La filantropía en la economía hoy

En Europa y Estados Unidos hay un nuevo concepto de la filantropía empresarial. En la Argentina se necesita capacitación de donantes y beneficiarios para encarar acciones exitosas.

17 mayo, 2000

La nueva riqueza revoluciona el reino de las donaciones a obras de caridad tanto en Europa como en Estados Unidos; América latina aun no se rige por esos parámetros.

The Children´s Promise, la convocatoria internacional a las empresas transnacionales y sus empleados para que demuestren su responsabilidad social corporativa, fue más exitosa que lo que sus promotores se atrevieron siquiera a soñar. En el Reino Unido participaron más de 1.500 empresas.

En Estados Unidos, donde el objetivo de los organizadores fue incorporar a las empresas internacionales importantes, el número de empresas participantes duplicó lo previsto por los organizadores. La iniciativa alentó a los trabajadores a que donaran el salario de la última hora del milenio a un amplio espectro de instituciones de caridad para los niños.

La Fundación Bill y Melinda Gates ha sido tapa de los diarios por haber donado cientos de millones de dólares a una gran cantidad de obras de caridad, pero es sólo una de las miles de instituciones financiadas por el inesperado éxito de la alta tecnología; hubo 44.000 en 1998 y 1.385 sólo en California.

En 1998, estas fundaciones aportaron aproximadamente US$ 15.400 millones en subsidios y tenían más de US$ 238.000 millones en activos, de acuerdo con el Foundation Center, una organización que reúne datos sobre aportes de fundaciones y empresas.

A medida que las fundaciones ayuden a las obras de caridad a mejorar su funcionamiento, las organizaciones de beneficencia serán más magras y eficientes y aprenderán a explotar las oportunidades que presenta el mercado tal como hacen las empresas que actúan como sus mentores.

Se dispondrá de más fondos para aquellos proyectos que exhiban resultados. Las obras de caridad que no puedan o no estén dispuestas a asumir responsabilidades frente a los demás tenderán a desaparecer.

Por su parte América latina, en general y la Argentina en particular, llevan gran desventaja en este terreno. Las organizaciones comunitarias se manejan, por lo general, sobre la base de voluntarismo –lo que las lleva a carecer de formación técnica y organizacional– y poseen enormes dificultades para conseguir fuentes de financiamiento.

El sector empresario argentino supone que las acciones filantrópicas están enmarcadas en la acción social, y no pueden todavía considerar a la filantropía empresarial como parte de su estrategia de negocio. El concepto de que se pueda ayudar y sacar rédito de ello, es aun muy mal visto por grandes sectores de la sociedad argentina.

Este concepto debe variar inevitablemente. Por eso, en materia de filantropía, la capacitación tanto de empresarios –los filántropos– como de sus contrapartes –las organizaciones comunitarias– es imprescindible para desarrollar acciones exitosas.

María Valeria Ceron

La nueva riqueza revoluciona el reino de las donaciones a obras de caridad tanto en Europa como en Estados Unidos; América latina aun no se rige por esos parámetros.

The Children´s Promise, la convocatoria internacional a las empresas transnacionales y sus empleados para que demuestren su responsabilidad social corporativa, fue más exitosa que lo que sus promotores se atrevieron siquiera a soñar. En el Reino Unido participaron más de 1.500 empresas.

En Estados Unidos, donde el objetivo de los organizadores fue incorporar a las empresas internacionales importantes, el número de empresas participantes duplicó lo previsto por los organizadores. La iniciativa alentó a los trabajadores a que donaran el salario de la última hora del milenio a un amplio espectro de instituciones de caridad para los niños.

La Fundación Bill y Melinda Gates ha sido tapa de los diarios por haber donado cientos de millones de dólares a una gran cantidad de obras de caridad, pero es sólo una de las miles de instituciones financiadas por el inesperado éxito de la alta tecnología; hubo 44.000 en 1998 y 1.385 sólo en California.

En 1998, estas fundaciones aportaron aproximadamente US$ 15.400 millones en subsidios y tenían más de US$ 238.000 millones en activos, de acuerdo con el Foundation Center, una organización que reúne datos sobre aportes de fundaciones y empresas.

A medida que las fundaciones ayuden a las obras de caridad a mejorar su funcionamiento, las organizaciones de beneficencia serán más magras y eficientes y aprenderán a explotar las oportunidades que presenta el mercado tal como hacen las empresas que actúan como sus mentores.

Se dispondrá de más fondos para aquellos proyectos que exhiban resultados. Las obras de caridad que no puedan o no estén dispuestas a asumir responsabilidades frente a los demás tenderán a desaparecer.

Por su parte América latina, en general y la Argentina en particular, llevan gran desventaja en este terreno. Las organizaciones comunitarias se manejan, por lo general, sobre la base de voluntarismo –lo que las lleva a carecer de formación técnica y organizacional– y poseen enormes dificultades para conseguir fuentes de financiamiento.

El sector empresario argentino supone que las acciones filantrópicas están enmarcadas en la acción social, y no pueden todavía considerar a la filantropía empresarial como parte de su estrategia de negocio. El concepto de que se pueda ayudar y sacar rédito de ello, es aun muy mal visto por grandes sectores de la sociedad argentina.

Este concepto debe variar inevitablemente. Por eso, en materia de filantropía, la capacitación tanto de empresarios –los filántropos– como de sus contrapartes –las organizaciones comunitarias– es imprescindible para desarrollar acciones exitosas.

María Valeria Ceron

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