunca prorrusa-, subsiste un enorme bloque de países eslavos entre Rusia, el Adriático y los Balcanes. <br />
“En tiempos revueltos, resurgen atavismos”, señala Karel Schwarzenberg, descendiente de príncipes austríacos pero canciller checo. “Les temo a los lemas nacionalistas que florecían durante la hiperinflación de los años 20 y culminaron en los regímenes totalitarios de los 30”.</p>
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