Se aceleró en 2014 la disminución de emisiones de carbono

Eliminar la correlación entre aumento de emisiones y el crecimiento económico -disociación- es necesario para evitar los peores impactos del cambio climático, según el estudio de PwC sobre las economías del G20.  

13 noviembre, 2015

El séptimo análisis “Ãndice de Economías de Bajo Carbono” de PwC, que mide el avance de las economías desarrolladas y emergentes hacia la reducción de sus emisiones, reveló una marcada disminución en la intensidad de carbono de las principales economías desde el año 2000.

 

Y en ese contexto, el año 2014 dio indicios de ser un punto de inflexión para que las principales economías mundiales reduzcan sus emisiones de carbono en relación con su PBI.

 

Según el informe, la intensidad de carbono cayó un 2,7% en 2014, la disminución más marcada en los siete años de análisis de PwC. Es decir que desde el año pasado cuyo crecimiento global fue de 3,2%, hubo un incremento del 0,5% en las emisiones relacionadas con el sector energético.

 

Así, en 2014, países como el Reino Unido, Francia, Alemania e Italia, como también la Unión Europea en su totalidad, alcanzaron una tasa de descarbonización del 6,3% o superior, que es la tasa necesaria a nivel global para limitar el calentamiento a dos grados.

 

El Reino Unido nuevamente presentó la tasa de descarbonización más alta, alcanzando una reducción del 10,9% en la intensidad de carbono.

 

El emisor más grande del mundo, China, fue el país fuera de la Unión Europea con mejor desempeño, con una tasa de descarbonización del 6%.

 

Si bien Australia ha caído del podio, aún registra una tasa de descarbonización del 4,7%. Por el contrario Sudáfrica, India, Brasil, Arabia Saudita y Turquía no han registrado avances y siguieron incrementando su intensidad de carbono.

 

A pesar del avance de algunos países, globalmente no se ha alcanzado el nivel deseado de reducciones de emisiones de gases de efecto invernadero por unidad de PBI por séptimo año consecutivo. Es necesaria una descarbonización rápida y sostenida de alrededor del 6,3% por año a nivel global para limitar el aumento de la temperatura global promedio en unos 2°C.

 

En las reuniones previas a París, los gobiernos han presentado los objetivos y planes sobre cómo abordarán la cuestión de las emisiones.

 

Conocidos como INDCs (Contribuciones Intencionadas y Determinadas a Nivel Nacional, por sus siglas en inglés), estos objetivos implican una tasa de descarbonización promedio global del 3% por año.

 

De este modo se espera que todos los países presenten compromisos con el objetivo colectivo de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero a nivel global para limitar el potencial de calentamiento global a 2°C para 2100.

 

Muchos países le han dado prioridad a las disposiciones en materia de carbón dentro de sus planes y están planteando objetivos para vehículos con energías renovables y bajos niveles de emisiones.

 

No obstante, se necesitará un cambio significativo en las inversiones para alcanzar estos objetivos y desarrollar tecnologías más limpias.

 

En ese contexto el sector de servicios financieros deberá movilizar inversores y crear nuevos productos que aseguren estos proyectos; y en el caso del sector automotor, podría esperar apoyo gubernamental para la fabricación de vehículos de última generación de bajos o nulos niveles de emisiones en países como Japón y Corea del Sur, o enfrentar objetivos más exigentes en términos de eficiencia de combustibles en otros países.

 

“Los objetivos de París tendrán implicancias profundas en términos de disposiciones nacionales, inversión y planificación comercial. Sin embargo, lo que vemos hoy es que se pone mucho énfasis en los objetivos y poco en los mecanismos para obtener la inversión necesaria para alcanzarlos” señaló Marcelo Iezzi, líder de la práctica de Desarrollo Sostenible en PwC Argentina.

 

Según el Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC), un aumento de 3°C en la temperatura mundial conllevará potenciales impactos, incluyendo la acidificación de los océanos y olas de calor y sequías frecuentes que desafiarán la oferta global de alimentos y el comercio, con efectos colaterales sobre la migración.

 

Además, una mayor cantidad de especies podría extinguirse y se registrarían eventos climáticos extremos más frecuentes.

 

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