Productos derivados de crédito: el gran enredo

Hasta el año pasado, los “seguros sobre créditos incobrables” (SCI) eran la maravilla de las finanzas modernas. Hoy son los responsables de la catástrofe. Entre ambas posturas habría que hacer algunas distinciones.

5 enero, 2009

Estos productos financieros derivados permiten a quien los vende tomar nuevos créditos y a quien los compra asegurarse contra empresas o gobiernos que están teniendo dificultadas para honrar sus deudas. El valor especulativo de los SCI impagos pasó, de casi cero hace diez años a US$ 62 billones (millones de millones) a finales de 2007, aunque cayó a US$ 55 billones en la primera mitad de 2008 y viene bajando desde entonces. Negociados privadamente o por medio de bancos, parecían demostrar que nuevos y grandes mercados podían funcionar perfectamente bien con mínima regulación.
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<p> Pero desde septiembre una ola de grandes quebrantos en todo tipo de entidades financieras puso de cabeza al mercado de los SCI, pues se los sospecha al menos en parte responsables de las salvajes fluctuaciones en los papeles financieros. La ca&iacute;da en septiembre de Lehman Brothers mostr&oacute; que el mayor riesgo sist&eacute;mico que plantean los SCI no est&aacute; en las grandes p&eacute;rdidas sobre deudas anteriores sino en la desaparici&oacute;n de una gran entidad financiera. El shock provocado por el colapso de Lehman Brothers gener&oacute; una onda expansiva que fue mucho m&aacute;s all&aacute; de los productos derivados. Casi tan traum&aacute;tico fue el rescate de American International Group (AIG), una inmensa aseguradora que hab&iacute;a vendido protecci&oacute;n crediticia sobre unos US$ 440.000 millones de paquetes que inclu&iacute;an hipotecas y deuda corporativa, conocidos como &ldquo;obligaciones de deuda colateralizada&rdquo; (ODC).</p>
<p> Los errores de c&aacute;lculo con los CSI provocaron consternaci&oacute;n. Primero por el riesgo que se corre si la contraparte no puede cumplir con sus obligaciones. Adem&aacute;s, por la endeble situaci&oacute;n de toda la estructura, que se descuid&oacute; durante el boom del mercado. Y finalmente porque los swaps pueden usarse para esconder el riesgo crediticio de los mercados, dado que las posiciones no tienen que explicarse en los balances. En definitiva, esos instrumentos facilitan notablemente la concentraci&oacute;n del riesgo.</p>
<p> En esencia, lo que hacen los SCI es separar el inter&eacute;s sobre una deuda del riesgo de que no se pague. Vender protecci&oacute;n de cr&eacute;dito es similar a vender ciertos tipos de opciones comunes sobre acciones. La verdadera causa de la crisis son los malos pr&eacute;stamos hipotecarios, no los derivados: las operaciones de pases de hipotecas subprime (malas) se hicieron inestables porque los pr&eacute;stamos mismos eran tramposos.</p>
<p> Pero si los instrumentos derivados de cr&eacute;dito no fueron la principal causa de la conflagraci&oacute;n del a&ntilde;o que acaba de terminar, al menos fueron, en ciertos aspectos, un acelerador.</p>
<p> Algunos temen que todav&iacute;a falte lo peor. Si se deplomara alg&uacute;n otro gran protagonista del mercado se producir&iacute;a una corrida para reemplazar activos a casi cualquier costo. Reemplazar los afectados por Lehman despu&eacute;s de su quiebra cost&oacute; a algunos agentes m&aacute;s de US$ 200 millones.</p>

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