El agua podría costar más que el petróleo en el futuro

La mitad de las opiniones expertas considera que es un disparate. El agua no escasea como se asegura y no competirá nunca con el valor de los combustibles fósiles. Para la otra mitad, el problema es real y ya lo tenemos encima. En poco tiempo más, sostienen, habrá una falta de agua dulce en grado similar a la de petróleo en el último cuarto del siglo 20.

7 octubre, 2009

<p><strong>¿Volver a Malthus?</strong><br />
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Por ciertos, muchos empiezan a inquietarse por una crisis de corte malthusiano, no siempre por buenas razones. Por ejemplo, hace poco Goldman Sachs coincidió en que la falta de agua acabaría siendo una amenaza geopolítica superior a los precios agrícolas y el agotamiento de hidrocarburos. Ya en 2006, Nicolas Stern compartía esas aprensiones en un denso estudio encargado por el Gobierno británico.<br />
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Por ejemplo, el derretimiento de glaciares en los Himalayas o los Andes reduce reservas de agua dulce. Precisamente, mientras varios grandes acuíferos –el mayor está bajo el sistema Paraná-Paraguay– tienden a secarse, Stern afirma que el agua dulce no es recurso renovable y, por ser barata, se explota sin tino. <br />
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A Goldman Sachs eso lo fascina. Según la ex firma de valores, hoy banco comercial, cada 20 años se dobla el consumo hídrico mundial y, en muchas zonas, falta agua porque las lluvias no logran cubrir la demanda local. Por consiguiente, el banco otrora dirigido por Henry Paulson prevé un aumento en el precio eventual del agua y lo ve como “oportunidad, casi como el petróleo del futuro”.<br />
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Tanto GS como Stern creen que las ganancias en ese hipotético mercado no provendrán del agua en sí, sino de colocaciones en infraestructura, tecnología, exploración y distribución. Así, EE.UU., sólo deberá gastar alrededor de US$ 1 billón (un millón de millones) en hidroductos y reciclaje de aguas usadas de ahora a 2020. Stern estima que el lado tecnológico del futuro negocio (desalinización, purificación) ya representaba en 2007 alrededor de US$ 425.000 millones.</p>
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Negocio rentable</strong><br />
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Proveer agua podría ser muy redituable, pero eso depende de las políticas de precios. Mark Zeitoun (de<em> London School of Economics)</em> sospecha que la agricultura –especialmente la subsidiada por Gobiernos– es la máxima culpable mundial del derroche. Los productores suelen preferir cultivos hidrointensivos, como la papa en Polonia, Holanda o Israel. En este caso, desperdician el agua que falta en países vecinos.<br />
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Por otra parte, en realidad el conjunto de aguas y reservas debería alcanzar para todos, pero las mayores fuentes hídricas a menudo están mal ubicadas o son costosas de transportar. En otro plano, los problemas tienden a aumentar debido al efecto invernadero. Aun sin eso, que a Brasil o Canadá les sobre agua no ayuda a Yemen, Somalia, China, Tibet o la faja sahariana.<br />
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Fundamentalmente, “la clave reside más en la calidad que en la cantidad”, señala Marshall Meyer (también de Wharton), que ha estudiado los severos problemas de escasez en China. Beijing encara proyectos para llevar agua a las grandes ciudades, pero su contaminación dificulta las cosas.<br />
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No obstante, el consumo humano directo representa apenas 10% del agua dulce, el que circula por canillas, duchas o mangueras. El doble, 20%, se emplea en la industria. 70% restante –bastante más en economías subdesarrolladas– lo absorben explotaciones agroganaderas. Casi 18% de tierra bajo cultivo depende de la irrigación.<br />
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El segundo informe de la ONU sobre oferta hídrica global (2007/8) estima que esa proporción irá subiendo a medida como los mercados respondan a 55% de aumento en la demanda proyectado hacia 2020. Los promotores del recurso como negocio hablan de un concepto novedoso, “agua virtual” –acuñado por Joel Cohen, Columbia– para definir cómo eventuales precios afectarían los mercados. Por ejemplo, se precisarían 13.000 litros por cada kilo de carne vacuna. Cohen supone que “un kilo de <em>hardware</em> equivale al agua virtual de los bienes y servicios transados vía computadoras”. Para un negocio global del agua “estimado en US$ 400/ 500.000 millones anuales, obtener y trasportar agua en forma convencional también depara oportunidades”. Quizá por ello, en el seco oeste tejano, el magnate petrolero Thomas Boone Pickens viene comprando hectáreas de derechos a aguas subterráneas. Pero su idea no responde a la imaginación de Cohen: sólo proyecta un hidroducto para venderle agua a Dallas.</p>

<p>Como en ese caso o el de otros insumos primarios, cabe prever volatilidad de oferta, choques entre pa&iacute;ses donde el elemento abunda y el resto del mundo. Eventualmente, surgir&aacute; un mercado donde el agua se cotice, as&iacute; como sucede con los &ldquo;cr&eacute;ditos&rdquo; tasados en emisiones de carbono. El papel que hoy cubren las reservas submarinas de crudos les cabr&aacute; a los enormes acu&iacute;feros sudamericanos, africanos y canadienses. <br />
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En ese escenario, el presumible agotamiento de reservas quiz&aacute; tenga efectos peores que los del mismo fen&oacute;meno para los hidrocarburos, pues transformar&aacute; mercados &ndash;los expertos de Wharton dan por seguro que habr&aacute; precios para el agua dulce&ndash;, ecosistemas y la geopol&iacute;tica mundial. Naturalmente, no todos creen que el recurso pase a ser negociable y apuntan a China, India, Rusia, Brasil y otras econom&iacute;as no tan condicionadas al lucro privado. <br />
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&iquest;Cu&aacute;l es el perfil h&iacute;drico del planeta? El agua salada, s&oacute;lo apta si se la desaliniza &ndash;algo hoy imposible en altamar&ndash;, representa 97% de la masa total. En cuanto a 3% restante, su uso humano vive un auge por efectos de la sobrepoblaci&oacute;n, la industrializaci&oacute;n y la creciente necesidad de alimentos.<br />
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Hacia 1900, el consumo h&iacute;drico totalizaba cerca de 700 km3, se&ntilde;ala un informe (2007) de <em>Sustainable Asset Management,</em> una consultor&iacute;a de Z&uuml;rich. Hace un a&ntilde;o, la cifra se elevaba a 3.840 km3 (+400%) y probablemente alcance 5.000 km3 (+550) en 2025. Por supuesto, las dos &uacute;ltimas cifras siguen lejos de los 9.000/12.000 km3 anuales aportados por lluvias en &aacute;reas accesibles. Pero, sostienen los promotores del &ldquo;mercado h&iacute;drico&rdquo;, la contaminaci&oacute;n, el derroche, las sequ&iacute;as, la licuaci&oacute;n de glaciares como consecuencia del efecto invernadero deterioran las reservas disponibles. <br />
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Ya se observan consecuencias tales como racionamiento h&iacute;drico en California, desecamiento en la cuenca del r&iacute;o Amarillo (China) o reducci&oacute;n glaciar en la Patagonia argentino-chilena. Los gigantescos desprendimientos de t&eacute;mpanos circumpolares son otros signos. Hacia 2030, estima la Organizaci&oacute;n de Cooperaci&oacute;n para Desarrollo Econ&oacute;mico (OCDE), m&aacute;s de media humanidad vivir&aacute; en zonas con problemas de abastecimiento h&iacute;drico.</p>
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&iquest;Cat&aacute;strofe ignorada?</strong><br />
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Seg&uacute;n una encuesta realizada en 2007 por <em>Marsh Center for Risk Insights, </em>40% de las mil empresas en la lista anual de <em>Fortune</em> estima que los efectos de la escasez h&iacute;drica ser&aacute;n &ldquo;de severos a catastr&oacute;ficos&rdquo;, pero apenas 17% se prepara para esa eventualidad.<br />
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&ldquo;Muchas compa&ntilde;&iacute;as ni siquiera han empezado a pensar en el tema o se lo dejan al Gobierno&rdquo;, subraya Howard Kunreuther, del Centro para Gesti&oacute;n de Riesgo y de Procesos de Decisi&oacute;n de Wharton. &ldquo;La gente sigue considerando el agua como don del cielo, aunque cada mes le llegue una factura por el servicio&rdquo;.<br />
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En verdad &iquest;se avecina un futuro sediento? &ldquo;No necesariamente &ndash;se&ntilde;ala el experto&ndash;, pero el recurso va en v&iacute;as se transformarse en oro l&iacute;quido, o sea un insumo a obtener, disputar, comercializar y vender a los precios m&aacute;s altos posibles&rdquo;. Apelando a un cl&aacute;sico del <em>management</em>, Kunreuther lo define como &ldquo;amenaza y desaf&iacute;o en forma simult&aacute;nea&rdquo;. <br />
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Igual lenguaje emplea Witold Henisz (del Foro Econ&oacute;mico Mundial, Davos) especialista en riesgos ecol&oacute;gicos. &ldquo;No ser&aacute; el fin del mundo. Pero habr&aacute; precios para el agua y, m&aacute;s a&uacute;n, rivalidades entre pa&iacute;ses por el acceso al recurso&rdquo;. No obstante, para la mayor&iacute;a de la poblaci&oacute;n global, no es cosa de mercados ni negocios. De acuerdo con el Consejo Mundial del Agua, 1.100 millones de personas sufren por falta de agua potable y otros 2.600 millones carecen de instalaciones sanitarias adecuadas: 60% de la humanidad.<br />
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La mala calidad h&iacute;drica, indica Naciones Unidas, causa diarrea infantil y otros males que matan 1,6 millones por a&ntilde;o. Obviamente, durante a&ntilde;os esos problemas han sido acompa&ntilde;ados por insuficientes estructuras o prestaciones en pa&iacute;ses emergentes y subdesarrollados. Pero, con una poblaci&oacute;n mundial capaz de alcanzar 9.000 millones hacia 2050, el surgimiento del agua como bien de cambio puede tener graves implicancias sociales y pol&iacute;ticas.<strong><br />
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