Malestar en Yemen a la sombra de al-Qaeda

Por un lado, se añaden quince muertos al haber yemení y presionan sobre el gobierno. Por otro, la presencia de Estados Unidos y su aparato de inteligencia han perdido peso. Mientras, la rama local de al-Qaeda es la más dura fuera de Afganistán-Pakistán.

5 abril, 2011

<p>En este clima que cunde en el &aacute;ngulo sudoeste de la pen&iacute;nsula ar&aacute;biga, las operaciones contraterroristas occidentales &ndash;y saud&iacute;es-, se hallan congeladas. Pero las c&eacute;lulas de la organizaci&oacute;n m&uacute;ltiple act&uacute;an con creciente libertad en el antiguo reino de Saba, planeando &ndash;sostiene Washington- atentados en Am&eacute;rica anglosajona y media Europa. <br />
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La volatilidad pol&iacute;tica rodea al presidente vitalicio Al&iacute; Abdull&aacute; Saleh (28 a&ntilde;os en el poder), a quien jefes y unidades militares le desertan. Las restantes van siendo llamadas a la capital, Sana para respaldar un r&eacute;gimen tambaleante. Naturalmente, las filiales de al-Qaeda no han perdido tiempo &ndash;opina Robert Gates, secretario de defensa heredado de George W. Bush- en llenar parte del vac&iacute;o. Mientras, la polic&iacute;a es objeto de mayores ataques en las &uacute;ltimas semanas. <br />
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Seg&uacute;n afirman funcionarios del Pent&aacute;gono, est&aacute;n filtr&aacute;ndose en Yemen, v&iacute;a Somal&iacute;a, guerrilleros y comandantes de baja jerarqu&iacute;a. Provienen de Afganist&aacute;n, Pakist&aacute;n, Sud&aacute;n, Filipinas, etc. Al respecto, los agentes de la CIA est&aacute;n divididos y no saben a ciencia cierta si la crisis pol&iacute;tica local atrae m&aacute;s mercenarios de los normales. <br />
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En conjunto, esos factores siembran la alarma en los pasillos de Washington, Londres, Par&iacute;s, Berl&iacute;n, Beirut, Bagdad, Angora y Tel Aviv. En un contexto tan endeble, EE.UU., Gran Breta&ntilde;a y Saudiarabia deben desplazar a Saleh sin poner en peligro las operaciones contraterroristas que a&uacute;n siguen su curso en Yemen. No obstante, la misma situaci&oacute;n explica por qu&eacute; Washington se torna cada d&iacute;a m&aacute;s remiso a apoyar a Saleh, otrora un aliado estrecho. En efecto, su valor como aliado en la lucha antiterrorista viene mermando desde que estallaron las revueltas urbanas y tribales. <br />
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Algunos expertos en la regi&oacute;n &ndash;que cubre la salida del mar Rojo- observan que la larga hegemon&iacute;a de Saleh, hoy en franco declive, se acerca a un desenlace. Por ello, puede estar retirando fuerzas de la lucha contra al-Qaeda en el norte, con la idea de extorsionar a estadounidenses y saud&iacute;es y hacerlos emular la violenta intervenci&oacute;n en Bahrein.<br />
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<p>Un hijo y tres sobrinos del presidente están al frente de las cuatro agencias a cargo de seguridad y antiterrorismo, equipadas y adiestradas por el Pentágono. Si caen junto a Saleh, sus actividades quedarían en manos poco experimentadas.<br />
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Pero quizá lo más preocupante es la pila de datos recogidos o interceptados sobre la rama yemení de al-Qaeda. Esto abarca discusiones en torno de ulteriores ataques dentro o fuera del país, como revelaba el Washington Post a fines de marzo. Aquel grupo es responsable por el fallido intento de hacer estallar un avión de pasajeros con rumbo a Detroit (nochebuena de 2009) y plantar cargas explosivas en vuelos destinados a Chicago, en octubre último.<br />
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Una estrella de la insurgencia, sostienen en la CIA, es Anwar al-Awlakí, un clérigo yemení naturalizado estadounidense, propagandista de Osama bin Laden y adoctrinador de los suyos. Tras largo tiempo, Awlakí rompió el silencio sobre la ola de levantamientos en el mundo árabe. Lo hizo con brillantez en el último número de Inspire, revista en inglés de la secta, donde predijo ulteriores caídas de regímenes autocráticos.<br />
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Por su parte, el gobierno de Sana languidece día a día, entre convulsiones que sacuden varias partes de un país empobrecido. Agentes norteamericanos detectan malestar en las provincias de Shabwa, reducto norte de al-Qaeda, y Abyán, en el sur, donde el grupo tiene una base. <br />
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El actual brote de violencia, iniciado el lunes, marca –dicen observadores egipcios e iraquíes- el rompimiento yemení con Washington y tal vez Riyadh. Al parecer, la Casa Blanca resolvió que Saleh debe abandonar el poder. Ese día y el martes, policías y agentes de civil disparaban desde los techos mientras las calles se cubrían con millares de ciudadanos iracundos. Sumando las cinco mayores ciudades, la noche del martes se contaban quince muertos y cientos de heridos. Una coalición de partidos opositores imploraba el martes a la Liga Árabe y a EE.UU. sacar del país a Saleh y su parentela.</p>

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