Acuerdo Mercosur-Unión Europea

España entre tensiones e interés

Un gran alboroto y controversia se ha generado entre políticos, empresarios y analistas respecto al convenio anunciado entre ambos bloques. No, no es en Argentina, ni el seno del Mercosur donde se han suscitado las incertidumbres usuales en la región, sino en el mismísimo viejo continente. Por Nicolás Salerno*

20 septiembre, 2019

Aunque la Unión Europea tiene mecanismos de consenso mucho más articulados que el Mercosur, París ha puesto el grito en el cielo impulsado por los ganaderos y agricultores de dicho país y estuvo a punto de hacer caer el entendimiento, torciendo de paso la voluntad de Berlín. A toda prisa Madrid salió a conciliar y aglutinar el consenso necesario para lograr la declaración del principio de entendimiento. Y es que Pedro Sánchez, quien por cierto tiene todos los frentes abiertos contra su investidura de gobierno como presidente tras ser rechazado el pasado 25 de julio por aliados y contrarios, se equilibra entre halagos y conflictos mientras busca que España pueda retomar su posición histórica en los negocios de Latinoamérica. Una oportunidad que este acuerdo politemático le ofrece para revertir su deficitaria balanza comercial desde hace veinte años con el bloque regional, que en 2018 llegó a los casi € 3.000 millones.

A pesar de esto, la comunidad valenciana es una de las que más ha expresado sus reclamos y preocupaciones en la propia asamblea de investidura de gobierno. Los representantes citrícolas ven con desagrado la posible ola importadora de jugos (zumos) de fruta de Brasil, quien ya ha hecho pie en el país, y amenaza con avanzar hacia el resto del continente al cual España le comercia más de €3.200 millones.

De todas formas el bajo peso de la actividad primaria en el total de la economía ibérica, cuyo PBI son tres cuartas partes servicios, hace que desde el mismo sector reconozcan que su reclamación termine solo en un derecho a queja.

No está tan claro que igual situación vaya a suceder con los campesinos franceses. Es que si Bruselas avanzara en la aprobación del memorándum en el parlamento europeo antes de fines de 2020, como está previsto, no es surrealista pensar en un tractorazo en las calles parisinas, además de los ya clásicos chalecos amarillos. De hecho, la región de Bretaña entre otras habían ya realizado manifestaciones, bosta de vaca contra la prefectura incluida.

En la otra vereda, el país vasco no puede estar más complacido. La Asociación Española de Fabricantes de Automóviles y Camiones (ANFAC), quienes reconocen haber sido uno de los principales impulsores del acuerdo, espera quintuplicar su exportación que, según su memoria anual, en 2018 comercializó 11.418 vehículos hacia el bloque sudamericano mientras que, por caso, en Estados Unidos esa cifra ascendió a 31.407, en Chile a 17.445 y en Corea del Sur a 6.930.

Las disputas y consensos son claros: aumentar la diversificación de productos manufacturados (especialmente automotriz) para generar mayor empleo y mejorar las cuentas fiscales, mientras se buscan nuevos mercados y soluciones para la reducción del impacto del mercado más castigado y vulnerable (el agrícola).

Y es que si observamos las exportaciones españolas hacia el Mercosur, se centran en bienes industriales con valor agregado (semi–manufacturas y bienes de equipo), representando en 2018 el 60% de los casi € 4.100 millones; de los más de 7.000 millones de las importaciones el 85% son materias primas, alimentos y energía.

 

Amenazas y oportunidades

Europa en conjunto estima que el ahorro con este convenio sería de US$ 4.500 millones; el Mercosur, US$ 400 millones, siendo el principal motivo de la diferencia la baja del 35% del arancel en automóviles y el 14% al 18% en autopartes que hoy mantiene el Mercosur y que beneficia principalmente a Brasil, pero también a Argentina por el nivel de integración y complementariedad que este sector posee, siendo el más dinámico, sino el único del bloque regional.

En 2018 Brasil ocupó el octavo lugar en producción de vehículos seguido por España y Francia, según datos de la ANFAC. Dentro del bloque de los veintisiete ocupan el segundo y tercer lugar respectivamente, solo superado por Alemania, que duplica a España en producción.

Los tres países produjeron más de 10,2 millones de vehículos, mientras que el Mercosur apenas llegó a los 3,3 millones Es decir apenas un tercio (casi 90% correspondió a Brasil). Sin embargo, debido a los aranceles, al bloque solo llegó el 0,5% de la producción europea.

No es necesario ningún estudio de mercado profundo para observar el cuadro de situación, máxime el momento que la industria automotriz argentina está viviendo actualmente. No obstante, en 2018, según datos del propio Mercosur, las exportaciones automotrices extra-bloque representaron apenas el 3% del total de su comercio.

Según la Asociación de Fabricantes de Automotores de Argentina (ADEFA) en 2017, el 65% de las exportaciones de este país para el segmento en cuestión fueron a Brasil, mientras que un 17% al resto de Sudamérica, por lo que el 82% del comercio automotor se mantiene en la región; Brasil exportó el 71% a Argentina, totalizando igual guarismo para el subcontinente que Argentina.

En este sentido, siendo un sector tan relevante para las economías domésticas, cabe pensar si no es momento que la industria consolide su posición y cierre filas a nivel regional incrementando la inversión y exportación al resto del continente, así como a mercados transcontinentales.

Un consorcio de exportación México–Brasil–Argentina podría brindar economías de escalas y diferencial competitivo a la vez que fortalecer vínculos entre sus miembros convirtiendo al mismo en el cuarto productor mundial después de China, Estados Unidos y Japón.

Es importante entonces destacar que en un mundo globalizado y en constante tensión entre países, bloques, e intereses sectoriales, la gestión de los mismos para la obtención de los máximos beneficios y el desarrollo de cada nación es sin duda alguna la clave de éxito en momentos donde ni los parlamentos (cuatro del Mercosur que están en condiciones de votar y 27 europeos descontando la salida de Londres por parte de la Unión Europea), ni los diversos sectores al interior de cada nación han terminado de definir las negociaciones pertinentes en cuanto a plazos y apoyos para la mejora competitiva.

El memorándum de entendimiento entre el Mercosur y la Unión Europea, el cual ha llegado hasta aquí en gran medida por las gestiones españolas, es un proyecto multidimensional en el campo no solo del comercio, sino también del financiero, patentes y propiedad intelectual, legislación laboral y tecnología entre otros que amerita un replanteo de parte de las industrias de bienes y servicios en cuanto a su estrategia de integración regional y negociación colectiva ante esta posible nueva competencia.

Así como en el viejo continente los Fondos Europeos Agrícolas de Desarrollo Rural buscaron mejorar la competitividad del sector, Mercosur necesita de forma urgente, coordinada y activa, planificar los apoyos técnicos y económicos para el desarrollo de una industria de bienes y servicios que pueda competir en el mercado propio, a la vez que aumenta sus exportaciones industriales durante los próximos quinceaños, plazo en el que la desgravación sería total.

Esta tarea, aunque compleja, no es imposible siempre y cuando no se desee desandar el camino de integración que se ha construido con aciertos y errores en los últimos 20 años. En este camino, buscar mecanismos para avanzar en la incorporación al bloque de socios que hoy no encuentra atractivo o se encuentra en un virtual estancamiento como el caso de Bolivia, es esencial como primer paso para este objetivo. Pensar en mecanismos de resolución de conflictos y asimetrías es un punto ineludible para garantizar el éxito en mercados tan diversos.

Se trata entonces de fortalecer acuerdos de cooperación y negociación que el Mercosur ha sabido impulsar cuando trabajó en forma coordinada y con visión industrial propia. Al fin y al cabo las discusiones a uno y otro lado del Atlántico son las mismas. La diferencia radicar en cómo gestionarlas en pos de acrecentar nuestras industrias y hacerlas mucho más competitivas en pos de la generación de mayor bienestar económico para la región.

 

(*) Licenciado en Comercialización por la Universidad Abierta Interamericana y Diplomado en Desarrollo Local, Territorial y Economía Social por Flacso.

 

 

 

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