Están tocando nuestra canción

El negocio discográfico exhibe una extraña ambivalencia: su marketing, tan poderoso y creativo (capaz, incluso, de inventar artistas), está fuertemente sospechado de basar su promoción en el recurso fácil ­e irregular­ de pagar a los programadores por debajo de la mesa. Un conocido conductor de radio lo confirma sin pelos en la lengua, mientras en Estados Unidos tratan de reglamentar estas prácticas.

17 noviembre, 2012

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