El gran dilema: si China invierte, ¿quién pierde?

Durante treinta años, los países ricos han colocado miles de millones de dólares en el gigante oriental. Esa corriente fue clave para uno de los auges más notables de la historia. Hoy su rebote inquieta a EE.UU. y un análisis recientemente difundido explica las razones.

6 mayo, 2011

<p>En efecto, no hizo falta seguir los pasos de Warren Buffett y su fondo Berkshire Hathaway paea advertir que China quiere devolverles favores a las econom&iacute;as centrales. Cabe indagar si la mayor de ellas est&aacute; dispuesta a aceptar ese gesto as&iacute; como as&iacute;.<br />
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Repleta de capitales creados por &ndash; enormes- super&aacute;vit comercial y de pagos, due&ntilde;a de las mayores reservas en el mundo, Beijing comienza a desplegar su riqueza por los cuatro rincones de la Tierra. Esto incluye minas cupr&iacute;feras en &Aacute;frica, explotaciones de hierro en Australia y hasta un proyecto de esquistos gas&iacute;feros en el coraz&oacute;n de Texas.<br />
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El estudio fue encargado por la Asia Society (Nueva York) y el Centro Woodrow Wilson para Acad&eacute;micos Internacionales (WWCIS, Washington). Entre otras conclusiones, estima que, durante la presente d&eacute;cada (2011/20), China podr&iacute;a colocar alrededor de dos billones (millones de millones) de d&oacute;lares en empresas, plantas o bienes ra&iacute;ces del exterior. Semejante inyecci&oacute;n probablemente fomente el crecimiento en Norteam&eacute;rica y Europa entera.<br />
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Pero el informe, entregado a los medios en presencia de Gary Locke, secretario de comercio (eso lo torna en semioficial), tambi&eacute;n advierte que Estados Unidos puede perder en la carrera por esos flujos. Eso se deber&iacute;a a divergencias pol&iacute;ticas, rivalidades y una idea muy arraigada: las inversiones chinas no son bien vistas en la Uni&oacute;n.<br />
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&ldquo;Si no se eliminan interferencias pol&iacute;ticas &ndash;afirma el trabajo-, peligrar&aacute;n varias ventajas de esas potenciales colocaciones. Por ejemplo, creaci&oacute;n de puestos laborales, consumo o hasta aportes a la renovaci&oacute;n de infraestructuras. Todo ello afluir&aacute; a nuestros competidores a ambos lados del Atl&aacute;ntico&rdquo;. Mientras bancos de Wall Street cabildeen en pos de inversiones chinas, esperando r&eacute;ditos, Washington se ve remiso. Como si Barack Obama no hubiese dado la bienvenida a capitales chinos (e indios) <br />
Sin duda, la ret&oacute;rica antichina prospera en el Capitolio y en varios estados. Una inquietud frecuente &ndash;obsesiva en el Pent&aacute;gono- es que las compa&ntilde;&iacute;as del gigante, parcial o totalmente de propiedad estatal, aprovechen para obtener secretos militares. Otro temor, casi tan poco racional, es que las empresas china adquieran firmas con plantas industriales en EE.UU., las cierren y las muden al reino celeste.<br />
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Por supuesto, Beijing ya es una fuerza en los mercados globales. En pocos a&ntilde;os, ha prestado miles de millones a naciones en desarrollo o subdesarrolladas. Al mismo tiempo, sus compa&ntilde;&iacute;as adquir&iacute;an participaciones minoritarias en &ldquo;potencias privadas&rdquo; estilo R&iacute;o Tinto, Morgan Stanley o Blackstone Group. China, adem&aacute;s, pesa en los mercados de deuda. As&iacute;, posee alrededor de US$ 1,6 billones en letras del tesoro, una &ldquo;inversi&oacute;n&rdquo; que permite mantener bajas las tasas estadounidenses y refinanciar la enorme deuda en t&iacute;tulos emitidos por el pa&iacute;s.<br />
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No obstante, China &ndash;observa el estudio- &ldquo;sigue siendo un jugador relativamente peque&ntilde;o en cuanto a inversiones externas directas (IED). Ello abarca compras de papeles con derecho a voto en empresas y bancos, aparte de colocaciones en proyectos inmobiliarios &ldquo;verdes&rdquo; en tierras antes no colonizadas. En 2010, las IED totalizaron unos US$ 59.000 millones, contra los 300.000 millones de Estados Unidos. Con Beijing empujando a sus grandes conglomerados a salir al mundo e invertir en activos, recursos y tecnolog&iacute;a, su aporte podr&aacute; alcanzar pronto US$ 100.000 a 200.000 millones por a&ntilde;o.<br />
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Pero el <em>lobby </em>antichino del Congreso es fuerte y lo encabeza el senador dem&oacute;crata Jack Reed (Rhode Island) Esto explica que, en el curso del tiempo, una serie de esquemas haya sido bloqueada por reguladores o atacada por los pol&iacute;ticos. Su pretexto es el mismo: China puede penetrar en &aacute;reas tecnol&oacute;gicas estrat&eacute;gicas o controlar valiosos recursos naturales, renovables o no.<br />
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