Acusan a GlaxoSmithKline de fraude y ocultamiento de datos

Malos días para la poderosa farmoquímica británica. Tras un escándalos que involucra decenas de clínicas y miles de médicos en Italia, la fiscalía neoyorquina la acusa de ocultar información sobre un popular antidepresivo.

7 junio, 2004

Eliot Spitzer, fiscal general del estado de Nueva York, afirma tener pruebas de fraude contra GSK. Al parecer, la empresa oculta datos negativos –o sea, cointraindicaciones- sobre Paxil (parotexina es la droga básica), uno de los antidepresivos más caros y de mayor venta en el mundo.

En una demanda civil radicada ante el tribunal de Manhattan –no la “corte suprema, como maltraducen agencias y medios-, el fiscal responsabiliza a la farmoquímica de “fraude persistente, por no informar a profesional y usuarios que el compuesto (según estudios internos del fabricante) no funciona en adolescentes según se suponía. Inclusive. Puede generar conductas suicidas”.

El objeto de la acción judicial es asegurar que se provea información completa a los médicos, en particular especialistas, que recetan este productos y similares de otros laboratorios. Por supuesto, el “sinceramiento de contraindicaciones” es un problema para una industria que mueve US$ 400.000 millones anuales alrededor del planeta.

“Nuestros ensayos con Paxil –prosigue Spitzer- señalan claramente que GSK informaba selectivamente y no ofrecía datos completos”. Esta declaraciones hicieron caer hasta 3,3% las acciones de la firma en Wall Street (viernes 4). También hacen tambalear la conducción del grupo. “Existe en este negocio –continúa el fiscal- la tendencia a difundir sólo estudios y análisis comercialmente positivos”.

Indirectamente, Spitzer apunta a la Food & Drug Administration (federal), responsable directa de evaluar, autorizar y monitorear medicamentos en todo Estados Unidos. “A menudo, patentes redactadas a propósito crean incompatibilidades entre derechos de propiedad empresaria y derechos del público a saber qué están recetándole”, sostiene un asesor de los tribunales neoyorquinos.

La cuestión Paxil no es nueva. En 2003, la propia F&DA exigió a los productores de ese antidepresivo y los demás a consignar contradicaciones perjudiciales a niños y adolescentes. Poco antes, Gran Bretaña había vedado el uso de antidepresivos en menores; salvo Prozac (Eli Lilly), pues no contiene parotexina. Entretanto, entidades de bien público británicas, italianas y norteamericanos salen a impugnar el marketing basado en “visitadores médicos” e incentivos a profesionales y clínicas.

Eliot Spitzer, fiscal general del estado de Nueva York, afirma tener pruebas de fraude contra GSK. Al parecer, la empresa oculta datos negativos –o sea, cointraindicaciones- sobre Paxil (parotexina es la droga básica), uno de los antidepresivos más caros y de mayor venta en el mundo.

En una demanda civil radicada ante el tribunal de Manhattan –no la “corte suprema, como maltraducen agencias y medios-, el fiscal responsabiliza a la farmoquímica de “fraude persistente, por no informar a profesional y usuarios que el compuesto (según estudios internos del fabricante) no funciona en adolescentes según se suponía. Inclusive. Puede generar conductas suicidas”.

El objeto de la acción judicial es asegurar que se provea información completa a los médicos, en particular especialistas, que recetan este productos y similares de otros laboratorios. Por supuesto, el “sinceramiento de contraindicaciones” es un problema para una industria que mueve US$ 400.000 millones anuales alrededor del planeta.

“Nuestros ensayos con Paxil –prosigue Spitzer- señalan claramente que GSK informaba selectivamente y no ofrecía datos completos”. Esta declaraciones hicieron caer hasta 3,3% las acciones de la firma en Wall Street (viernes 4). También hacen tambalear la conducción del grupo. “Existe en este negocio –continúa el fiscal- la tendencia a difundir sólo estudios y análisis comercialmente positivos”.

Indirectamente, Spitzer apunta a la Food & Drug Administration (federal), responsable directa de evaluar, autorizar y monitorear medicamentos en todo Estados Unidos. “A menudo, patentes redactadas a propósito crean incompatibilidades entre derechos de propiedad empresaria y derechos del público a saber qué están recetándole”, sostiene un asesor de los tribunales neoyorquinos.

La cuestión Paxil no es nueva. En 2003, la propia F&DA exigió a los productores de ese antidepresivo y los demás a consignar contradicaciones perjudiciales a niños y adolescentes. Poco antes, Gran Bretaña había vedado el uso de antidepresivos en menores; salvo Prozac (Eli Lilly), pues no contiene parotexina. Entretanto, entidades de bien público británicas, italianas y norteamericanos salen a impugnar el marketing basado en “visitadores médicos” e incentivos a profesionales y clínicas.

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