La magia de los famosos

Son varias las empresas que han puesto caras famosas en sus directorios. Las han buscado en el mundo del deporte, del cine o de cualquier actividad que lleve a la fama.

1 junio, 2010

<p>El ex campe&oacute;n de peso pesado Evander Holyfield integr&oacute; el directorio de la embotelladora de Coca Cola en 1998. Michael Jordan, el basquebolista, fue director de Oakley, fabricantes de anteojos de sol. Tambi&eacute;n se puede mencionar a Sidney Poitier (1994). Deepak Chopra (2004) o Al Gore (2003). <br />
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&iquest;Por qu&eacute; buscan famosos las empresas? Porque aumentan el valor de las firmas en cuyos directorios se encuentran, aparentemente. Seg&uacute;n un estudio realizado por cuatro economistas que trabajan en Estados Unidos titulado &ldquo;Reaching for the Stars: The Appointment of Celebrities to Corporate Boards&rdquo;, el s&oacute;lo hecho de anunciar que un famoso se une al directorio da un gran empus&oacute;n al valor de la acci&oacute;n de la compa&ntilde;&iacute;a. &iquest;Por qu&eacute;? En algunos casos &ndash; dice un expresidente de directorio&mdash;las conexiones poderosas y la capacidad para abrir las puertas que hacen falta tienen bastante que ver. Y algunos famosos, adem&aacute;s, pueden traer experiencias interesantes. <br />
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En promedio, el estudio descubri&oacute; un impacto mayor en el valor de las acciones cuando los famosos incluidos en directorios ten&iacute;an una experiencia &ldquo;relacionada&rdquo; que cuando no la ten&iacute;an. <br />
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Los inversionistas institucionales son especialmente susceptibles al &ldquo;efecto visibilidad&rdquo; que trae una estrella. <br />
Para explicar esto, los economistas se&ntilde;alan que nombrar a una celebridad ayuda a atraer la atenci&oacute;n de los inversores hacia una compa&ntilde;&igrave;a que &ndash; si todos los otros elementos permanecen iguales &ndash; aumenta la demanda de sus acciones y el valor de la acci&ograve;n. Ciertamente, un director famoso parece aumentar la proporci&ograve;n de acciones de la firma compradas por inversionistas institucionales (quienes los economistas creen son especialmente proclives al efecto visibilidad tanto directamente como por resultado de la mayor atenci&oacute;n prestada por los analistas de la bolsa.<br />
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Entonces, &iquest;deber&iacute;an las compa&ntilde;&igrave;as responder a este estudio eligiendo algunos directores al azar de las p&aacute;ginas de las revistas de inter&eacute;s general? Podr&iacute;a funcionar, opina el semanario The Economist, al menos por un tiempo. Por otro lado, tarde o temprano los inversores van a advertir que si el nombramiento de un director que no tiene nada que ofrecer m&agrave;s que un nombre famoso aumenta el precio de la acci&ograve;n de la compa&ntilde;&igrave;a, el efecto que eso causa sobre el resto del directorio es profundamente da&ntilde;ino. M&aacute;s que una raz&oacute;n para regocijarsetal vez el efecto celebrity sobre las acciones de las compa&ntilde;&iacute;as deber&iacute;a verse como un indicador de que los directorios no est&aacute;n haciendo su trabajo como corresponde y que aportan poco a cambio de los generosos sueldos que reciben. O que los inversionistas profesionales, quienes deber&igrave;an pensar mejor, son tan impresionables como los lectores de las revistas de chismograf&iacute;a.</p>
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