¿Hacia adónde va la revolución shale?

El "fracking" podría estar lentamente preparando la próxima crisis financiera.

21 octubre, 2018

 A comienzos del siglo 21, la creencia general era que Estados Unidos se vería obligada a importar cada vez más petróleo y gas para sostener el consumo interno. Sin embargo, al promediar la primera década un emprendedor llamado George Mitchell demostró que era posible obtener mucho petróleo y gas de lugares que se creían agotados. Demostró que se les podían extraer grandes cantidades de gas y petróleo inyectando agua a alta presión en pozos horizontales para abrir fisuras existentes. Ese proceso mejoraba una tecnología ya conocida – el fracking (o fractura hidráulica) – para obtener petróleo y gas.

A partir de ahí el procedimiento del fracking para obtener shale oil y shale gas – petróleo y gas de esquisto – trastocó totalmente el panorama energético del país del norte. Para finales del 2015 el presidente Barack Obama levantó la prohibición de exportar petróleo y hoy Estados Unidos es el mayor productor de gas natural del mundo y en petróleo está cerca de eclipsar a Arabia Saudita y Rusia. Con la nueva técnica de extracción Estados Unidos resurgió como súper potencia energética y a Donald Trump ya no le alcanza la “independencia energética”. Busca “el dominio energético” mundial, o sea, convertir al país en exportador neto.

Los mayores escépticos sobre la técnica del fracking se encuentran en Wall Street. Dicen que la base financiera de la industria es inestable. El tema lo explica con claridad y prudencia Bethany McLean en su libro “Saudi America: the Truth about Fracking and How It’s Changing the World“.

El libro de McLean comienza explicando que la revolución shale ha tenido profundos efectos en la país: ha creado empleos y bajado el costo de la energía, aunque algunas de esas ventajas han sido algo exageradas. Pero, dice, el crecimiento de la producción del gas y petróleo no es algo totalmente positivo y sus beneficios no durarán para siempre.

La intención es McLean no es desprestigiar el proceso (muchos lo han intentado por sus efectos ambientales y fueron desmentidos por el avance de la actividad). Trata en cambio, de alertar sobre los riesgos financieros. Explica la importancia que tiene el dinero barato en el sostenimiento del boom shale.

 

Todavía no hubo escándalos en esta industria en una escala comparable a la de Enron, (McLean relató el ascenso y caída de Enron en “The Smartest Guys in the Room“) dice. Pero el crecimiento de la deuda ya presiona a muchas compañías y empujó a otras a la quiebra en 2014-16.

Relata la carrera de Aubrey McLendon, el mago de las finanzas shale que convirtió a su compañía, Chesapeake Energy, en un imperio del gas mediante un ingenioso sistema de acuerdos y préstamos. El modelo que creó: “crecer endeudándose”, es el que se aplica hoy.

Lo cierto es que las compañías extractoras de petróleo y gas shale no sólo todavía no han logrado autofinanciarse sino que van aumentando su dependencia del endeudamiento. Mientras las tasas de interés se mantuvieron bajas el problema no crecía, pero ahora que el estímulo desaparece el financiamiento se vuelve más caro.

Por eso el libro de McLean sugiere que las expectativas no deberían ser demasiado grandes para el futuro.

 

 

 

 

 

 

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