Una relación privilegiada y compleja

23 agosto, 2001

En medio de discusiones puntuales, pero de gran repercusión mediática, entre Brasil y Argentina, el diplomático del país vecino, Mauro Viera, considera al vínculo bilateral como “una alianza estratégica”, de intereses permanentes que defender, y asegura que, con muchas más coincidencias que diferencias, es un nexo “ejemplar a los ojos del mundo”.

El embajador de Brasil, Mauro Vieira, describe la relación bilateral de
su país con Argentina como "privilegiada, intensa y compleja"
y señala que en los últimos años se vio atravesada por "las
cuantiosas inversiones en los dos sentidos y la convergencia de sistemas monetarios
y cambiarios" tras las "serias" diferencias entre la convertibilidad
argentina y la flotación brasileña.
El diplomático destaca el concepto de "alianza estratégica":
"alianza implica la idea de una asociación que es más que la
típica relación bilateral entre dos socios; estratégica transmite
la idea al mismo tiempo de intereses permanentes y de centralidad en la defensa
de esos intereses", y opina que por lo menos desde que en 1985 los presidentes
José Sarney y Raúl Alfonsín "sentaron las bases para
dar una nueva dimensión a la amistad brasileño-argentina",
se ha consolidado una "relación de creciente convergencia e intensidad
entre los dos países".

"El comercio es sólo una de las dimensiones de esa relación
que es ejemplar a los ojos del mundo: creció de poco más de US$
1.500 millones al inicio de los años ´80 a US$ 12.000 millones el
año pasado; la cooperación militar es un éxito y el grado
de convergencia en varios ámbitos es excelente". Aunque reconoce que
"una relación de esa complejidad presenta también elementos
de divergencia o aún conflictos puntuales", pone de relieve que "lo
importante es que tengamos canales de conversación y negociación
para tratar las diferencias o contenciosos que existan y los estamos desarrollando".

¿Cómo se inserta la discusión bilateral en el marco
del Mercosur?

Como todo proceso de integración profunda, el Mercosur desarrolla una
normativa comunitaria extensa, que abarca distintos aspectos de las políticas
públicas impulsadas por los gobiernos, no sólo en el área
económica. Eso hace que temas de la agenda bilateral sean tratados en
forma cuatripartita. Hay algunos, como, por ejemplo, aspectos del manejo del
comercio exterior, donde ya no se puede legalmente tomar decisiones en forma
unilateral o bilateral. Desde el punto de vista del proceso de integración,
es saludable que sea así. Naturalmente, siempre existirán cuestiones
de interés estrictamente bilateral, como son los referidos a las necesidades
de las comunidades de frontera.

¿Se ve el Mercosur amenazado por los aparentes retrocesos en la profundización
de la Unión Europea?

No creo que se pueda establecer una analogía directa con el proceso
europeo. Las cuestiones en discusión en Europa tienen una profundidad
e implicancias muy distintas a las de nuestra región. En el Mercosur
tenemos todavía un largo camino a recorrer para aproximar el Mercosur
a los ciudadanos y no veo que esa idea enfrente resistencias, sino que hay,
todavía, mucho desconocimiento de lo que representa el bloque.

¿Y por las diferencias entre los sectores industriales de los dos
países?

Los sectores manufactureros en los que hay problemas responden por un comercio
que no llega a 5% del intercambio bilateral. No debemos sobredimensionar estos
problemas y sí encontrar soluciones con pragmatismo, como venimos haciendo
hace algunos años.
En los sectores en que hubo reclamos los empresarios alcanzaron acuerdos que
permitieron preservar los flujos de comercio. Pero es una situación que
no debe eternizarse. En algún momento es fundamental que se efectúen
inversiones que apuntalen la modernización, la especialización
y el comercio intra-industrial para posibilitar que las empresas de estos sectores
también puedan beneficiarse del mercado ampliado, como ya sucede con
muchas otras empresas argentinas y brasileñas. Eso involucra, entre otras
cosas, avances en el diseño de políticas industriales comunes
o complementarias para determinados sectores. Un elemento muy positivo en el
escenario actual son las muy buenas relaciones que están desarrollando
las principales representaciones empresariales de ambos países.
A pesar de todo lo que se dice, las manufacturas argentinas conforman la mayor
parte de las exportaciones hacia Brasil -60% de manufacturas de origen industrial
y 11% de manufacturas de origen agropecuario-. Es un índice muy por encima
-más del doble- de la participación de las MOI y MOA en el comercio
exterior argentino en general. Eso quiere decir que hay industrias argentinas
muy competitivas y con un extraordinario potencial para aprovechar el crecimiento
del mercado brasileño.

El Mercosur parece atravesado por una discusión entre dos países,
en la que incluso Venezuela o la Comunidad Andina de Naciones parecen tener
una voz más fuerte que Paraguay o Uruguay.

No hay que confundir el Mercosur con la Comunidad Sudamericana. Es una Unión
Aduanera en formación. Fue creado por el Tratado de Asunción,
que tiene fuerza de ley en los cuatro países miembros. Hay una estructura
institucional que incluye órganos con capacidad de decisión, como
el Consejo de Ministros. Esto significa que sus decisiones son jurídicamente
obligatorias para los estados partes.
La Comunidad Sudamericana es una asociación política. Su vocación,
por ahora, es de concertación de posiciones y de identificación
e implantación conjunta de iniciativas de interés para los países,
por ejemplo en energía, infraestructura y seguridad ciudadana. Es perfectamente
posible que la Comunidad Sudamericana coexista con esquemas subregionales de
integración, como el Mercosur o la CAN, que por lo demás tienen
un acuerdo de libre comercio que le da vertebración económica
a la integración continental.
Un día, ojalá, que la Comunidad Sudamericana pueda evolucionar
hacia una etapa más avanzada de institucionalización, pero hay
que darle tiempo. Cuando se trata de cuestiones específicas del Mercosur,
como el manejo del Arancel Externo Común, su tratamiento se da necesariamente
de forma cuatrilateral entre los miembros del bloque.

¿Cuál debería ser el foco en las relaciones bilaterales?

El foco de nuestra alianza estratégica es multidimensional y polifónico.
Es una relación de una gran complejidad y prácticamente en todos
los campos del quehacer humano y de las políticas públicas hay
espacio para una sociedad Brasil-Argentina. Un eje fundamental es aumentar el
grado de conocimiento recíproco, aún insuficiente, y eso se hace
a través de más turismo recíproco, más cooperación
cultural, más enseñanza del portugués y del español,
más cooperación educacional.
Otros son mejorar la integración física y transfronteriza, que
está lejos de responder a la intensidad del intercambio, e interiorizar
nuestras respectivas diplomacias para fomentar las relaciones con y entre los
estados brasileños y las provincias argentinas y ampliar los ejes geográficos
de la relación. Hay una multiplicidad de áreas en que podemos
seguir avanzando. Pero, sobre todo, hay que valorar el inmenso patrimonio común
que hemos construído con nuestras relaciones y dejar de verlas solamente
por los conflictos puntuales o las diferencias de enfoque sobre algunas materias.

¿Cuáles son los aspectos a enfocar en el desarrollo del Mercosur
y cuál debería ser la relación con otros bloques?. ¿Impide
las negociaciones individuales?

La actual normativa del Mercosur determina que las negociaciones de acceso
a mercados se dan necesariamente como un bloque. Se persigue el objetivo de
diversificar sus relaciones comerciales. Por esa razón venimos negociando
con importantes países en desarrollo como India y Sudáfrica, además
de los acuerdos que se firmaron con los países andinos y las negociaciones
todavía no concluidas con la UE.
Creo que los aspectos más importantes del desarrollo del Mercosur hoy
están en los temas vinculados al perfeccionamiento de la Unión
Aduanera, principalmente en lo que hace a la libre circulación intrazona,
la reducción de perforaciones al Arancel Externo Común y la armonización
de regímenes nacionales, sea de importación, de defensa comercial
o de otra naturaleza.
Creo importante subrayar la reciente creación de un fondo estructural
del Mercosur, que tendrá un monto inicial de US$ 100 millones en los
primeros cuatro años. Se trata de un hito en la historia del bloque,
pues señala la transición de una integración impulsada
casi exclusivamente por la eliminación de barreras al comercio a una
más completa, en la que se llevarán a cabo proyectos que ayuden
a fortalecer sectores productivos y contribuyan a facilitar su participación
en el bloque.

¿Cómo y en qué aspectos debería avanzar la convergencia
bilateral y del Mercosur?

Nuestros países mantienen un diálogo muy intenso y franco sobre
el Mercosur, como sobre todos los asuntos de la agenda bilateral. Tenemos claro
que el bloque no sólo presenta oportunidades sino que plantea también
problemas nuevos, teniendo en cuenta la propia complejidad del proceso de integración
y la necesidad de reacomodamiento que implica para diversos actores.
Lo fundamental es preservar una visión estratégica común,
no solamente sobre la importancia en sí misma del Mercosur sino también
sobre la dirección en que queremos caminar. Si hay que hacer ajustes,
que se trabaje en forma conjunta, con pragmatismo y dentro de una visión
compartida sobre nuestros objetivos. Por eso, las discusiones entre nuestros
países sobre cuestiones de integración se asemejan menos a una
negociación clásica. No se trata de un juego de suma cero dónde
un lado sólo gana si el otro pierde algo sino un ejercicio de construcción
común.

Desde Argentina se suelen criticar como de pretensión hegemónica
ciertos planteos de Brasil.

Los planteos de política exterior que hacemos tienen hondas raíces
en la historia y en el interés nacional brasileño. No son actos
de voluntarismo ni políticas fugaces de uno u otro gobierno, sino políticas
de Estado. Brasil ha sido desde los albores del siglo XX un país hondamente
reivindicacionista en el plano internacional, pero con una vocación de
armonía, de entendimiento, con las credenciales que nos da nuestra historia
de más de 130 años de paz completa con nuestros vecinos, ningún
litigio territorial y ningún acto de fuerza en contra de nadie.
Dentro de una política sólida de apoyo al multilateralismo político
y económico-comercial, en la ONU o en el GATT/OMC, Brasil siempre ha
buscado afianzar su identidad propia, de ahí el planteo sobre la identidad
sudamericana y la valoración que hace de su espacio geográfico.
Siempre ha buscado influir más el juego político y económico
internacional, respaldándose en el multilateralismo, aún a sabiendas
de que va a sufrir una fuerte oposición, porque así es la naturaleza
de las relaciones internacionales. No nos anima ningún ánimo hegemónico,
incluso porque sería una gran falta de realismo. No son pleitos que se
hagan por una voluntad de competencia, sino por una real voluntad de buscar
influir más en el juego. No es algo que esté en discusión.
Y creemos que con ello gana nuestra región y gana el conjunto de las
relaciones de Brasil con cada socio en desarrollo.

A veces da la sensación, y así lo señalan analistas
e industriales de ambos países, de que en Brasil hay políticas
de Estado permanentes y que eso no es así en Argentina.

Las trayectorias recorridas por Argentina y Brasil a lo largo de varias décadas
presentan diferencias, pero es importante subrayar que hoy los factores de convergencia
son los que predominan. En la economía tenemos hoy políticas más
parecidas que las que tuvimos durante una parte de la década pasada.
En lo que atañe a políticas de apoyo al sector productivo, si
Brasil las tiene, y son virtuosas, legítimas y necesarias, no tiene sentido
pensar en eliminarlas. Son fruto de un esfuerzo de décadas, muchas veces,
y tienen que ser emuladas, no combatidas o criticadas. Lo que debemos hacer
es buscar formas de incorporar a las cadenas productivas a empresas de los socios.
De esa forma, cuando un país del Mercosur exporta para terceros mercados,
empresas ubicadas en el espacio de los socios se benefician directamente.

Por Javier Rodriguez Petersen

En medio de discusiones puntuales, pero de gran repercusión mediática, entre Brasil y Argentina, el diplomático del país vecino, Mauro Viera, considera al vínculo bilateral como “una alianza estratégica”, de intereses permanentes que defender, y asegura que, con muchas más coincidencias que diferencias, es un nexo “ejemplar a los ojos del mundo”.

El embajador de Brasil, Mauro Vieira, describe la relación bilateral de
su país con Argentina como "privilegiada, intensa y compleja"
y señala que en los últimos años se vio atravesada por "las
cuantiosas inversiones en los dos sentidos y la convergencia de sistemas monetarios
y cambiarios" tras las "serias" diferencias entre la convertibilidad
argentina y la flotación brasileña.
El diplomático destaca el concepto de "alianza estratégica":
"alianza implica la idea de una asociación que es más que la
típica relación bilateral entre dos socios; estratégica transmite
la idea al mismo tiempo de intereses permanentes y de centralidad en la defensa
de esos intereses", y opina que por lo menos desde que en 1985 los presidentes
José Sarney y Raúl Alfonsín "sentaron las bases para
dar una nueva dimensión a la amistad brasileño-argentina",
se ha consolidado una "relación de creciente convergencia e intensidad
entre los dos países".

"El comercio es sólo una de las dimensiones de esa relación
que es ejemplar a los ojos del mundo: creció de poco más de US$
1.500 millones al inicio de los años ´80 a US$ 12.000 millones el
año pasado; la cooperación militar es un éxito y el grado
de convergencia en varios ámbitos es excelente". Aunque reconoce que
"una relación de esa complejidad presenta también elementos
de divergencia o aún conflictos puntuales", pone de relieve que "lo
importante es que tengamos canales de conversación y negociación
para tratar las diferencias o contenciosos que existan y los estamos desarrollando".

¿Cómo se inserta la discusión bilateral en el marco
del Mercosur?

Como todo proceso de integración profunda, el Mercosur desarrolla una
normativa comunitaria extensa, que abarca distintos aspectos de las políticas
públicas impulsadas por los gobiernos, no sólo en el área
económica. Eso hace que temas de la agenda bilateral sean tratados en
forma cuatripartita. Hay algunos, como, por ejemplo, aspectos del manejo del
comercio exterior, donde ya no se puede legalmente tomar decisiones en forma
unilateral o bilateral. Desde el punto de vista del proceso de integración,
es saludable que sea así. Naturalmente, siempre existirán cuestiones
de interés estrictamente bilateral, como son los referidos a las necesidades
de las comunidades de frontera.

¿Se ve el Mercosur amenazado por los aparentes retrocesos en la profundización
de la Unión Europea?

No creo que se pueda establecer una analogía directa con el proceso
europeo. Las cuestiones en discusión en Europa tienen una profundidad
e implicancias muy distintas a las de nuestra región. En el Mercosur
tenemos todavía un largo camino a recorrer para aproximar el Mercosur
a los ciudadanos y no veo que esa idea enfrente resistencias, sino que hay,
todavía, mucho desconocimiento de lo que representa el bloque.

¿Y por las diferencias entre los sectores industriales de los dos
países?

Los sectores manufactureros en los que hay problemas responden por un comercio
que no llega a 5% del intercambio bilateral. No debemos sobredimensionar estos
problemas y sí encontrar soluciones con pragmatismo, como venimos haciendo
hace algunos años.
En los sectores en que hubo reclamos los empresarios alcanzaron acuerdos que
permitieron preservar los flujos de comercio. Pero es una situación que
no debe eternizarse. En algún momento es fundamental que se efectúen
inversiones que apuntalen la modernización, la especialización
y el comercio intra-industrial para posibilitar que las empresas de estos sectores
también puedan beneficiarse del mercado ampliado, como ya sucede con
muchas otras empresas argentinas y brasileñas. Eso involucra, entre otras
cosas, avances en el diseño de políticas industriales comunes
o complementarias para determinados sectores. Un elemento muy positivo en el
escenario actual son las muy buenas relaciones que están desarrollando
las principales representaciones empresariales de ambos países.
A pesar de todo lo que se dice, las manufacturas argentinas conforman la mayor
parte de las exportaciones hacia Brasil -60% de manufacturas de origen industrial
y 11% de manufacturas de origen agropecuario-. Es un índice muy por encima
-más del doble- de la participación de las MOI y MOA en el comercio
exterior argentino en general. Eso quiere decir que hay industrias argentinas
muy competitivas y con un extraordinario potencial para aprovechar el crecimiento
del mercado brasileño.

El Mercosur parece atravesado por una discusión entre dos países,
en la que incluso Venezuela o la Comunidad Andina de Naciones parecen tener
una voz más fuerte que Paraguay o Uruguay.

No hay que confundir el Mercosur con la Comunidad Sudamericana. Es una Unión
Aduanera en formación. Fue creado por el Tratado de Asunción,
que tiene fuerza de ley en los cuatro países miembros. Hay una estructura
institucional que incluye órganos con capacidad de decisión, como
el Consejo de Ministros. Esto significa que sus decisiones son jurídicamente
obligatorias para los estados partes.
La Comunidad Sudamericana es una asociación política. Su vocación,
por ahora, es de concertación de posiciones y de identificación
e implantación conjunta de iniciativas de interés para los países,
por ejemplo en energía, infraestructura y seguridad ciudadana. Es perfectamente
posible que la Comunidad Sudamericana coexista con esquemas subregionales de
integración, como el Mercosur o la CAN, que por lo demás tienen
un acuerdo de libre comercio que le da vertebración económica
a la integración continental.
Un día, ojalá, que la Comunidad Sudamericana pueda evolucionar
hacia una etapa más avanzada de institucionalización, pero hay
que darle tiempo. Cuando se trata de cuestiones específicas del Mercosur,
como el manejo del Arancel Externo Común, su tratamiento se da necesariamente
de forma cuatrilateral entre los miembros del bloque.

¿Cuál debería ser el foco en las relaciones bilaterales?

El foco de nuestra alianza estratégica es multidimensional y polifónico.
Es una relación de una gran complejidad y prácticamente en todos
los campos del quehacer humano y de las políticas públicas hay
espacio para una sociedad Brasil-Argentina. Un eje fundamental es aumentar el
grado de conocimiento recíproco, aún insuficiente, y eso se hace
a través de más turismo recíproco, más cooperación
cultural, más enseñanza del portugués y del español,
más cooperación educacional.
Otros son mejorar la integración física y transfronteriza, que
está lejos de responder a la intensidad del intercambio, e interiorizar
nuestras respectivas diplomacias para fomentar las relaciones con y entre los
estados brasileños y las provincias argentinas y ampliar los ejes geográficos
de la relación. Hay una multiplicidad de áreas en que podemos
seguir avanzando. Pero, sobre todo, hay que valorar el inmenso patrimonio común
que hemos construído con nuestras relaciones y dejar de verlas solamente
por los conflictos puntuales o las diferencias de enfoque sobre algunas materias.

¿Cuáles son los aspectos a enfocar en el desarrollo del Mercosur
y cuál debería ser la relación con otros bloques?. ¿Impide
las negociaciones individuales?

La actual normativa del Mercosur determina que las negociaciones de acceso
a mercados se dan necesariamente como un bloque. Se persigue el objetivo de
diversificar sus relaciones comerciales. Por esa razón venimos negociando
con importantes países en desarrollo como India y Sudáfrica, además
de los acuerdos que se firmaron con los países andinos y las negociaciones
todavía no concluidas con la UE.
Creo que los aspectos más importantes del desarrollo del Mercosur hoy
están en los temas vinculados al perfeccionamiento de la Unión
Aduanera, principalmente en lo que hace a la libre circulación intrazona,
la reducción de perforaciones al Arancel Externo Común y la armonización
de regímenes nacionales, sea de importación, de defensa comercial
o de otra naturaleza.
Creo importante subrayar la reciente creación de un fondo estructural
del Mercosur, que tendrá un monto inicial de US$ 100 millones en los
primeros cuatro años. Se trata de un hito en la historia del bloque,
pues señala la transición de una integración impulsada
casi exclusivamente por la eliminación de barreras al comercio a una
más completa, en la que se llevarán a cabo proyectos que ayuden
a fortalecer sectores productivos y contribuyan a facilitar su participación
en el bloque.

¿Cómo y en qué aspectos debería avanzar la convergencia
bilateral y del Mercosur?

Nuestros países mantienen un diálogo muy intenso y franco sobre
el Mercosur, como sobre todos los asuntos de la agenda bilateral. Tenemos claro
que el bloque no sólo presenta oportunidades sino que plantea también
problemas nuevos, teniendo en cuenta la propia complejidad del proceso de integración
y la necesidad de reacomodamiento que implica para diversos actores.
Lo fundamental es preservar una visión estratégica común,
no solamente sobre la importancia en sí misma del Mercosur sino también
sobre la dirección en que queremos caminar. Si hay que hacer ajustes,
que se trabaje en forma conjunta, con pragmatismo y dentro de una visión
compartida sobre nuestros objetivos. Por eso, las discusiones entre nuestros
países sobre cuestiones de integración se asemejan menos a una
negociación clásica. No se trata de un juego de suma cero dónde
un lado sólo gana si el otro pierde algo sino un ejercicio de construcción
común.

Desde Argentina se suelen criticar como de pretensión hegemónica
ciertos planteos de Brasil.

Los planteos de política exterior que hacemos tienen hondas raíces
en la historia y en el interés nacional brasileño. No son actos
de voluntarismo ni políticas fugaces de uno u otro gobierno, sino políticas
de Estado. Brasil ha sido desde los albores del siglo XX un país hondamente
reivindicacionista en el plano internacional, pero con una vocación de
armonía, de entendimiento, con las credenciales que nos da nuestra historia
de más de 130 años de paz completa con nuestros vecinos, ningún
litigio territorial y ningún acto de fuerza en contra de nadie.
Dentro de una política sólida de apoyo al multilateralismo político
y económico-comercial, en la ONU o en el GATT/OMC, Brasil siempre ha
buscado afianzar su identidad propia, de ahí el planteo sobre la identidad
sudamericana y la valoración que hace de su espacio geográfico.
Siempre ha buscado influir más el juego político y económico
internacional, respaldándose en el multilateralismo, aún a sabiendas
de que va a sufrir una fuerte oposición, porque así es la naturaleza
de las relaciones internacionales. No nos anima ningún ánimo hegemónico,
incluso porque sería una gran falta de realismo. No son pleitos que se
hagan por una voluntad de competencia, sino por una real voluntad de buscar
influir más en el juego. No es algo que esté en discusión.
Y creemos que con ello gana nuestra región y gana el conjunto de las
relaciones de Brasil con cada socio en desarrollo.

A veces da la sensación, y así lo señalan analistas
e industriales de ambos países, de que en Brasil hay políticas
de Estado permanentes y que eso no es así en Argentina.

Las trayectorias recorridas por Argentina y Brasil a lo largo de varias décadas
presentan diferencias, pero es importante subrayar que hoy los factores de convergencia
son los que predominan. En la economía tenemos hoy políticas más
parecidas que las que tuvimos durante una parte de la década pasada.
En lo que atañe a políticas de apoyo al sector productivo, si
Brasil las tiene, y son virtuosas, legítimas y necesarias, no tiene sentido
pensar en eliminarlas. Son fruto de un esfuerzo de décadas, muchas veces,
y tienen que ser emuladas, no combatidas o criticadas. Lo que debemos hacer
es buscar formas de incorporar a las cadenas productivas a empresas de los socios.
De esa forma, cuando un país del Mercosur exporta para terceros mercados,
empresas ubicadas en el espacio de los socios se benefician directamente.

Por Javier Rodriguez Petersen

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