EE.UU.: algunos secretitos que se ocultan tras las ganancias

Según la consultora First Call, en 2003 las utilidades del sector privado subieron 18,4%. Entonces ¿por qué las empresas siguen eliminando empleos? ¿por qué Wall Street se muestra escéptica sobre el valor de tantas cotizantes?

17 marzo, 2004

Como está de moda, gurúes y ejecutivos cargan las tintas sobre la tercerización laboral en el exterior, como método para bajar costos y mejorar utilidades. Pero, bajo las apariencias, no es difícil descubrir que esas ganancias no son tan altas como dicen los informes al mercado.

De hecho, dos factores –dólar débil, rebajas tributarias otorgadas por George W.Bush, válidas diez años desde 2001 y 2003- han inflado ventas y utilidades. Pero, en las operaciones básicas que crean empleo, el crecimiento ha sido con frecuencia mucho más lento de cuanto supieran accionistas e inversores.

Un análisis interno de Union des Banques Suisses (UBS, Nueva York), efectuado por Thomas Dörflinger, arranca del dólar débil. A medida como las monedas extranjeras usadas para pagar por bienes y servicios norteamericanos aumentan respecto del dólar, las ganancias de firmas norteamericanas parecen crecer, aunque las ventas no lo hagan en igual grado.

Los diferenciales cambiarios, señala el experto, “aportan casi un cuarto del incremento en ingresos (9%) registrado en 2003 por compañías incluidas en la cartera Standard & Poor’s 500”. Para otros especialistas, los efectos han sido más amplios.

Por ejemplo, Ingersoll-Rand Corporation (equipos) contabilizó el año pasado un alza de 11% en utilidades, pero más de 33% de ese margen deriva de diferenciales cambiarios. En cuanto a Caterpillar (maquinaria agrícola), la proporción sube a la mitad (4 sobre 8%). En otras palabras, el volumen contó igual que el factor cambiario.

El caso Danaher Corporation es más extremo y genera suspicacias. Este fabricante de herramientas y componentes declara 15,5% de alza en ventas durante 2003. Pero la mayor parte (10%) resulta de adquisiciones, 4% de diferencias entre divisas y apenas 1,5% de ventas reales.

Las empresas citadas son muy útiles por encarnar, precisamente, tipos de productos que –se supone- debieran mostrar explosivas ganancias en la fase inicial de una reactivación económica. Es decir, la que Washington, Wall Street y sus voceros vienen “detectando” desde noviembre de 2001… sin que haya tenido efectos relevantes en la demanda de empleo.

Tras el dólar, las amplias rebajas tributarias a los dividendos empresarios también han inflado utilidades contables. Las firmas que venden en el exterior, por ejemplo, pagan impuestos en el país donde se hace cada transacción. Pero, como son generalmente inferiores a los norteamericanos, la carga tributaria total de una empresa baja mientras suben las exportaciones (resultado, claro, del dólar barato).

Si bien faltan cifras completas del año pasado, ya en 2002 –cuando ya estaba en vigor el paquete de rebajas 2001-10-, se notaban ciertos efectos. Dörflinger calcula que, sin ese “regalo” en desmedro de los ingresos fiscales genuinos, las ganancias de Boeing habrían sido 8,6% inferiores y 6,1% las de Disney Corporation.

Por supuesto, accionistas, inversores y asesores de carteras han de escarbar un poco, si quieren averiguar el crecimiento orgánico real de las compañías. A éstas no les gusta difundir aumentos modestos.

Con la expansión real en niveles tan magros, no sorprende que siga despidiéndose personal, no se tome gente o se recorten horas extras. Cabe preguntarse, por fin, si tantos balances positivos resultan de una reactivación en serio o de maquillajes, no sólo contables ni forzosamente ilegales.

Como está de moda, gurúes y ejecutivos cargan las tintas sobre la tercerización laboral en el exterior, como método para bajar costos y mejorar utilidades. Pero, bajo las apariencias, no es difícil descubrir que esas ganancias no son tan altas como dicen los informes al mercado.

De hecho, dos factores –dólar débil, rebajas tributarias otorgadas por George W.Bush, válidas diez años desde 2001 y 2003- han inflado ventas y utilidades. Pero, en las operaciones básicas que crean empleo, el crecimiento ha sido con frecuencia mucho más lento de cuanto supieran accionistas e inversores.

Un análisis interno de Union des Banques Suisses (UBS, Nueva York), efectuado por Thomas Dörflinger, arranca del dólar débil. A medida como las monedas extranjeras usadas para pagar por bienes y servicios norteamericanos aumentan respecto del dólar, las ganancias de firmas norteamericanas parecen crecer, aunque las ventas no lo hagan en igual grado.

Los diferenciales cambiarios, señala el experto, “aportan casi un cuarto del incremento en ingresos (9%) registrado en 2003 por compañías incluidas en la cartera Standard & Poor’s 500”. Para otros especialistas, los efectos han sido más amplios.

Por ejemplo, Ingersoll-Rand Corporation (equipos) contabilizó el año pasado un alza de 11% en utilidades, pero más de 33% de ese margen deriva de diferenciales cambiarios. En cuanto a Caterpillar (maquinaria agrícola), la proporción sube a la mitad (4 sobre 8%). En otras palabras, el volumen contó igual que el factor cambiario.

El caso Danaher Corporation es más extremo y genera suspicacias. Este fabricante de herramientas y componentes declara 15,5% de alza en ventas durante 2003. Pero la mayor parte (10%) resulta de adquisiciones, 4% de diferencias entre divisas y apenas 1,5% de ventas reales.

Las empresas citadas son muy útiles por encarnar, precisamente, tipos de productos que –se supone- debieran mostrar explosivas ganancias en la fase inicial de una reactivación económica. Es decir, la que Washington, Wall Street y sus voceros vienen “detectando” desde noviembre de 2001… sin que haya tenido efectos relevantes en la demanda de empleo.

Tras el dólar, las amplias rebajas tributarias a los dividendos empresarios también han inflado utilidades contables. Las firmas que venden en el exterior, por ejemplo, pagan impuestos en el país donde se hace cada transacción. Pero, como son generalmente inferiores a los norteamericanos, la carga tributaria total de una empresa baja mientras suben las exportaciones (resultado, claro, del dólar barato).

Si bien faltan cifras completas del año pasado, ya en 2002 –cuando ya estaba en vigor el paquete de rebajas 2001-10-, se notaban ciertos efectos. Dörflinger calcula que, sin ese “regalo” en desmedro de los ingresos fiscales genuinos, las ganancias de Boeing habrían sido 8,6% inferiores y 6,1% las de Disney Corporation.

Por supuesto, accionistas, inversores y asesores de carteras han de escarbar un poco, si quieren averiguar el crecimiento orgánico real de las compañías. A éstas no les gusta difundir aumentos modestos.

Con la expansión real en niveles tan magros, no sorprende que siga despidiéndose personal, no se tome gente o se recorten horas extras. Cabe preguntarse, por fin, si tantos balances positivos resultan de una reactivación en serio o de maquillajes, no sólo contables ni forzosamente ilegales.

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