Dejar tareas para último momento, un problema real en las empresas

Diferir las responsabilidades puede ser una característica común pero representa altos costos para las compañías.

28 marzo, 2012

<p>&ldquo;No hay que dejar para ma&ntilde;ana lo que se puede hacer hoy&rdquo;, dec&iacute;an las abuelas. Aparentemente la actividad de postergar tareas hasta &uacute;ltimo momento no es un problema actual sino que ha agobiado antes a generaciones enteras. El problema de extender los plazos est&aacute; en el atascamiento de tareas. El tiempo de ocio finalmente se termina y las actividades postergadas siguen all&iacute;, esperando impacientes. Y entonces llega el momento de apurarse.</p>
<p>Para muchas personas ese es el instante real de stress. Y para las compa&ntilde;&iacute;as representa tambi&eacute;n una p&eacute;rdida de recursos: el empleado promedio admite perder dos horas por d&iacute;a en actividades que nada tienen que ver con el negocio. Si todos salen perjudicados, &iquest;por qu&eacute; sigue siendo una actividad tan com&uacute;n?</p>
<p>Una respuesta posible es que los empleados de hoy est&aacute;n abrumados. En &eacute;pocas de crisis econ&oacute;mica los equipos de trabajo tienden a achicarse y la cantidad de trabajo por persona crece. Las compa&ntilde;&iacute;as exigen mucho de sus empleados: quieren soluciones creativas e innovadoras que al mismo tiempo sean eficientes. Los especialistas concluyen que &eacute;sta puede ser una receta perfecta para la par&aacute;lisis.</p>
<p>Mientras esto ocurre la tecnolog&iacute;a ofrece cada vez m&aacute;s posibilidades de distracci&oacute;n. Facebook, Twitter, incontables mails&hellip; todo ayuda a proveer un sentimiento moment&aacute;neo de logro. En muchas instancias las personas que m&aacute;s empujan sus tareas hasta el &uacute;ltimo momento est&aacute;n preocupadas por &ldquo;la mirada del otro&rdquo;: prefieren ser acusados de poner poco esfuerzo a ser culpables de poco talento. Aunque a veces ocurre lo contrario. La posibilidad de exceder las expectativas podr&iacute;a elevar la vara y esa presi&oacute;n puede ser devastadora para algunos empleados.</p>
<p>La mejor amiga de la procrastinaci&oacute;n es el perfeccionismo. Por eso, dicen, es mejor hacer las cosas a tiempo que hacerlas mejor que nadie. Esta actitud es t&iacute;pica de los perfeccionistas, especialmente en proyectos a largo plazo. En ese caso se trata de una serie de pasos que el empleado decide postergar de manera independiente, sin entender que cada dilaci&oacute;n empuja el objetivo final cada vez m&aacute;s lejos. Para evitarlo es necesario atribuirle a cada paso la importancia que se merece y premiarse cada vez que se llega a una peque&ntilde;a meta.</p>
<p>Si es el ambiente el que insta a la procrastinaci&oacute;n, es eso lo que debe cambiarse. Hay software disponible en la actualidad para &ldquo;esconder&rdquo; ciertas aplicaciones que distraen con frecuencia.</p>
<p>Hacia el final aquellos que dilatan los tiempos suelen sentirse culpables. Pero ese sentimiento no sirve de nada. Conviene identificar con claridad las &aacute;reas problem&aacute;ticas e idear un plan para cumplir los objetivos. El mundo del trabajo actual requiere esta divisi&oacute;n de grandes tareas en peque&ntilde;as acciones. Esa es la &uacute;nica manera de poder completarlas en los tiempos de oficina.</p>
<p>Estas t&eacute;cnicas ser&aacute;n de mucho uso para la mayor&iacute;a de los empleados pero es probable que 20% de la fuerza de trabajo de cualquier empresa forme parte del grupo de procrastinadores cr&oacute;nicos. Estas personas tienden a postergar actividades en sus casas y en sus relaciones, no solo en el trabajo. Para remediar este problema los especialistas recomiendan tratamientos psicol&oacute;gicos que se basen en terapias cognitivas.</p>

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