Lo que India debería copiar de China

La 16° elección general en la India fue un gran ejercicio de democracia: 550 millones de personas  ejercieron su derecho a votar. El nuevo gobierno deberá superar obstáculos políticos al crecimiento económico.

3 diciembre, 2014

 El nuevo primer ministro será Narendra Modi del conservador partido Bharatiya Janata (BJP), que presidió el rápido crecimiento económico en sus 13 años como ministro jefe del estado de Gujarat, en la costa noroeste de India. Modi ganó porque la mayoría de los indios cree que puede lograr crecimiento más rápido para todo el país.

 

La elección demostró cuán diferente es India en términos políticos de su gigantesco vecino, la autocrática China. Ahora, sin embargo, el nuevo gobierno debe tratar de imitar el gran progreso económico que  logró China  en los últimos treinta años.  Para lograrlo, tendrá que fomentar, en un contexto político diferente, dos ingredientes fundamentales el éxito económico chino. Es la opinión que Michael Mandelbaum vierte en la publicación del World Economic Forum.

  

El primer ingrediente es un sector industrial sólido compuesto por industrias manufactureras que usan trabajo no calificado, que ofrecería un camino para salir de la pobreza a cientos de millones de trabajadores rurales y sus familias. Es el camino que China y otros países antes que ella, tomaron. En India, por el contrario, el subdesarrollo del sector industrial ha impedido al país hacer realidad todo su potencial económico.

 

El segundo ingrediente es la infraestructura que todo crecimiento económico requiere: caminos, puentes, puertos y escuelas, además de provisión confiable de electricidad y agua limpia. La deficiente infraestructura limita la industria que India tiene. Las fábricas necesitan una provisión confiable de energía para operar eficientemente, buenos caminos y ferrocarriles para trasladar los insumos y distribuir productos y, si van a exportar esos productos, puertos para buques de carga y aeropuertos para los artículos de alto valor y viajes de negocios. China tiene esas cosas en abundancia. India no.  

 

Los apagones son cosa de rutina en India, casi la mitad de las familias del país carece de electricidad y las autopistas modernas son escasas. Mientras un camionero en Estados Unidos puede  recorrer con su carga una distancia de mil millas en unas 20 horas, en India un viaje equivalente lleva de cuatro a cinco días.

La causa fundamental de estos dos inconvenientes es uno de los rasgos fundamentales  de la democracia india, y, en realidad, de todas las democracias: el poder de las minorías. En las democracias, la gente es libre de organizarse, y a menudo lo hace sobre la base de intereses económicos comunes. Esos grupos trabajan políticamente para llevar beneficios a sus miembros, pero los beneficios pueden lograrse a expensas del bienestar general, y en India han bloqueado el desarrollo de industrias de baja capacitación e infraestructura de alta calidad.  

Mientras en India abundan los trabajadores con poca o ninguna calificación, las leyes que gobiernan el empleo hacen prácticamente imposible que las grandes firmas  echen a sus trabajadores, algo que las desalienta para  contratar gente.  Las compañías más eficientes tienden a evitar precisamente las industrias que podrían,  si se establecieran a gran escala, sacar de la pobreza a millones de indios. Además, las leyes que restringen el uso de la tierra hacen que sea difícil construir instalaciones como fábricas y hoteles, actividades que podrían emplear a gran cantidad de personas.

Los sindicatos son un tipo especial de grupo de interés que promueve y defiende las leyes que desalientan a las grandes firmas a entrar en industrias que emplean trabajadores sin capacitación.  Si bien esas leyes  benefician a los afiliados, que conforman una fracción muy pequeña del total de la fuerza laboral, penalizan a India en su totalidad. Otros grupos de interés obstruyen el crecimiento del empleo mediante la creación de nuevos negocios. Manifestantes locales, por ejemplo, a veces impiden el uso de la tierra para fines industriales y comerciales.

 

Las minorías políticas también inhiben la construcción de infraestructura y el desarrollo del sistema educativo que India necesita usando el proceso democrático para desviar recursos para sí mismas, que luego no pueden usarse para tender caminos o pagar a maestros. Subsidios de diversos tipos, todos ellos logros legislativos de grupos de intereses, representan 2,4% del PBI del país.

La burocracia misma es un enorme, poderoso y voraz grupo de interés. Sus salarios consumen recursos que serían mejor empleados en usos más productivos. El gasto de los intereses especiales lleva a déficit de presupuesto mientras que los préstamos necesarios para financiar esos déficits quitan todavía más dinero a la infraestructura y la educación.

 

El nuevo gobierno de Modi no puede – en verdad, no debe – abolir las reglas democráticas que permiten lucrar a las minorías. Con sus dierentes grupos étnicos, religiones, castas y 30 idiomas hablados por un millón de nativos cada uno (y otros 104 hablados por lo menos 10.000 personas) India es culturalmente más diversa que toda la Unión europea, pero con el doble de habitantes.  Sin un énfasis en encontrar acuerdos, la pacífica resolución de disputas y los derechos inherentes a las minorías, una India unida no podría existir.

Entonces, el desafío de Modi es superar los obstáculos a las políticas que promueven crecimiento usando métodos democráticos. Aquí, la elección ha traído buenas nuevas: la creciente fuerza de la clase media en crecimiento, una potente aliada en la causa de conseguir las necesarias reformas económicas.

La clase media consiste en personas asalariadas, con propiedades,  muchas de ellas jóvenes que ven en el gobierno la posibilidad de hacer cumplir la ley y no una fuente de financiamiento y favores. Los votos de esa gente ayudaron a Modi a ganar la elección. Su éxito en el cargo dependerá de cómo pueda aprovechar el poder de esa clase media para  superar los obstáculos políticos al crecimiento económico que exigen sus miembros.

Michael Mandelbaum es Profesor de Política Exterior norteamericana en la Johns Hopkins School of Advanced International Studies

 

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