¿Buscaría Alemania que se partiera el euro?

“Cuénteme cómo termina esto” es la pregunta favorita del general David Petraeus cuando le hablan de Afganistán o Pakistán luego de Osama bin Laden. Igual interrocante se formulan quienes contemplan la crisis del euro. Máxima en la fase actual.

27 mayo, 2011

<p>Incapaces de tender un cord&oacute;n de fuego &ndash;<em>firewall</em>, claro- alrededor de Grecia en su momento, el Banco Central Europeo, el Fondo Monetario Internacional y el Eurogrupo cifran esperanzas en Irlanda y Portugal. Quiz&aacute; para no afrontar el caso espa&ntilde;ol ni encarar el papel alem&aacute;n en la crisis.</p>
<p>En cada ocasi&oacute;n, los paquetes de rescate efectivos o en potencia despiertan un insano apetito en los mercados que especulan con bonos soberanos. Sin duda, desde el mi&eacute;rcoles, Italia &ndash;cuarta econom&iacute;a de la Eurozona- es la presa favorita. Pero, si la brigada de salvamento debe acudir en ayuda de Madrid, el propio futuro del euro quedar&aacute; en la cuerda floja.<br />
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Por ende, la cuesti&oacute;n de c&oacute;mo termina esto resulta tan obvia como urgente, aunque sea endemoniadamente dif&iacute;cil de resolver. Un grupo de analistas cree, por cierto, que el euro eventualmente se romper&aacute; por imperio de sus propias contradicciones. Habr&aacute;, eso s&iacute;, un verdugo: Alemania, el pa&iacute;s m&aacute;s fuerte y pr&oacute;spero de la Uni&oacute;n Europea.Al respecto, medios&nbsp; tan influyentes como <em>Financial Times, Le monde, Der Spiegel, Neue Z&uuml;rcher, Die Welt o Stockholms dagbladet </em>coinciden en un punto clave: la crisis&nbsp; europea fue detonada por la inflexibilidad germana.<br />
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A su vez, empero, los alemanes mismos tienen muchas razones para criticar el papel de la moneda &uacute;nica. Su econom&iacute;a, tras la reincorporaci&oacute;n del tercio oriental (1990/1), atraves&oacute; un doloroso decenio de ajustes salariales y recortes en servicios p&uacute;blicos. Hoy, muchos votantes est&aacute;n enojados con Bruselas, el BCE y la comisi&oacute;n europea, porque los hacen solventar econom&iacute;as poco responsables o tan venales como Grecia.<br />
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Cuando se firm&oacute; en Maastricht (1992) el pacto de estabilidad y crecimiento, se les prometi&oacute; a los alemanes que el euro ser&iacute;a tan firme como el marco y las econom&iacute;as m&aacute;s eficientes no rescatar&iacute;an a las ineficientes. Ambos compromisos corren peligro de naufragar, valga la iron&iacute;a, a ra&iacute;z de salvamentos tan onerosos como frustrantes. En el fondo de todo hay un error pol&iacute;tico de campanillas: inflar la Eurozona a diecisieta miembros y, a&ntilde;os antes, llevar a veintisiete los socios de la UE.<br />
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La &ldquo;politiquer&iacute;a de Par&iacute;s, Bruselas y Londres &ndash;sostienen en Berl&iacute;n- admiti&oacute; miembros tan insignificantes o poco desarrollados como Malta, parte de Chipre o Bulgaria. Mientras tanto, se frena el ingreso de Turqu&iacute;a&rdquo;. En la presente fase, surge otro riesgo en Alemania, debido a los descalabros electorales oficialistas. La corte constitucional de la rep&uacute;blica podr&iacute;a declarar ilegal la participaci&oacute;n del gobierno federal en los rescates. Eso responde la pregunta del principio: Berl&iacute;n, en efecto, terminar&aacute; con el euro. <br />
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