Alitalia, entre escasez de fondos y problemas gremiales

Los nubarrones (paros inclusive) tornan a cernirse sobre la línea de bandera. Así lo teme Giancarlo Cimoli, director ejecutivo puesto en 2004 por Giulio Tremonti. Entonces –como hoy- ministro de Economía.

28 septiembre, 2005

Cimoli cuenta con plenos poderes pero, aun así, no puede responder a las exigencias de la Comisión Europea: Alitalia debe privatizarse, unirse a la sociedad AirFrance-KLM o arriesgar la bancarrota. Entretanto, sería conveniente que redujese vuelos (a los más rentables) y estructura, tanto local como internacional.

En esta fase, la empresa se halla pendiente de una recapitalización, cuyo plazo no puede superar el año a partir de agosto último. Pero la firma está lejos de haber superado la emergencia: el alza de combustibles agrega ya € 400 millones a los costos operativos. De ahí las presiones de Bruselas para achicar la red. Por otra parte, sus socios en SkyTeam no moverán un dedo, pues se trata sólo de una alianza de marketing.

Amén de nuevos conflictos sindicales, la compañía es objeto de protestas por parte de Assaeroporti (operadora de terminales), que ha elevado una dura nota a Giovanni Maniscalco, presidente de Alitalia. El mensaje es simple: si el eventual arreglo entre el gobierno y la aerolínea implica rebajar tarifas aeroportuarias, será impugnado ante la CE.

Mientras tanto, a falta de certezas sobre el plan de rescate financiero, Banca Intesa –junto con Deutsche Bank, debiera participar de esa iniciativa- se mantiene a la expectativa y no interviene. Esta combinación de circunstancias renueva versiones sobre intervención lisa y llana; o sea, desplazamiento de Cimoli, Maniscalco y el elenco de management (en Italia y en el exterior).

Cimoli cuenta con plenos poderes pero, aun así, no puede responder a las exigencias de la Comisión Europea: Alitalia debe privatizarse, unirse a la sociedad AirFrance-KLM o arriesgar la bancarrota. Entretanto, sería conveniente que redujese vuelos (a los más rentables) y estructura, tanto local como internacional.

En esta fase, la empresa se halla pendiente de una recapitalización, cuyo plazo no puede superar el año a partir de agosto último. Pero la firma está lejos de haber superado la emergencia: el alza de combustibles agrega ya € 400 millones a los costos operativos. De ahí las presiones de Bruselas para achicar la red. Por otra parte, sus socios en SkyTeam no moverán un dedo, pues se trata sólo de una alianza de marketing.

Amén de nuevos conflictos sindicales, la compañía es objeto de protestas por parte de Assaeroporti (operadora de terminales), que ha elevado una dura nota a Giovanni Maniscalco, presidente de Alitalia. El mensaje es simple: si el eventual arreglo entre el gobierno y la aerolínea implica rebajar tarifas aeroportuarias, será impugnado ante la CE.

Mientras tanto, a falta de certezas sobre el plan de rescate financiero, Banca Intesa –junto con Deutsche Bank, debiera participar de esa iniciativa- se mantiene a la expectativa y no interviene. Esta combinación de circunstancias renueva versiones sobre intervención lisa y llana; o sea, desplazamiento de Cimoli, Maniscalco y el elenco de management (en Italia y en el exterior).

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