Fondos de cobertura, amenazados por bonos chatarra en insolvencia
Para muestra, basta un botón. Semanas atrás, un asesor de esos fondos especulan con derivados- trataba de acotar efectos de la crisis que atravesaba Bear Stearns, firma de valores luego vendida a JP Morgan Chase.
22 mayo, 2008
<p>El experto operaba para la consultoría Credit Derivatives Research, nada menos. El 14 de marzo, en efecto, las acciones de Bear Stearns se desplomaron casi 50%. Varios clientes de CDR, que tenían dinero y otros activos en BS, temblaban esperando la bancarrota de la firma. ¿Debían proteger sus colocaciones comprando pases contra créditos en cese de pagos?</p>
<p>Se trata de un tipo de cobertura que les aseguraba recobrar inversiones a valor nominal si BS se hundía. Pero no era tan fácil, pues el precio de los pases rozaba las nubes y los bancos que los vendían arriesgaban, a su vez, el colapso. Si BS cayese, arrastraría a otros.</p>
<p>Como vienen explicándolo desde hace varios años algunos economistas serios, la mezcla de derivativos e intermediarios financieros o bursátiles proclives a la especulación pura “significa la muerte del crédito y el dinero, tal como los concebíamos” (Joel Kurtzman, 1994). Ese tipo de pases -llamados “contrapartes”- no aseguran que haya solvencia necesaria para ser cubiertos.</p>
<p>No obstante, superada la crisis con la venta de BS –forzada desde la secretaría de hacienda y la Reserva Federal-, el mercado de “contrapartes” sobrevivió Pero, como advirtiera después el megafinancista George Soros, “cualquier reacción en cadena en ese segmento puede desencadenar la siguiente crisis financiera general”, cuando la actual no termina de resolverse.</p>
<p>Hay un rasgo irónico en esta historia. Justamente a principios de los 90, mientras gente como Kurtzman alertaba contra instrumentos especulativos puros, JP Morgan (todavía no había comprado Chase Manhattan) creó los pases de créditos en insolvencia (CDS en inglés). Hoy este segmento tan volátil, no regulado ni monitoreado, representa deudas por US$ 62 billones. La ausencia de contralor refleja la influencia de esos operadores sobre la RF, el poder ejecutivo y el legislativo.</p>
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