Lo qué ocurrió en la cumbre de los BRICS

Siete años después, el escenario es diferente. La reunión de los países emergentes en Rusia, tuvo signos diferentes a los de los orígenes. La primera vez fue en el contexto de una grave crisis financiera global. Por Miguel Ángel Diez.

10 julio, 2015

ALa consigna, entonces, era replantear un nuevo orden internacional y un proceso de crecimiento económico sostenido. hora los actores tienen problemas y metas diferentes. El crecimiento de la década pasada en estos países ha dado paso a una nueva realidad. Rusia, con una economía en retroceso, no tanto por las sanciones europeas como por el descenso brutal en su principal fuente de ingresos: la venta de petróleo, con un precio del barril a menos de la mitad de lo que costaba el año pasado.

India, en cambio, está creciendo a buen ritmo y encarando un ambicioso programa de reformas que, sin dudas, traerá dificultades. Todo su esfuerzo apunta a dejar en claro que este club de grandes emergentes no es un apéndice de la estrategia geopolítica de Beijing.

China, ha desacelerado su crecimiento económico por primera vez en décadas, y justo en estos días atraviesa por una crisis bursátil sin precedentes, con las principales Bolsas del país con actividad interrumpida (la de Shangai perdió 24% de su valor en menos de un mes). Un mal timing para imponer su agenda.

Brasil, por su parte, tiene la economía estancada, una difícil situación política y está haciendo un enorme esfuerzo por volver a crecer. Sudáfrica mantiene 24% de desempleo y también tiene un clima político interno enrarecido.

Pero las novedades más relevantes apuntan a mayor divergencia de sus miembros en la estrategia global. La inmensa sombra de China en el campo económico ha debilitado la idea de metas comunes. Su enfrentamiento con Estados Unidos en el plano militar por el control de los mares que la circundan, aumenta la tensión.

Entre tanto, el nuevo primer ministro indio asegura que su país y Estados Unidos son aliados naturales. Dilma Rousseff acaba de olvidarse sus rencores con Washington (por el famoso tema del espionaje estadounidense revelado por Snowden en 2013) y se entrevistó con Obama en la Casa Blanca, con promesas en un nuevo clima de entendimiento y de defensa de la producción.

Es que tal vez la hiperactividad china de estos últimos años ha producido algún nerviosismo, al punto de promover una mejoría en la relación con Estados Unidos.

En todo este contexto, ¿cómo le fue al anfritrión? Putin está enfrentado con Europa y el resto de Occidente por la ocupación de Crimea y el conflicto con Ucrania. Una situación que molesta a sus socios del BRICS. Sin embargo, no recibió críticas en este aspecto. Cerraron filas y pasaron por alto el tema. Pero hubo una contraprestación: no se planteó un abierto ataque contra Occidente.

Los socios de este club de emergentes mantuvieron un frente unido, de respaldo a Rusia. El mayor logro colectivo fue, tal vez, la insistencia en reclamar un mayor rol en las instituciones que moldean la marcha de la economía global. Para ello esperan contar con un nuevo y eficiente instrumento: el Banco de Inversión en Infraestructura de Asia donde además de ser socios la mayor parte de las economías en desarrollo, se cuenta con la participación de importantes economías occidentales (lo que significó un importante revés diplomático para Estados Unidos).

Rusia espera estar primero entre la lista de beneficiarios de créditos de la nueva institución –especialmente la petrolera Rosneft- ya que el país o tiene acceso a otros créditos por las sanciones impuestas por la Unión Europea.

Hay un giro comercial –obligado- de Rusia desde Occidente a Oriente. Rosneft acaba de comprar 49% de una gran destilería india –Essa Oil- a cambio de un contrato a diez años para proveer 100 millones de toneladas de crudo. Antes, en 2013, ya había firmado un colosal acuerdo de suministro petrolero a China, por US$ 270 mil millones en 25 años. Si Occidente no compra energía rusa, no hay más remedio que buscar clientes en Oriente.

De modo que, a pesar de las expectativas de muchos analistas especializados, ningún signo de división de los BRICS provino de esta cumbre en Rusia.

 

 

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