Las marcas pelean contra sus clones

Cada vez está más perfeccionado el negocio de imitar productos de marca, especialmente en Asia. Muchas veces, sólo un vendedor autorizado de Chanel o Louis Vuitton es capaz de distinguir entre un producto auténtico y una imitación.

17 octubre, 2006

Si bien gran parte del público sabe de la existencia de artículos de moda falsificados, pocos advierten hasta qué punto esos productos forman parte de la vida cotidiana. Productos musicales, de entretenimiento, de electrónica, del hogar, cigarrillos, alimentos, licor, medicamentos y productos industriales.

Según Gieschen Consultancy, una firma canadiense que brinda servicios de inteligencia en falsificaciones, más de 5.000 incidentes de falsificación y piratería se documentaron entre octubre 2004 y enero 2006. Eso totalizó más de 1.410 millones de artículos falsificados por un valor estimado de US$ 4.130 billones.

Como respuesta a la epidemia global, la Cámara Internacional de Comercio (BASCAP) inició una acción para detener la piratería, ayudar a las marcas a combatirla y alentar a los gobiernos a crear y hacer cumplir duras leyes anti-piratería.

Algunas marcas actúan por su cuenta utilizando software de autenticación, presionando a sus gobiernos y empleando estrategias de venta y distribución para contrarrestar a los falsificadores.

La Comisión europea, cuerpo ejecutivo de la Unión Europea, informó un aumento de 800% durante 2004 en las falsificaciones procedentes de China. Ese mismo años, la Shanghai Commerce and Industry Branch prohibió la venta de productos falsificados a pedido de diez marcas europeas, incluidas Montblanc y Prada. Los shoppings centers y tiendas reconocidas del país chino vendían solamente artículos auténticos.

Pero a partir de octubre 2006, La Unión Europea informa que China sigue siendo ola primera nación falsificadora y denuncia que las autoridades locales hacen muy poco para contener la práctica de la piratería.

La Unión también identifica a Rusia, Ucrania, Chile y turquí como las principales fuentes de falsificaciones (después de China) y desea negociar sobre esa producción y distribución con una serie de otros países, entre los cuales figuran tailandia, Malasia, Indonesia, filipinas, Vietnam, Corea del sur, Brasil, Argentina y Paraguay.

Si bien gran parte del público sabe de la existencia de artículos de moda falsificados, pocos advierten hasta qué punto esos productos forman parte de la vida cotidiana. Productos musicales, de entretenimiento, de electrónica, del hogar, cigarrillos, alimentos, licor, medicamentos y productos industriales.

Según Gieschen Consultancy, una firma canadiense que brinda servicios de inteligencia en falsificaciones, más de 5.000 incidentes de falsificación y piratería se documentaron entre octubre 2004 y enero 2006. Eso totalizó más de 1.410 millones de artículos falsificados por un valor estimado de US$ 4.130 billones.

Como respuesta a la epidemia global, la Cámara Internacional de Comercio (BASCAP) inició una acción para detener la piratería, ayudar a las marcas a combatirla y alentar a los gobiernos a crear y hacer cumplir duras leyes anti-piratería.

Algunas marcas actúan por su cuenta utilizando software de autenticación, presionando a sus gobiernos y empleando estrategias de venta y distribución para contrarrestar a los falsificadores.

La Comisión europea, cuerpo ejecutivo de la Unión Europea, informó un aumento de 800% durante 2004 en las falsificaciones procedentes de China. Ese mismo años, la Shanghai Commerce and Industry Branch prohibió la venta de productos falsificados a pedido de diez marcas europeas, incluidas Montblanc y Prada. Los shoppings centers y tiendas reconocidas del país chino vendían solamente artículos auténticos.

Pero a partir de octubre 2006, La Unión Europea informa que China sigue siendo ola primera nación falsificadora y denuncia que las autoridades locales hacen muy poco para contener la práctica de la piratería.

La Unión también identifica a Rusia, Ucrania, Chile y turquí como las principales fuentes de falsificaciones (después de China) y desea negociar sobre esa producción y distribución con una serie de otros países, entre los cuales figuran tailandia, Malasia, Indonesia, filipinas, Vietnam, Corea del sur, Brasil, Argentina y Paraguay.

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