La aproximación indirecta

De la Rúa promueve y arriesga a Flamarique. Reconoce su eficacia negociadora y lo pone en primera línea del frente de batalla. ¿Resguardar o hibernar a Meijide?. Llach y Colombo, también cuestionados.

11 mayo, 2000

Al estilo frontal de Alfonsín, De la Rúa prefiere la estrategia “por la aproximación indirecta”. El Presidente, después del triunfo electoral del domingo, mueve sus piezas. Coloca en primer plano político a Alberto Flamarique, al frente de una suerte de gabinete económico social que comprende su ministerio y los de Desarrollo Social (Graciela Fernández Meijide), Educación (Juan Llach) y Salud (Héctor Lombardo).

Con lo cual, el FREPASO da un paso decisivo dentro de la coalición gubernamental, al asumir mayor protagonismo, pero a la vez es colocado en la primera línea de fuego y expuesto a una dosis mayor de riesgo.

Los cabecillas del radicalismo que rodean al Presidente comparten a medias su decisión. No digieren del todo el avance de sus aliados en la consideración pública, a la vez se relamen pensando que están expuestos a convertirse en fusibles ante un eventual fracaso de la política social.

En los ámbitos cercanos al gabinete se expone el basamento de la estrategia del gobierno. De la Rúa parece inclinado a pensar que el “timing” del gobierno debe fraccionarse en etapas: tiempo político, tiempo económico y tiempo social.

En el primero logró una bocanada importante de oxígeno gracias al triunfo de Aníbal Ibarra; el segundo depende de que José Luis Machinea logre cumplir con los requisitos del Fondo Monetario Internacional sin provocar la estampida de los inversores y de los empresarios, preocupados por las cargas impositivas.

El tercero, tiene como circunstancial protagonista a Flamarique, quien demostró su muñeca negociadora en los prolegómenos de la Ley Laboral, a quien asigna la misión de comandar el frente más expuesto del oficialismo: la recesión, el desempleo, los reclamos de los sindicalistas rebeldes e, incluso, las crecientes voces surgidas de empresarios y economistas que cuestionan la globalización y sus efectos.

Razones de la decisión:

·Hay cierto hartazgo en la vecindad de la Presidencia por la falta de sutileza política y de dinamismo exhibidos por la ministro Meijide. Los analistas se preguntan: ¿al colocarla bajo el paraguas de Flamarique, se intenta sostenerla o se quiere marcar un cercano alejamiento de la función ejecutiva?. De la Rúa no desea que una ruptura con la vehemente dama afecte la imagen de unidad de la Alianza. Se habla de su posible candidatura a senadora por Buenos Aires en el año próximo. Pero los cabellos de algunos cabecillas radicales, que tienen sus propios planes al respecto, comienzan a encresparse.

·También se adjudica a Llach y Colombo algunos de los defectos de su compañera de gabinete. Entre ellos que no han atinado a utilizar con eficiencia los presupuestos que lograron arrancarle a Machinea.

·Los nubarrones que preanuncian una tormenta capaz de arremeter contra la Casa Rosada aconsejan “mandar al frente” a un aliado y no a un íntimo del Presidente. La figura ideal es Flamarique que, junto con Carlos Alvarez y Aníbal Ibarra constituyen un trío en cuarto creciente para poner el pecho a los embates. Si triunfa, el éxito será capitalizado por De la Rúa; si es arrollado, se convertirá en un fusible que puede ser reemplazado con menor costo político para la UCR.

·La acción de Flamarique, que se descuenta impetuosa y negociadora a la vez, servirá para atenuar en parte las presiones que sufrirá José Luis Machinea, blanco actual de sindicalistas, empresarios, inversores y teóricos, por su sujeción estricta a los imperativos del FMI.

Al estilo frontal de Alfonsín, De la Rúa prefiere la estrategia “por la aproximación indirecta”. El Presidente, después del triunfo electoral del domingo, mueve sus piezas. Coloca en primer plano político a Alberto Flamarique, al frente de una suerte de gabinete económico social que comprende su ministerio y los de Desarrollo Social (Graciela Fernández Meijide), Educación (Juan Llach) y Salud (Héctor Lombardo).

Con lo cual, el FREPASO da un paso decisivo dentro de la coalición gubernamental, al asumir mayor protagonismo, pero a la vez es colocado en la primera línea de fuego y expuesto a una dosis mayor de riesgo.

Los cabecillas del radicalismo que rodean al Presidente comparten a medias su decisión. No digieren del todo el avance de sus aliados en la consideración pública, a la vez se relamen pensando que están expuestos a convertirse en fusibles ante un eventual fracaso de la política social.

En los ámbitos cercanos al gabinete se expone el basamento de la estrategia del gobierno. De la Rúa parece inclinado a pensar que el “timing” del gobierno debe fraccionarse en etapas: tiempo político, tiempo económico y tiempo social.

En el primero logró una bocanada importante de oxígeno gracias al triunfo de Aníbal Ibarra; el segundo depende de que José Luis Machinea logre cumplir con los requisitos del Fondo Monetario Internacional sin provocar la estampida de los inversores y de los empresarios, preocupados por las cargas impositivas.

El tercero, tiene como circunstancial protagonista a Flamarique, quien demostró su muñeca negociadora en los prolegómenos de la Ley Laboral, a quien asigna la misión de comandar el frente más expuesto del oficialismo: la recesión, el desempleo, los reclamos de los sindicalistas rebeldes e, incluso, las crecientes voces surgidas de empresarios y economistas que cuestionan la globalización y sus efectos.

Razones de la decisión:

·Hay cierto hartazgo en la vecindad de la Presidencia por la falta de sutileza política y de dinamismo exhibidos por la ministro Meijide. Los analistas se preguntan: ¿al colocarla bajo el paraguas de Flamarique, se intenta sostenerla o se quiere marcar un cercano alejamiento de la función ejecutiva?. De la Rúa no desea que una ruptura con la vehemente dama afecte la imagen de unidad de la Alianza. Se habla de su posible candidatura a senadora por Buenos Aires en el año próximo. Pero los cabellos de algunos cabecillas radicales, que tienen sus propios planes al respecto, comienzan a encresparse.

·También se adjudica a Llach y Colombo algunos de los defectos de su compañera de gabinete. Entre ellos que no han atinado a utilizar con eficiencia los presupuestos que lograron arrancarle a Machinea.

·Los nubarrones que preanuncian una tormenta capaz de arremeter contra la Casa Rosada aconsejan “mandar al frente” a un aliado y no a un íntimo del Presidente. La figura ideal es Flamarique que, junto con Carlos Alvarez y Aníbal Ibarra constituyen un trío en cuarto creciente para poner el pecho a los embates. Si triunfa, el éxito será capitalizado por De la Rúa; si es arrollado, se convertirá en un fusible que puede ser reemplazado con menor costo político para la UCR.

·La acción de Flamarique, que se descuenta impetuosa y negociadora a la vez, servirá para atenuar en parte las presiones que sufrirá José Luis Machinea, blanco actual de sindicalistas, empresarios, inversores y teóricos, por su sujeción estricta a los imperativos del FMI.

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