Un mundo cuyos cimientos tambalean

2008 fue un año muy particular. Luego de dos meses prometedores, comienzan a impactar en la economía local una serie de shocks que nos depositan veloz e increíblemente en un contexto inimaginable un año atrás. Aunque de contundencia imprevista por gran parte de los analistas (incluidos los que escriben), no pueden cargarse las tintas únicamente sobre la crisis financiera.

1 septiembre, 2010

<p>&nbsp;</p>
<p>Por Osvaldo Cado y Nicol&aacute;s Bridger (*)</p>
<p><img alt="" src="http://www.mercado.com.ar/mercado/ro/imagenes/foto_nota_1091_3_2.jpg" /><br />
Nicol&aacute;s Bridger</p>
<p><img alt="" src="http://www.mercado.com.ar/mercado/ro/imagenes/foto_nota_1091_3_1.jpg" /> <br />
Osvaldo Cado<br />
Fotos: Gabriel Reig</p>
<p>Hubo adem&aacute;s un alto grado de impericia por parte de las autoridades locales que dejaron librado a la suerte del contexto internacional el futuro de la econom&iacute;a.</p>
<p><strong>De lo general a lo particular: el mundo</strong><br />
Indudablemente 2009 no ser&aacute; el a&ntilde;o del <em>soft landing.</em> La crisis econ&oacute;mica mundial se hizo presente. A&uacute;n no est&aacute; clara la hondura ni las consecuencias a largo plazo de la misma, pero la crisis puso en jaque varios paradigmas vigentes que se estaban convirtiendo en verdades incuestionables: la muerte de los ciclos econ&oacute;micos, el fin de la volatilidad, la utilidad de instrumentos financieros ex&oacute;ticos y el aura inmaculada de las calificadoras de riesgos.<br />
Lo sucedido obliga a realizar un replanteo sobre los l&iacute;mites y el alcance del conocimiento econ&oacute;mico, es decir, un ejercicio de humildad epistemol&oacute;gica como lo refleja el siguiente di&aacute;logo en <em>Capitol Hill</em> el pasado octubre:</p>
<p><strong>Alan Greenspan (presidente de la Reserva Federal durante 1987-2006): </strong>&ldquo;He encontrado una falla. No s&eacute; cu&aacute;n significativa o permanente es. Pero he estado muy angustiado por ese hecho&rdquo;.<br />
<strong>Henry Waxman:</strong> &ldquo;En otras palabras, usted encontr&oacute; que su visi&oacute;n del mundo, su ideolog&iacute;a, no era correcta, no estaba funcionando&rdquo;.<br />
<strong>Alan Greenspan:</strong> &ldquo;&Eacute;sa es precisamente la raz&oacute;n por la cual estaba <em>shockeado</em>, porque hab&iacute;a estado operando por 40 o m&aacute;s a&ntilde;os con considerable evidencia de que estaba funcionando excepcionalmente bien&rdquo;.<br />
La crisis puso de manifiesto los peligros de un mundo con interconexiones profundas, vulnerables a los <em>shocks</em> que puedan experimentar los nodos centrales de la red (en este caso los bancos). Esta vulnerabilidad se acrecienta cuando los encargados de velar por el buen funcionamiento de este sistema no comprenden plenamente los riesgos en los que incurren y existen problemas de incentivos.<br />
La respuesta de los hacedores de pol&iacute;tica econ&oacute;mica reflej&oacute; su desconcierto frente a la magnitud y la forma en que se desarroll&oacute; la crisis aunque, mirando el vaso medio lleno, es positivo que parezcan dispuestos a hacer el proceso de prueba y error necesario para que la situaci&oacute;n se revierta.<br />
El peligro de este contexto va m&aacute;s all&aacute; del impacto econ&oacute;mico de corto plazo. El movimiento pendular que caracteriza a este tipo de episodios suele generar corrientes de pensamiento con aires reformistas que podr&iacute;an desechar no s&oacute;lo lo malo, sino tambi&eacute;n lo bueno del ciclo que ha concluido. En este sentido, no deben soslayarse los avances en materia tecnol&oacute;gica pero, por sobre todas las cosas, la notable reducci&oacute;n de la pobreza durante los &uacute;ltimos 30 a&ntilde;os, que pas&oacute; de 50% en 1980 a 25% en 2005. Es indudable que &eacute;ste es el resultado del avance de la globalizaci&oacute;n y del libre mercado, cuyo ejemplo m&aacute;s resonante es, parad&oacute;jicamente, el avance de la econom&iacute;a china de la mano de las reformas econ&oacute;micas iniciadas en 1978.</p>
<p><strong>El &aacute;mbito local: el rey est&aacute; desnudo</strong><br />
2008 revel&oacute; las debilidades del &ldquo;modelo&rdquo; econ&oacute;mico vigente. En el discurso oficial, los favorables n&uacute;meros econ&oacute;micos de los &uacute;ltimos cinco a&ntilde;os reflejaban un pa&iacute;s transitando el sendero del crecimiento sostenido, escapando de los ciclos de subas y bajas que ensanchaban la brecha respecto a la riqueza de los pa&iacute;ses desarrollados. Los precios de los <em>commodities</em> cayeron, la liquidez internacional desapareci&oacute; y con ellos el crecimiento que, qued&oacute; claro, no era sostenido.<br />
Durante el &uacute;ltimo a&ntilde;o, se profundizaron comportamientos insostenibles (crecimiento del gasto p&uacute;blico, precios de servicios p&uacute;blicos y energ&iacute;a irrisorios, tasas reales de inter&eacute;s muy negativas) cuyos efectos distorsivos se fueron filtrando con cada vez mayor nitidez a trav&eacute;s de una inflaci&oacute;n en ascenso con consecuencias importantes sobre el nivel de pobreza.<br />
Este &uacute;ltimo fen&oacute;meno se abord&oacute; en una primera instancia con controles de precios, luego con retenciones a las exportaciones y cierre de la econom&iacute;a para algunos productos y, finalmente, mediante la adulteraci&oacute;n de las estad&iacute;sticas p&uacute;blicas, aberraci&oacute;n institucional que afect&oacute; gravemente la credibilidad del Gobierno.<br />
Paralelamente, el combo formado por la sobreestimaci&oacute;n de las fortalezas del &ldquo;modelo&rdquo; y la subestimaci&oacute;n de la crisis (materializada en los escenarios de precios de <em>commodities</em> establecidos en el presupuesto) deriv&oacute; en una inacci&oacute;n total, muestra acabada de incompetencia frente al comienzo de un fen&oacute;meno de envergadura a&uacute;n desconocida. La crisis del campo y la estatizaci&oacute;n del sistema de jubilaciones y pensiones completaron un panorama que termin&oacute; por acabar con la confianza, piedra angular del funcionamiento de la econom&iacute;a que, vale la pena recordarlo, es una ciencia social. <br />
La Argentina mostr&oacute; entre 2003 y 2007 una expansi&oacute;n que promedi&oacute; una tasa anual de 8,8%. Curiosamente, las tasas del rebote, definido como el crecimiento hasta alcanzar el m&aacute;ximo anterior, fueron las mismas que en el per&iacute;odo de crecimiento (comenzando durante el segundo trimestre de 2005). Esta din&aacute;mica dej&oacute; a la actual administraci&oacute;n sin instrumentos de pol&iacute;tica econ&oacute;mica. El pa&iacute;s se encamina a una inevitable desaceleraci&oacute;n donde, no s&oacute;lo incidir&aacute; el ciclo econ&oacute;mico global, sino que se acusar&aacute; recibo del sobre-crecimiento de los &uacute;ltimos tres a&ntilde;os.<br />
Este a&ntilde;o ser&aacute; dif&iacute;cil desde una &oacute;ptica social. A una pobreza en ascenso (superior a 30%) se le sumar&aacute; el incremento del desempleo. Hasta ahora el Gobierno no encontr&oacute; m&aacute;s armas que la intervenci&oacute;n sistem&aacute;tica, comportamiento que es sin dudas debatible desde lo te&oacute;rico, pero no recomendable cuando el problema radica en la falta de credibilidad de aquellos que hoy administran el Estado.<br />
En el anuario del a&ntilde;o pasado cerramos la visi&oacute;n institucional inicial con la siguiente afirmaci&oacute;n: <em>&ldquo;Para consolidar el actual proceso de crecimiento es necesario enfocarse en profundizar el proceso de inversi&oacute;n en capital humano y f&iacute;sico, para lo cual la Argentina debe dejar de lado la improvisaci&oacute;n, recuperar la racionalidad en muchas de sus pol&iacute;ticas y afianzar los lazos con el resto del mundo&rdquo;. </em>Nos pareci&oacute; apropiado cerrar esta especie de pr&oacute;logo de la misma manera.</p>
<p>(*) Osvaldo Cado y Nicol&aacute;s Bridger son economistas de Prefinex.</p>

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