Fiat: nuevas reuniones por la crisis y los despidos

Mañana comienzan en Italia las reuniones entre líderes parlamentarios, miembros del gabinete y sindicalistas en pos de una salida a la crisis Fiat. En teoría, la semana próxima deberían suspenderse 5.600 trabajadores de la división auto.

2 diciembre, 2002

Pier Ferdinando Casini, presidente de la cámara baja, pidió anoche “una acción común de los partidos para resolver el problema que afectará a 8.100 personas: 5.600 en pocos días y el resto en julio”. A su vez, el democristiano Piero Fassini ha planteado a Fiat SpA “liberar recursos desprendiéndose a las actividades no automotrices”. Casi al revés del plan aprobado meses atrás por los principales acreedores del grupo.

El tiempo apremia porque, ya el jueves, debieran empezar a enviarse las notificaciones al personal que pasará a percibir el subsidio por desempleo (“cassa integrazione”, según el eufemismo italiano). “El resto de los empresarios no puede ser indiferente ante la crisis. Si no aparece una solución pronto, correrá peligro todo el sistema industrial”, sostenía Savino Pezzotta, jefe de la CISL (una de las centrales laborales).

Gremialistas y parlamentarios afirman que la reciente recapitalización del grupo (€ 3.000 millones) no alcanza. Por su parte, Fiat SpA sólo ofrece retomar 50% del personal despedido en la planta de Termini Imerese (Sicilia). Entretanto, se esperan señales de la Comisión Europea, presidida por un italiano, Romano Prodi. Raffaele Bonanni, jefe de otra central (UIL), ha sugerido “imitar el ejemplo de la Volkswagen y salvar todos los puestos en riesgo”. Algunos sospechan que el caso alemán se examina muy cerca del primer ministro Silvio Berlusconi, necesitado de recomponer su frente social y político mientras arrecian presiones “semiseparatistas” en el norte.

Pier Ferdinando Casini, presidente de la cámara baja, pidió anoche “una acción común de los partidos para resolver el problema que afectará a 8.100 personas: 5.600 en pocos días y el resto en julio”. A su vez, el democristiano Piero Fassini ha planteado a Fiat SpA “liberar recursos desprendiéndose a las actividades no automotrices”. Casi al revés del plan aprobado meses atrás por los principales acreedores del grupo.

El tiempo apremia porque, ya el jueves, debieran empezar a enviarse las notificaciones al personal que pasará a percibir el subsidio por desempleo (“cassa integrazione”, según el eufemismo italiano). “El resto de los empresarios no puede ser indiferente ante la crisis. Si no aparece una solución pronto, correrá peligro todo el sistema industrial”, sostenía Savino Pezzotta, jefe de la CISL (una de las centrales laborales).

Gremialistas y parlamentarios afirman que la reciente recapitalización del grupo (€ 3.000 millones) no alcanza. Por su parte, Fiat SpA sólo ofrece retomar 50% del personal despedido en la planta de Termini Imerese (Sicilia). Entretanto, se esperan señales de la Comisión Europea, presidida por un italiano, Romano Prodi. Raffaele Bonanni, jefe de otra central (UIL), ha sugerido “imitar el ejemplo de la Volkswagen y salvar todos los puestos en riesgo”. Algunos sospechan que el caso alemán se examina muy cerca del primer ministro Silvio Berlusconi, necesitado de recomponer su frente social y político mientras arrecian presiones “semiseparatistas” en el norte.

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