Fracasó la multiculturalidad y priman valores alemanes

No lo dice un ultra, sino la canciller Angela Merkel, en un giro inquietante –por la historia germana- que la acerca a Nicolás Sarkozy. Pero se trata de un país con 82 millones de personas de las cuales 15 millones (18,3%) son de etnias distintas.

17 octubre, 2010

<p>Hablando ante la juventud de la coalici&oacute;n oficialista CDU-CSU, la jefa del gobierno federal parece aproximarse al banquero Thilo Sarrazin (&ldquo;los musulmanes idiotizan a Alemania&rdquo; o al racista b&aacute;varo Horst Seehofer (&ldquo;no necesitamos inmigrantes turcos, &aacute;rabes, africanos ni gitanos&rdquo;). Por supuesto, la canciller fue rebatiendo a Christian Wulff, presidente de la federaci&oacute;n, a cuyo criterio &ldquo;el Islam es parte de este pa&iacute;s y nuestro futuro ser&aacute; multicultural o no ser&aacute;&rdquo;.<br />
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Tanto en la alianza de gobierno como en la oposici&oacute;n socialdem&oacute;crata y verde, nadie se explica a&uacute;n por qu&eacute; de sopet&oacute;n Merkel se alinea con la extrema derecha y esgrime argumentos t&iacute;picos de Alfred Rosenberg (1893/1946) o Joseph Arthur de Gobineau (1816/82). &ldquo;La integraci&oacute;n fracas&oacute; rotundamente&rdquo;, reiter&oacute; esta dirigente nacida en la entonces Alemania oriental y, por ese motivo, ajena a la incorporaci&oacute;n de los turcos al &ldquo;milagro econ&oacute;mico&rdquo; en Alemania federal.<br />
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Por cierto, el multiculturalismo fue la opci&oacute;n elegida por todos los gobiernos occidentales desde Wilhelm Brandt hasta Gerhard Schr&ouml;der o la propia Merkel antes de estas declaraciones. La f&oacute;rmula, empleada tambi&eacute;n en Gran Breta&ntilde;a (inmigrantes del subcontinente indio o las Antillas) y Holanda (indonesios), comporta biling&uuml;ismo, respeto a etnias y religiones. <br />
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Estos flujos y los posteriores desde el sur &ndash;Maghreb, &Aacute;frica occidental- o Latinoam&eacute;rica respondieron a un mismo imperativo categ&oacute;rico. Vale decir, incorporar mano de obra joven (legal o no) para cubrir los huecos que dejaba el envejecimiento de la poblaci&oacute;n blanca. Naturalmente, ha habido y hay resistencias a la asimilaci&oacute;n, en particular ling&uuml;&iacute;stica, y apego a &ldquo;barrios cerrados&rdquo;. Pero eso es natural: basta con recordar los inmigrantes italianos en el r&iacute;o de la Plata hace un siglo o a la actual ola hispan&oacute;fona en Estados Unidos.<br />
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Muy bien. Hoy Merkel proclama que &ldquo;nuestro experimento ha fallado completamente&rdquo;, entre aplausos de j&oacute;venes teutones. Por supuesto, la canciller sabe que es imposible erradicar tantos millones de inmigrantes turcos y sus descendientes hasta la tercera generaci&oacute;n. Pero tampoco es sensato exigir que esa masa &ldquo;aprenda de inmediato a hablar alem&aacute;n&rdquo;, pues &ndash;si bien los abuelos son remisos al biling&uuml;ismo- sus hijos y nietos dominan el idioma del pa&iacute;s. <br />
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Hilando fino, la nueva postura de la se&ntilde;ora es interesada, pues &ldquo;discrimina&rdquo; en favor de profesionales con capacidades necesarias a la econom&iacute;a. Algunos opositores echan mano a iron&iacute;as ya empleadas contra Sarkozy y la ultradecha holandesa. Der Spiegel se pregunta &ldquo;&iquest;cu&aacute;ntos clubes de f&uacute;tbol sobrevivir&iacute;an sin Ronaldinho, Seedorf, Ibrahimovi&#263;, Eto&rsquo;o, Robinho o, el colmo, un Balotelli nacido en Italia, no en Mal&iacute;?&rdquo;.</p>
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