Subsidios y desempleo: adiós al mito

De acuerdo a datos de la OIT y la CEPAL, la idea de que las subsidios y la asistencia social desincentiva el empleo es un mito.

3 diciembre, 2015

Un informe publicado por la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) y la Organización Internacional del Trabajo (OIT) descarta esa hipótesis a partir de varias investigaciones de campo. Estamos hablando del plan Bolsa Familia en Brasil, el Oportunidades en México o la asignación universal por hijo en Argentina. Son programas que también se han extendido por Bolivia, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana y Uruguay. De media, el 21,1% de los latinoamericanos recibe estos subsidios, con las coberturas más amplias en Ecuador (43,1%), Brasil (28,5%), Guatemala (27,7%) y México (27,2%) y las más acotadas en Chile (3,7%), Panamá (4,1%) y Costa Rica (4,8%), según datos de 2012. En Argentina le llega al 8,8% de la población; en Colombia, al 24,6% y en Perú, al 11,4%.

 

En estudios y evaluaciones de impacto de los planes en Argentina, Brasil, Chile, Honduras, México, Nicaragua y Paraguay no se ha encontrado evidencia empírica sobre la existencia de los supuestos desincentivos a la inclusión laboral de los destinatarios, según la CEPAL y la OIT. En toda Latinoamérica, investigaciones han demostrado que lo que sí se ha desalentado es el trabajo infantil. Es que al recibir ingresos sus padres, muchos niños ya no tienen que emplearse sino que deben ir a la escuela. Algunos han reducido la cantidad de horas trabajadas, tanto dentro como fuera del hogar. En Chile llevó a que en zonas rurales más gente trabajara. En Brasil también se da el caso de que los beneficiarios del plan buscan más trabajo que los que no lo reciben y son de la misma condición social. En Colombia también cayeron las tasas de inactividad laboral y desempleo de los subvencionados. En varios países como Brasil se ve que las madres, al estar obligadas a enviar a sus niños a la escuela, disponen de más tiempo para emplearse fuera del hogar. Lo que han hecho estos programas es elevar los salarios de los trabajadores. Las personas ya no aceptan un empleo por una nómina tan baja, pues tienen asegurado un ingreso mínimo, que son las transferencias condicionadas. En México se ha comprobado un incremento de entre un 5% y un 7% del salario pagado por hora de trabajo a los hombres que participaban en el Oportunidades. En Colombia, el programa se tradujo en un aumento del ingreso per cápita de los hogares de un 25% y una reducción de las fuentes de ingreso no laborales.

 

La CEPAL y la OIT también abordan otro cuestionamiento a los programas de transferencias condicionadas, aquel que dice que desincentiva la formalización laboral. Es que estas ayudas están destinadas a parados y trabajadores informales que si consiguen un empleo con contribuciones a la Seguridad Social, las pierden. Los organismos de la ONU destacan para empezar que la informalidad laboral se redujo del 54,6% en 1990 al 49,1% en 2009 en Latinoamérica. “Por lo tanto, no parece acertado atribuir a la protección social no contributiva el aumento de la informalidad”, señalan la CEPAL y la OIT.

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