Barajar y dar de nuevo

Una jornada de violencia callejera que supera el marco de lo policial se vivió frente al Congreso. Hugo Moyano y la CGT rebelde surgen como un interlocutor válido para la sociedad. Necesidad de canalizar las masas atomizadas por la globalización.

20 abril, 2000

Más que la lista de 30 manifestantes y 10 policías heridos, la jornada del miércoles excedió los límites de la crónica para internarse en la estrategia política argentina. Guste o no, Hugo Moyano se presenta como un nuevo interlocutor social, con consecuencias políticas y económicas. Así como alguna vez se habló del Poder Metalúrgico, ahora se deberá analizar al Poder Camionero. En un país, en el que la industria perdió significación en el peso de la economía, los servicios, y en particular el transporte de cargas, asume un valor estratégico de significación.

Los camioneros hicieron punta en la calle, tal como lo hacían hasta no hace mucho los hombres de Lorenzo Miguel.

La Argentina vive una profunda transformación institucional. El proceso de globalización puso en crisis a la estructura social argentina. Pero cuando las masas no se canalizan a través de las organizaciones que las representan (familia, sindicatos, partidos políticos…) el ciudadano, liberado a la sola condición de individuo se convierte en un átomo que actúa de manera impredecible. El resultado puede ser el caos y hasta la anarquía. Algo que nadie quiere y que debe evitarse.

Moyano, cuestionado por los medios de prensa debido a las versiones sobre los gastos que insumió su viaje a los Estados Unidos –US$ l5.000– trajo consigo la vivencia de un movimiento subterráneo, cada vez más proyectado hacia la calle, de los opositores a la política del Fondo Monetario Internacional. Seattle y Washington con sus manifestaciones de sindicalistas, humanistas, ecologistas, izquierdas y derechas mancomunadas tácticamente contra la globalizacióny sus efectos sociales, le han hecho entrever por dónde tiene una puerta abierta hacia el poder social. Y la aprovecha.

Las posiciones están tomadas después del miércoles 19. El poder de policía no parece suficiente como para enfrentar una reacción social, si ésta logra desbordar los límites, todavía relativos, de la CGT rebelde. El concepto democrático de la vida política que caracteriza al Presidente De la Rúa y a sus colaboradores, repudia todo tipo de represión. ¿Es la hora de barajar y dar de nuevo?

En tal caso, habrá que recordar que la política no es sólo “el arte de lo posible”, sino más bien de “hacer posible lo necesario”. Y lo necesario es comprender que está búsqueda involucra determinar el poder real de los protagonistas y, a partir de ahí, negociar. Política es, también, el arte de negociar.

A veces es necesario, un tercero, como el consejero matrimonial, que aviene a las partes en conflicto. En la Argentina y en el mundo occidental, la Iglesia de Juan Pablo II parece asumir ese papel.

Está claro que desde l985 –año en que se llevó a cabo el Simposio en Roma de los economistas católicos– el Vaticano cuestionó al “capitalismo salvaje” y hasta le puso, como ejemplo, nombre y apellido: David Rockefeller. Pero a la vez, se opuso tanto al totalitarismo de izquierda como al de derecha

Más allá de lo anecdótico sobre internas sindicales y de la Policía Federal y sobre eventuales maniobras de la oposición para jaquear a un gobierno que necesita espacio político para desplegar su estrategia, al parecer se vive un momento de decisiones y cambio de actores.

Más que la lista de 30 manifestantes y 10 policías heridos, la jornada del miércoles excedió los límites de la crónica para internarse en la estrategia política argentina. Guste o no, Hugo Moyano se presenta como un nuevo interlocutor social, con consecuencias políticas y económicas. Así como alguna vez se habló del Poder Metalúrgico, ahora se deberá analizar al Poder Camionero. En un país, en el que la industria perdió significación en el peso de la economía, los servicios, y en particular el transporte de cargas, asume un valor estratégico de significación.

Los camioneros hicieron punta en la calle, tal como lo hacían hasta no hace mucho los hombres de Lorenzo Miguel.

La Argentina vive una profunda transformación institucional. El proceso de globalización puso en crisis a la estructura social argentina. Pero cuando las masas no se canalizan a través de las organizaciones que las representan (familia, sindicatos, partidos políticos…) el ciudadano, liberado a la sola condición de individuo se convierte en un átomo que actúa de manera impredecible. El resultado puede ser el caos y hasta la anarquía. Algo que nadie quiere y que debe evitarse.

Moyano, cuestionado por los medios de prensa debido a las versiones sobre los gastos que insumió su viaje a los Estados Unidos –US$ l5.000– trajo consigo la vivencia de un movimiento subterráneo, cada vez más proyectado hacia la calle, de los opositores a la política del Fondo Monetario Internacional. Seattle y Washington con sus manifestaciones de sindicalistas, humanistas, ecologistas, izquierdas y derechas mancomunadas tácticamente contra la globalizacióny sus efectos sociales, le han hecho entrever por dónde tiene una puerta abierta hacia el poder social. Y la aprovecha.

Las posiciones están tomadas después del miércoles 19. El poder de policía no parece suficiente como para enfrentar una reacción social, si ésta logra desbordar los límites, todavía relativos, de la CGT rebelde. El concepto democrático de la vida política que caracteriza al Presidente De la Rúa y a sus colaboradores, repudia todo tipo de represión. ¿Es la hora de barajar y dar de nuevo?

En tal caso, habrá que recordar que la política no es sólo “el arte de lo posible”, sino más bien de “hacer posible lo necesario”. Y lo necesario es comprender que está búsqueda involucra determinar el poder real de los protagonistas y, a partir de ahí, negociar. Política es, también, el arte de negociar.

A veces es necesario, un tercero, como el consejero matrimonial, que aviene a las partes en conflicto. En la Argentina y en el mundo occidental, la Iglesia de Juan Pablo II parece asumir ese papel.

Está claro que desde l985 –año en que se llevó a cabo el Simposio en Roma de los economistas católicos– el Vaticano cuestionó al “capitalismo salvaje” y hasta le puso, como ejemplo, nombre y apellido: David Rockefeller. Pero a la vez, se opuso tanto al totalitarismo de izquierda como al de derecha

Más allá de lo anecdótico sobre internas sindicales y de la Policía Federal y sobre eventuales maniobras de la oposición para jaquear a un gobierno que necesita espacio político para desplegar su estrategia, al parecer se vive un momento de decisiones y cambio de actores.

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