Stiglitz y la crisis hipotecaria: la prioridad son las familiaso
Si las autoridades vuelven a salvar a inversores, intermediarios y especuladores, habrán cometido otro error, sostiene Joseph Stiglitz. Nobel compartido (2001), némesis de los bancos centrales y el Fondo Monetario.
21 agosto, 2007
Este economista liberal fue despedido del Banco Mundial por presiones del FMI, poco antes de recibir ese premio. Su pecado: haber anticipado la crisis sistémica de 1997/8 y el desinfle de la burbuja puntocom (2000/1). Ahora critica a la Reserva Federal “por rebajar demasiado la tasa de redescuento (6,25 a 5,75% anual) y salvar a bancos que especulaban con malas hipotecas y generaron iliquidez”.
A su juicio, es un caso de sobreprotección –los anglosajones la llaman con un euferismo, “azar moral”- que puede acabar siendo contraproducente. Entidades y operadores tienden a sentirse sobrecubiertos, por ende toman nuevos riesgos a costa de un sistema financiero global esclerótico. Lo peor es que la RF no podía hacer otra cosa, porque caían todos los mercados relevantes”.
Amén de inyectar alrededor de US$ 500.000 millones de liquidez en menos de una semana, “los principales emisores han aceptado como colaterales títulos hipotecarios que ya nadie quiere. Eso equivale a rescatar apostadores que no han hecho bien las cuentas y, además, han estafado al público”, afirma el economista.
“Volvemos a encontrar a los culpables de excesos en los años 90, hoy disfrazados de fondos de coberturas (derivados) o de capital extrabursátil, vía compras apalancadas. Sólo que ahora 1.700.000 familias norteamericanas pueden quedarse sin techo. No obstante, a la RF ñe compete el sector financiero, no la gente”.
En el fondo, “subsiste un problema clave de tipo sistémico, asociado –subraya Stiglitz- a los fuertes déficit de la economía estadounidense y a su escasa tasa de ahorro interno. En este aspecto, las políticas de George W.Bush son las peores desde los tiempos de Herbert Hoover”; o sea, desde 1929/33. Por elevación, esa crítica les cabe a Alan Greenspan y Benjamin Bernanke.
Este economista liberal fue despedido del Banco Mundial por presiones del FMI, poco antes de recibir ese premio. Su pecado: haber anticipado la crisis sistémica de 1997/8 y el desinfle de la burbuja puntocom (2000/1). Ahora critica a la Reserva Federal “por rebajar demasiado la tasa de redescuento (6,25 a 5,75% anual) y salvar a bancos que especulaban con malas hipotecas y generaron iliquidez”.
A su juicio, es un caso de sobreprotección –los anglosajones la llaman con un euferismo, “azar moral”- que puede acabar siendo contraproducente. Entidades y operadores tienden a sentirse sobrecubiertos, por ende toman nuevos riesgos a costa de un sistema financiero global esclerótico. Lo peor es que la RF no podía hacer otra cosa, porque caían todos los mercados relevantes”.
Amén de inyectar alrededor de US$ 500.000 millones de liquidez en menos de una semana, “los principales emisores han aceptado como colaterales títulos hipotecarios que ya nadie quiere. Eso equivale a rescatar apostadores que no han hecho bien las cuentas y, además, han estafado al público”, afirma el economista.
“Volvemos a encontrar a los culpables de excesos en los años 90, hoy disfrazados de fondos de coberturas (derivados) o de capital extrabursátil, vía compras apalancadas. Sólo que ahora 1.700.000 familias norteamericanas pueden quedarse sin techo. No obstante, a la RF ñe compete el sector financiero, no la gente”.
En el fondo, “subsiste un problema clave de tipo sistémico, asociado –subraya Stiglitz- a los fuertes déficit de la economía estadounidense y a su escasa tasa de ahorro interno. En este aspecto, las políticas de George W.Bush son las peores desde los tiempos de Herbert Hoover”; o sea, desde 1929/33. Por elevación, esa crítica les cabe a Alan Greenspan y Benjamin Bernanke.