India y China, ¿parábola de la tortuga y la liebre?

Los datos actuales revelan que en Beijing se corre como la liebre, pero ¿esta vez la tortuga perderá? Hay tres circunstancias que pueden incidir para que Delhi iguale la carrera o, más aún, la gane en largo plazo. Una es el cambio demográfico. Otra, instituciones y marcos adecuados. La tercera, posibles conflictos geopolíticos de su rival.

26 julio, 2011

<p>&ldquo;En t&eacute;rminos econ&oacute;micos y largo plazo, puede decirse que China es una liebre e India una tortuga. No obstante existen posibilidades de que, en pr&oacute;ximos decenios, las cosas se den vuelta&rdquo;. As&iacute; lo cree Micha&euml;l Witt, del Insead, Fontainebleau. Por ahora, esto s&oacute;lo lo esperan los nacionalistas indios.<br /><br />Por cierto, desde hace a&ntilde;os la partida est&aacute; en manos chinas. Por ejemplo, en 2008 el producto bruto por habitante, (US$ 6.000 anual) ajustado seg&uacute;n diferencia en poder adquisitivo, m&aacute;s que doblaba el indio, seg&uacute;n cifras del Banco Mundial. Hacia 1978, cuando arrancaron las reformas chinas, ese guarismo era la mitad del indio. En cuanto a tasas de pobreza en el gigante, que en 1981 sol&iacute;an ser un tercio superiores a las de su rival, son hoy una mitad inferiores. Entretanto, pese a reformas econ&oacute;micas desde 1991, la brecha en el producto bruto interno sigue aumentando: entre 2004 y 2008, la econom&iacute;a china crec&iacute;a a raz&oacute;n de 10,8% anual promedio, contra 8,7% en India. Un ritmo notable, pero distante de la liebre. <br /><br />Existen buenas razones para este sesgo. Una se centra en factores econ&oacute;micos fundamentales, por ejemplo un crecimiento temprano que moviliza capital y mano de obra v&iacute;a procesos productivos din&aacute;micos. Al presente, obviamente, no faltan fondos para grandes compa&ntilde;&iacute;as chinas pero, aun en los primeros a&ntilde;os de la d&eacute;cada que acaba, las tasas reales de inter&eacute;s para firmas cotizantes en bolsa eran 50% de las abonadas por sus contrapartes indias. En lo atinente a inversi&oacute;n externa directa, Beijing la atrae por un m&uacute;ltiplo 2,5 veces superior al de Delhi.</p> <p><strong>Lo espinoso</strong><br /><br />Pero, apunta Witt, &ldquo;movilizar capitales es la parte f&aacute;cil del asunto cuyo lado espinoso es desarrollar capital humano y cambiar el marco cultural. En este plano, India tiene un severo problema: sus leyes laborales dificultan manejar masas considerables de trabajadores de sector en sector. Para peor, sigue faltando gente con formaci&oacute;n o conocimientos b&aacute;sicos, en una sociedad donde el analfabetismo orilla 40%, comparado con menos de 10% en China, cuyos j&oacute;venes rozan ya cero en esa materia, contra 25% en el subcontinente&rdquo;. <br /><br />Obra asimismo un factor invisible aun para los propios indios: el peso de religiones sincr&eacute;ticas de matriz rural y escasa afinidad con la econom&iacute;a urbana moderna. Esto explica tambi&eacute;n un sistema pol&iacute;tico corrupto, poco transparente, con restos del milenario r&eacute;gimen de castas. A la inversa, el trasfondo cultural chino no se manifiesta en dioses sino en dos filosof&iacute;as urbanas, confucianismo y lao&iacute;smo, compatibles con la apertura econ&oacute;mica de 1978 y con el Estado actual como lejano sucesor del imperio.<br /><br />El propio Banco Mundial interpreta las diferencias seg&uacute;n los distintos papeles de cada Estado. Una lista de la entidad &ndash;de mejor a peor&ndash; ubica a India en el puesto 133, sobre 183 en total, por facilidades para hacer negocios. <br /><br />China figura en el octog&eacute;simo nono lugar, o sea es bastante m&aacute;s propicia. En rigor, los empresarios indios tienden a tener &eacute;xito donde logran evadir las regulaciones federales, provinciales y comunales. <br /><br />Por ejemplo, las ventajas comparativas indias en servicios como la tercerizaci&oacute;n inform&aacute;tica pueden explicarse, en buena parte, por dos factores. Primero, el Estado nunca lleg&oacute; a regular ese tipo de segmentos. Segundo, a diferencia de la industria, la &ldquo;exportaci&oacute;n&rdquo; de servicios no est&aacute; trabada por malas rutas ni complicados tr&aacute;mites aduaneros. Basta que funcionen computadoras, l&iacute;neas telef&oacute;nicas, etc.</p><p>&nbsp;</p>

<p><strong>Castas, demograf&iacute;a, etc.</strong><br />
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Sin duda, las diferencias religiosas y filos&oacute;ficas son claves en la disparidad de ambas econom&iacute;as y recuerdan la dicotom&iacute;a Ir&aacute;n-Saudiarabia. Am&eacute;n de las causas ya se&ntilde;aladas, hubo en la historia india dos quiebres decisivos. El primero, cuando el budismo inicial &ndash;una filosof&iacute;a amplia&ndash; se parti&oacute; en hinayana y mahayana. Aqu&eacute;l acab&oacute; emigrando a China, &eacute;ste sobrevivi&oacute; como minor&iacute;a en su tierra original, pero protagoniz&oacute; la segunda quiebra generando variantes idol&aacute;tricas en el sur del Dekk&aacute;n (Tamil Nadu), Tibet-Mongolia (lama&iacute;smo) e Indochina-Indonesia (theravada).<br />
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Lejos de aberraciones polite&iacute;stas, en China, Corea y Jap&oacute;n la mezcla de filosof&iacute;as, religiones d&eacute;biles y shamanismo promovi&oacute; una forma de movilidad social que Occidente conocer&iacute;a como iluminismo varios siglos despu&eacute;s. Un chino del siglo 8 pod&iacute;a aspirar a los cargos m&aacute;s altos &ndash;salvo en la corte imperial&ndash; siguiendo una carrera con ex&aacute;menes apol&iacute;ticos en cada etapa. Por el contrario, el sistema indio de castas congelaba a las personas desde nacer y exclu&iacute;a todo est&iacute;mulo ligado a la econom&iacute;a, salvo la guerra. <br />
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En pocas palabras, se&ntilde;ala el analista de Insead, &ldquo;China parece ser la liebre de la f&aacute;bula pero &iquest;esta vez la tortuga perder&aacute;? Naturalmente, Beijing no se dormir&aacute; en el camino como en Esopo, que tom&oacute; la par&aacute;bola de fuente persa. Por otra parte, una cantidad de circunstancias puede impedir que Delhi emparde la carrera o, m&aacute;s a&uacute;n, la gane en largo plazo. O al rev&eacute;s&rdquo;.<br />
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<p><strong>Tres factores</strong><br />
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Uno de los componentes es el cambio demogr&aacute;fico. Como resultado de la pol&iacute;tica china de un hijo por pareja, el gigante envejece a tal ritmo que &ndash;suponen muchos&ndash; no tendr&aacute; tiempo de volverse antes estructuralmente rico. Por cierto, hacia 2030 el pa&iacute;s alcanzar&aacute; un n&uacute;mero de viejos (mayores de 60) relativamente similar al de las econom&iacute;as centrales. Como en Estados Unidos y a diferencia de Brasil, Sud&aacute;frica o la Argentina, eso plantear&aacute; dilemas severos a las pol&iacute;ticas de salud. Asimismo, la proporci&oacute;n de j&oacute;venes productivos se contraer&aacute;. &ldquo;India &ndash;supone Witt&ndash; no afrontar&aacute; esos problemas, pero tal vez encare otro: &iquest;podr&aacute; el Gobierno adaptarse a tiempo para aprovechar este dividendo demogr&aacute;fico?&rdquo;. <br />
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Un segundo punto, por ende, es que el buen desempe&ntilde;o econ&oacute;mico requiere instituciones y marcos adecuados. Eventualmente, la verdadera clave del desarrollo no reside en un PB por cabeza de US$ 3.000, 6.000 ni siquiera 10.000. En verdad, cuando una econom&iacute;a roza los US$ 15.000, suele encontrar una cota dif&iacute;cil de superar. China la alcanzar&aacute; alrededor de 2020 e India deber&aacute; aguardar 10 a&ntilde;os m&aacute;s. <br />
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Existe una tercera exigencia, quiz&aacute; decisiva, atinente a la geopol&iacute;tica, donde la mayor&iacute;a de los modelos apunta a una misma conclusi&oacute;n: &ldquo;China &ndash;cree el experto&ndash; posiblemente se encamine a un per&iacute;odo de conflictos con EE.UU. que alterar&aacute; el delicado equilibrio entre ambos. Los conservadores occidentales temen un empeoramiento de las relaciones.</p>

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