Perfil de una organización dinámica al comienzo del siglo XXI

“Las empresas deben encarar radicales cambios y obtener el máximo de sus profesionales”, postula Lowell Bryan ( McKinsey). Hace medio siglo Peter Drucker acuñaba el término “operador del conocimiento” para definir esa nueva clase.

22 agosto, 2008

Hoy representa una alta proporción de empleados en cualquier compañía grande, donde áreas como servicios financieros, tecnologías de punta, farmoquímica y medios contienen 25% o más de ellos en su personal. Este grupo incluye innovadores que afrontan un entorno de negocios tan proteico como incierto.
<p> Su misi&oacute;n consiste en crear e intercambiar conocimiento y otros intangibles interactuando con sus pares pero, en vez, desperdician tiempo y esfuerzos buscando los datos que precisan &ndash;aun en sus propias empresas- y coordinando tareas con otros. A menudo, sin apoyo del management medio o superior.</p>
<p> Pero la ineficacia de los profesionales crece con su prominencia. Cada ola que entra en una compa&ntilde;&iacute;a genera una expansi&oacute;n exponencial de colaboradores o rivales potenciales e interacciones improductivas. Muchas empresas l&iacute;deres emplean actualmente 10.000 profesionales o m&aacute;s, lo cual significa unos cincuenta millones de posibles contactos bilaterales.</p>
<p> Entonces, la b&uacute;squeda de informaci&oacute;n implica ubicar las personas que la poseen, pues la mayor&iacute;a de organizaciones carece de &ldquo;mercados de conocimiento&rdquo;. Prueba de estas dificultades es el volumen de correos electr&oacute;nicos internos en el mundo: subi&oacute; en ocho a&ntilde;os de 1.800 a 24.000 millones diarios. Entretanto, la cohesi&oacute;n social y la confianza entre profesionales ha ido declinando, con lo cual disminuye su productividad.</p>
<p> Las grandes compa&ntilde;&iacute;as en Estados Unidos hacen poco para mejorar la eficiencia de los profesionales. En rigor, sus estructuras verticales, recargadas de matrices yuxtapuestas y contingentes, tornan toda tarea en m&aacute;s compleja y engorrosa. Estas reliquias de la era industrial son inadecuadas para los actuales procesos operativos.</p>
<p> Peor, las matrices organizativas &ndash;dise&ntilde;adas para acomodar los ejes del management &ldquo;secundario&rdquo;- act&uacute;an como silos que, con frecuencia, implican un par de gerentes medios encima de los profesionales. Por ejemplo, uno de ventas y otro de producto.</p>
<p> Sin duda, las empresas pueden modificar esas estructuras verticales, a fin de que los grupos profesionales se concentren en sus objetivos espec&iacute;ficos y asuman responsabilidades claras. A continuaci&oacute;n, ser&aacute; preciso crear redes y mercados internos que faciliten la colaboraci&oacute;n interactiva y la obtenci&oacute;n de los conocimientos necesarios.</p>
<p> Las compa&ntilde;&iacute;as no s&oacute;lo pueden desarrollar ese tipo de estructuras. Tambi&eacute;n pueden reducir la complejidad de interacciones y mejorar la calidad de la colaboraci&oacute;n interna implementando cuatro principios de dise&ntilde;o:</p>
<p> 1. Simplificar el management vertical y las estructuras de l&iacute;nea, descartando matrices fallidas y planteos ad hoc o limitando el papel del manager de l&iacute;nea a objetivos inmediatos.</p>
<p> 2. Desplegar fuera de l&iacute;nea equipos para detectar oportunidades y emplear management din&aacute;mico para resolver desequilibrios entre corto y largo plazo.</p>
<p> 3. Desarrollar mercados de conocimiento y redes formales para estimular creaci&oacute;n e intercambio de intangibles.</p>
<p> 4. Confiar en medidas de desempe&ntilde;o, antes que en la mera supervisi&oacute;n, para extraer lo mejor de profesionales autogestionados.</p>

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