No al CETA
Un pacto comercial entre Canadá y la Unión Europea – conocido como CETA -- que se viene preparando desde hace largos años y tiene fecha inminente de firma, tropieza con la intransigencia de la región Valona (francófona) de Bélgica.
El pacto quiere ser firmado por los restantes 27 países que integran la Unión Europea. Solo falta Bélgica por la oposición de tres zonas de habla francesa. Donald Tusk, presidente del Consejo Europeo que además preside el cuerpo colectivo de los 28 líderes nacionales de la UE, ha dado un ultimátum al Primer Ministro Belga, Charles Michel, para que solucione el problema y poder decidir si el Primer Ministro canadiense, Justin Trudeau, viaja o no viaja para la firma del tratado. Si eso no se logra, la reunión cumbre entre la Unión Europea y Canadá deberá ser cancelada.
Pero Paul Magnette, líder de la socialista región valona dice que el ultimátum de la UE “no es compatible con el ejercicio de los derechos democráticos. El gobierno federal de Bélgica no puede aceptar el tratado sin el consentimiento de sus cinco autoridades regionales, una de las cuales es la Valonia.
Magnette, socialista, sostiene que el acuerdo es malo para los agricultores de Europa y da demasiado poder a los intereses de las corporaciones globales.
El CETA es un gran acuerdo comercial nuevo que fue negociado en secreto entre la Unión Europea y Canadá durante cinco años desde 2009 hasta 2014. Su nombre completo es Comprehensive Economic and Trade Agreement conectaría el mercado comunitario de 500 millones de personas con la décima economía del mundo. Se le oponen los grupos antiglobalizadores quienes dicen que representa la “nueva generación” de tratados comerciales que benefician a las grandes empresas globales, debilitan la democracia y destruyen los derechos básicos de la población. Seg+un ellos, además, sería el modelo para luego introducir otro pacto todavía más controversial entre la UE y Estados Unidos llamado TTIP, cuyas negociaciones también están paralizadas.
