La petroquímica lleva seis años estancada

Este invierno, el uso de la capacidad instalada de la industria petroquímica ha sido de los más bajos de la historia. Escaso de materia prima y suministro de energía, el sector pasó en diez años del equilibrio al déficit de US$ 2.800 millones.

10 septiembre, 2013

Atrás quedaron los dos hitos de la historia que posibilitaron el desarrollo de la industria petroquímica en la Argentina, describe Horacio Lazarte, analista sectorial de abeceb.com.

El primero fue el crecimiento del mercado interno tras la escasez de insumos intermedios en la época de la posguerra, que generó la necesidad de auto proveernos e impulsó a la construcción de las dos primeras plantas de América Latina en la década de 1940: lo que hoy es el complejo Gral. San Martín.

El segundo, el descubrimiento del yacimiento de gas Loma de la Lata en la década de 1970, que avizoraba un horizonte de gran abastecimiento relativo de este recurso y viabilizaba la posibilidad de contar con una industria petroquímica propia de mayor escala.

La capacidad siguió creciendo al ritmo del consumo interno en los años posteriores, aunque el salto que duplicó la escala se produjo a fines de la década de 1990 cuando la expansión del consumo de productos derivados -algo postergada en la década anterior-, había dado un salto de 250%, convergiendo con las tendencias globales hacia un mayor uso de poliolefinas y termoplásticos.

Asimismo, una mayor apertura al capital había dado un nuevo impulso para la radicación de plantas, principalmente en Bahía Blanca. Esto fue posible gracias a la disponibilidad de materias primas a precios muy competitivos.

2006, el último techo productivo

De esa forma, ante la posibilidad de autoabastecimiento, la balanza comercial del sector se mantuvo equilibrada.

No obstante, esto solo fue posible sostener hasta 2006, cuando se llegó al pico de producción. Esta fue la primera señal de que debía contarse con una política energética sustentable que priorizara la reposición de los recursos consumidos y la incorporación de nuevos para el abastecimiento que el crecimiento del país requería.

Pero el saldo comercial energético seguía siendo positivo, aunque se había reducido un 32% de US$ 5.800 M a casi US$ 4.000 M en solo un año. 
A partir de entonces, comenzó una etapa de estancamiento productivo del sector con un promedio de producción en el período 2007-2012 de 6,1 millones de toneladas frente a 7,1 del pico de 2006.

Por primera vez desde el descubrimiento de Loma de la Lata, la industria tendía que pasar de un contexto de abundancia a otro de escasez de gas natural. Por funcionar tanto como insumo energético como de materia prima, se produjo un menor uso de la capacidad operativa y la estacionalidad de la producción de productos petroquímicos se profundizó desde entonces.
En el período invernal el uso de la capacidad se contrajo en nuestro país a un promedio de menos de 67% (con mínimos del 40% en los períodos más críticos), cuando el uso óptimo está por encima del 80% y el uso estándar de utilización está entre 75% y 85%.

Una coyuntura más cruda

El invierno de este año es uno de los períodos más bajos de la historia en el uso de la capacidad instalada de la industria petroquímica. Esto se debe a temperaturas más bajas durante el mes de julio y a paradas de planta de mantenimiento. Entre ellas, la parada técnica de mantenimiento de la planta de urea en Bahía Blanca, por lo cual se vio afectada la producción del sector en mayor medida. La consecuencia de las limitaciones propias se vio en la balanza comercial del sector petroquímico, que pasó en los últimos diez años de un equilibrio a un déficit de US$ 2.800 millones. 
Pero esta no es la única dificultad que atraviesa el sector. Otro hecho que marcó la escasez es el encarecimiento de la materia prima luego de la resolución 1982/11 implementada el año pasado, que establece un cargo por importación de gas para grandes usuarios. Con este adicional, el costo de abastecimiento promedio pasó de 3 a 5,67 US$ / MBTU.

Sortear los desafíos se hace más costoso

Hoy la geología brinda otra oportunidad para dar otro salto en esta industria en el caso de desarrollar los yacimientos de gas no convencional, pero las necesidades del presente resultan más urgentes que el largo plazo.

Ante ello, la actualidad plantea grandes desafíos en cuanto a la modernización tecnológica para ganar eficiencia en el uso energético.
  Varias empresas se anticiparon a esta lógica y otras están en camino a ello. Entre los ejemplos destacados están Solvay Indupa con la construcción de una central eléctrica propia y la reconversión de calderas de vapor a combustibles liquidos, Profertil que este año anunció la ampliación de la capacidad productiva mediante una nueva tecnología que le permita utilizar menos volumen de gas, agua y electricidad y Dow mediante la reciente firma del acuerdo de entendimiento con YPF para el desarrollo conjunto del yacimiento El Orejano, en el que espera producir shale gas.

Pero en el presente, las alternativas para suplir la escasez implican aumentar los costos de producción. Esto muestra un contraste que deja a Argentina rezagada frente a la competencia internacional.

Por un lado, el aumento de la oferta de gas natural tras la incorporación del shale en EE.UU. ha mejorado su competitividad y consecuentemente las inversiones en etileno; y por el otro, la expansión de Brasil y México en la región en un proceso de grandes inversiones con el fin de abastecer la demanda futura. 

Ante esta situación, resulta necesaria la explotación de los recursos no convencionales para garantizar la oferta futura.

De ello depende el futuro de la industria, finaliza Lazarte.

 

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