El belicismo complica la recuperación global

Cumpliendo por primera vez contundentemente una de sus promesas preelectorales, el presidente Trump decidió apostar fuerte, en pocos días, a cuestiones de defensa. Los EE.UU atacaron sucesivamente en Siria, en represalia por el uso de armas químicas, y a una base del Estado Islámico en Afganistán.

25 abril, 2017

Esta es la conclusión central del último informe económico del IAE, que dirige Juan J. Llach, que prosigue: “Casi simultáneamente un portaaviones norteamericano se acercó a Corea del Norte, que parece avanzar en sus ensayos nucleares y en sus amenazas. Las preocupaciones bélicas han pasado así al plano más protagónico en mucho tiempo. Fue esta la principal razón por la que los mercados globales dejaron de festejar los signos de una recuperación sincronizada de la economía global”.

Por estas y otras razones, el comportamiento de los mercados globales se siguió alejando de las predicciones ortodoxas sobre las consecuencias del triunfo de Trump. En el último mes, el dólar se depreció, los bonos de los EE.UU subieron, lo propio ocurrió con el oro y el petróleo. Por las grandes cosechas sudamericanas, la soja cayó (y por las recientes lluvias en la Argentina se recuperó desde sus mínimos). En las bolsas hubo subas y bajas. Los activos más rentables desde la elección de Trump han sido el petróleo y las bolsas de la Argentina y Europa (¿qué tal?). Los más castigados, levemente, han sido la soja, el euro y el yen.

Lo que más sorprendió el último mes fue la recuperación de los bonos del Tesoro de EEUU, cuyo rendimiento se desplomó 30 puntos. Evaluando lo ocurrido en los cinco meses pasados desde la elección de Trump es claro que los pronósticos de la ortodoxia no se han cumplido. Tampoco el nuestro se está dando por completo, salvo en un punto fundamental: difícilmente habría de ocurrir algo muy malo para los países emergentes, y tal vez sí algo bueno. El riesgo de los bonos emergentes está hoy un poco más bajo que al inicio de la era Trump.

 

Respecto del futuro cercano, son varias las amenazas que podrían invalidar el optimista pronóstico de The Economist de recuperación sincronizada de la economía global. Primero y principal, un agravamiento de la situación en Medio Oriente o con Corea del Norte. También que Trump realice algunos de sus proyectos de fuerte proteccionismo o que cumpla con sus promesas de un boom de infraestructura, poniendo así presión en un mercado de trabajo ya tenso, con desempleo en el 4.5%, y que la Fed responda acelerando el aumento de la tasa de interés. El optimismo se basa, ante todo, en los datos conocidos de China el pasado fin de semana. Su PIB se aceleró en el primer trimestre de 2017 a 6.9% y en marzo (interanual) la industria se aceleró al 7.5% y las ventas minoristas al 10.9%, lo que permitió que el consumo explique el 77.2% del aumento del PIB, algo inédito. En muchos países hubo un alza generalizada de las expectativas de los gerentes de compras y desapareció la deflación de los precios mayoristas. También se aceleraron los embarques de bienes de capital (índice J. P. Morgan), fueron positivos los balances de cuenta corriente externa de los principales países emergentes y hay señales de recuperación en Brasil y en Rusia.

 

Mi balance es que están dadas las condiciones económicas para un ciclo de crecimiento más rápido de la economía global, más cerca del 4% que del 3%. Las amenazas son bélicas o políticas (Francia, corrupción en Brasil), no económicas. Esto ayudaría a la economía argentina a acercarse también a un crecimiento del 4% este año.

 

Pienso que en el mundo prevalecerán los factores económicos positivos por sobre los bélicos y políticos, pero el momento es complejo y es aconsejable la cautela.
Juan J. Llach

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