10 creencias erróneas sobre el cerebro

Las creencias erróneas sobre el funcionamiento del cerebro son de larga data. En el Siglo XXI, y aun cuando las investigaciones en neurociencias se plasman en libros accesibles para todos, se difunden a través de la prensa, la radio y la televisión, y se publican en revistas y sitios de internet accesibles a cualquier interesado, continúan circulando verdades que no son tales. Veamos algunas de ellas. Por Néstor Braidot.

13 abril, 2015

  1. Los seres humanos utilizan sólo el 10% de su cerebro

He puesto esta creencia en primer lugar porque parecería formar parte de cierto saber popular. En realidad, me ha sorprendido la cantidad de personas a las que les he oído decir que si el hombre utilizara aunque sea el 50% de su cerebro sería infinitamente más inteligente, lo cual constituye un verdadero desacierto, de hecho, si una persona utilizara sólo el 10% de su cerebro no podría ni siquiera dar un paso.

Te pongo un solo ejemplo: cada vez que levantas la mano para saludar a alguien existe un conjunto de neuronas que se ponen en marcha para que puedas reconocerlo. Luego, comienzan a trabajar tus cortezas premotora y motora para que tu brazo y tu mano se muevan. También intervendrá el cerebelo, que es un área vital para el control de actividades musculares rápidas.

Como normalmente un saludo se acompaña con una sonrisa, participarán regiones prefrontales (involucradas en el proceso cognoscitivo), parte de las neuronas espejo (relacionadas con la empatía) y el núcleo accumbens (si el encuentro con el otro es placentero). Esto que acabo de relatar es sólo una parte, ya que no se activarán las mismas zonas si la persona que saludas es tu madre, un vecino o un compañero de trabajo, alguien a quien quieres, alguien que te es indiferente o alguien que detestas.

 

En síntesis: cada experiencia humana, consciente o metaconsciente, pone en marcha un conjunto de movimientos que el cerebro jamás podría llevar a cabo si utilizara sólo un 10% su capacidad.

 2. La inteligencia se hereda

Como la inteligencia y otras habilidades mentales dependen de la estructura fisiológica del sistema nervioso, y el cerebro, como otros órganos, está sujeto a las influencias genéticas, muchas personas la consideran una capacidad hereditaria y, lo que es más peligroso, creen que algunas razas son más inteligentes que otras.

Si bien todo ser humano hereda un patrón único de los genes de sus padres, éste es un componente de base, ya que el desarrollo de su inteligencia dependerá de los estímulos que reciba del entorno y, fundamentalmente, de lo que él haga para incrementarla y potenciarla.

 3. El cociente intelectual revela el nivel de inteligencia

El cociente intelectual (CI) es una puntuación que se obtiene luego de aplicar un conjunto de test estandarizados para medir las habilidades cognitivas de una persona con relación a otras de la misma edad. Por ejemplo, un individuo que participe en una búsqueda laboral puede obtener un resultado como el que indica la Figura. Sin embargo, estos coeficientes no siempre son indicadores de un buen desempeño futuro

Por ejemplo, en los Estados Unidos se han hecho investigaciones sobre personas que obtuvieron puntajes bajos en el Scholastic Assessment Test (SAT) y en el American Collage Test. Sin embargo, han desarrollado una carrera profesional exitosa.

En Alemania, un estudio realizado por la consultora Egon Zehnder International entre cientos de ejecutivos de primer nivel de ese país, Japón y América latina, demostró que eran más proclives a triunfar quienes obtenían puntajes más altos en autorregulación emocional en comparación con quienes habían obtenido puntajes altos en cociente intelectual.

 

En síntesis: la inteligencia no es lo que miden los clásicos tests de cociente intelectual. Una persona inteligente es aquella que, además de manejar un vocabulario con fluidez, comprender rápidamente lo que lee, resolver cálculos con habilidad, tomar decisiones correctas y alcanzar sus metas, es capaz de relacionarse armónicamente consigo misma y, fundamentalmente, con las demás.

4. La agilidad mental comienza a deteriorarse a partir de los 40 años

 

El cerebro humano alcanza su madurez alrededor de los 30 años y, al contrario de lo que se creía, un desarrollo pleno entre los 35 y los 40[1], siempre que existan condiciones ambientales favorables. Por ejemplo, si un individuo de 30 años no hace nada por mantener su cerebro joven y activo, esto es, no lee, no estudia, se alimenta mal, fuma, lleva una vida rutinaria y aburrida, es altamente probable que su cerebro comience a deteriorarse a partir de esa edad. Con el correr del tiempo, mayor será el esfuerzo que deberá hacer para aprender y recordar, ya que la memoria suele ser una de las funciones más afectadas por el sedentarismo físico e intelectual.

En síntesis: excepto que medie algún tipo de lesión, el cerebro pierde agilidad cuando no se lo utiliza. Ha sido corroborado científicamente que la exigencia intelectual combinada con ejercicio físico y una alimentación adecuada evita el deterioro del sistema nervioso debido a que promueve procesos de neurogénesis y neuroplasticidad positiva.

 

 


5. El cerebro no genera nuevas neuronas a lo largo de la vida

Una creencia arraigada durante mucho tiempo fue que los humanos nacemos con una determinada cantidad de neuronas y que sólo aumentan las conexiones entre ellas como resultado del aprendizaje y la experiencia. Las investigaciones actuales que focalizan en la neurogénesis contradicen estas afirmaciones:

El sistema nervioso continúa generando nuevas neuronas y células gliales a lo largo de la vida, incluso en edades avanzadas (neurogénesis adulta). Ha sido comprobado que las actividades aeróbicas, la alimentación adecuada y un correcto equilibrio entre las horas de sueño y vigilia favorecen la neurogénesis.

6. El daño cerebral es irreversible

 

Dado que el cerebro es el soporte físico de la mente, una lesión en cualquiera de sus zonas es preocupante. Desde un golpe en la cabeza hasta un accidente cerebrovascular (ACV) pueden dejar a un individuo en estado vegetativo. Sin embargo, no siempre es así. Si bien hay neuronas que se dañan para siempre, la capacidad del cerebro para crear nuevas conexiones entre las existentes es sorprendente.

Uno de los casos más conocidos es el de Jill Taylor, la neuroanatomista americana que fue registrando un derrame en la parte izquierda de su propio cerebro mientras lo iba experimentando. Con el correr del tiempo, y luego de realizar con constancia el tratamiento indicado, estaba dando conferencias por el mundo sobre su propio caso.

 

 7. Las emociones afectan negativamente la toma de decisiones

 

Una creencia muy arraigada es que la ausencia de emociones facilita la toma de decisiones acertadas. Sin embargo, al estudiar lo que ocurre en el cerebro durante estos procesos mediante fMRI y otras técnicas de avanzada, las neurociencias modernas han hallado el soporte científico para demostrar lo contrario:

El componente emocional actúa como una especie de GPS que antecede y guía al componente cognitivo, evitando que se elija una alternativa que puede resultar perjudicial o negativa. También ha sido comprobado que cuando las emociones están ausentes aumenta la probabilidad de que una persona se equivoque en el momento de tomar una decisión.


8. En el futuro se podrán construir ordenadores que funcionen como el cerebro

Dado que el cerebro mismo pertenece al sistema nervioso y que todas las funciones mentales emergen de interrelaciones entre sus partes, la visión computacional sobre el cerebro se puede comprender. Sin embargo, y por más que hagamos elucubraciones a lo “Julio Verne”, no existe (a mi entender) la posibilidad de crear un cerebro artificial capaz de tener conciencia de sí mismo y experimentar emociones como el amor, la alegría, la rabia o la desesperanza.

Si bien hay máquinas que caminan, hablan, calculan, multiplican la velocidad de procesamiento de la información y toman decisiones, incluso algunas juegan maravillosamente al ajedrez, la posibilidad de crear un robot capaz de sentir es totalmente imposible, aun cuando las emociones puedan analizarse como estados funcionales del cerebro.

9. Las personas felices utilizan menos su cerebro

La creencia de que existe una relación inversamente proporcional entre los estados de felicidad y las capacidades cerebrales es errónea, sin embargo, está muy difundida. Por ejemplo, cuando pido opiniones sobre la feliz protagonista de la película británica Happy-Go-Lucky de Mike Leigh (2008) a quienes la vieron, suelen decirme: “¡es tonta!”, “me agota”, “no la soporto”, “es superficial“, y lo más llamativo: “es estúpida”. Sin embargo:

Cuando los estímulos placenteros son escasos, hay un déficit de dopamina, baja o nula activación de los sistemas de recompensa, consecuentemente, dificultades en el desempeño de las funciones ejecutivas. Por lo tanto, los estados de felicidad son maravillosos aliados del buen desempeño cerebral.


 10. Si no se nace con buena memoria, nada se puede hacer

 

Tan arraigada está esta creencia que suelen preguntarme si van a inventar o no una píldora que los ayude a superar sus problemas, cuando en la mayoría de los casos las dificultades de retención están originadas en problemas de fácil resolución.

Los problemas de memoria pueden estar originados por el estrés, la ausencia de actividad física, la saturación provocada por la enorme cantidad de información que un individuo maneja cotidianamente, el consumo de drogas, la alimentación inadecuada, el pensamiento negativo o el déficit de otras funciones (como la atención). Por lo tanto, con un diagnóstico y un entrenamiento adecuado, sumado a una revisión de los hábitos, todas las personas pueden mejorar su memoria.

[1] Esto ha sido demostrado por investigaciones recientes, entre ellas, las del Instituto de Neurociencia Cognitiva de Londres.

Néstor Braidot[1]Investigador, consultor, escritor y conferencista internacional. Es uno de los especialistas más consultados sobre la aplicación de las neurociencias a la actividad organizacional: neuromanagement, neuromarketing, neuroliderazgo y entrenamiento cerebral.

Cuenta con una formación multidisciplinaria que le permite integrar sus conocimientos sobre el cerebro -resultado de años de estudio e investigación en neurociencias- con los aportes de la física cuántica para el desarrollo del potencial de personas y organizaciones.

Considerado un investigador disruptivo en temas de su especialidad, ha obtenido importantes reconocimientos internacionales por el desarrollo de metodologías de avanzada que se implementan en organizaciones de diferentes países.

Es fundador de una escuela de pensamiento interdisciplinaria y autor de libros que formaron a varias generaciones de empresarios y ejecutivos, entre ellos: Cómo funciona tu Cerebro, Editorial Planeta, España (2013), Sácale partido a tu cerebro, Editorial Gestión 2000 (2011) y Editorial Granica (2012), Tu cerebro lo es todo (Plataforma Editorial, Madrid, 2012 -en colaboración-, Neuromarketing en acción, Editorial Granica (2011), Neuroventas, Editorial Granica (2013), Neuromarketing, Editorial Gestión 2000 (2009), Neuromanagement, Ed. Granica (2008), Venta Inteligente, Ed. Puerto Norte-Sur (2007), Neuromarketing, neuroeconomía y negocios, Ed. Puerto Norte-Sur (2006). Actualmente, se encuentra escribiendo una obra focalizada en el neuroliderazgo de la mujer.

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