Los que se fueron al campo

La historia se repite con curiosa persistencia. Empresarios de rubros tan diversos como la televisión, las finanzas, la industria alimentaria, el petróleo y los supermercados, venden sus compañías y deciden invertir buena parte de su capital (y de su flamante tiempo libre) en explotaciones agropecuarias. Gilberto Montagna y Carlos Reyes Terrabusi fueron precursores en esta materia. Richard Handley, Raúl Moneta, Alejandro Romay, Eduardo Eurnekian, Samuel Liberman, Arnaldo Stanislawsky y Alberto Guil forman parte de una nómina más actualizada. También integran el club empresarios de la talla de Gregorio Perez Companc y Franco Macri, que incorporaron los campos a las actividades de sus holdings. Los grupos de inversión -como el CEI o el Exxel- se han mantenido hasta ahora al margen de la tendencia (aunque Juan Navarro es propietario de un haras en la provincia de Buenos Aires). Otra curiosa ausencia es la de Ricardo Gruneisen (ex Astra), un agrónomo que sólo ha comprado tierra para las macetas que decoran los locales de su cadena de librerías. Hay, alrededor de este fenómeno, historias de vida y razones sentimentales; pero rige, sobre todo, el antiguo principio de que, pase lo que pase, la tierra se valoriza a largo plazo. Y los números lo confirman: en un cuarto de siglo se ha multiplicado por cuatro el valor de una hectárea en la provincia de Buenos Aires.

17 noviembre, 2012

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