Usuarios de tarjetas compran menos a causa de los combustibles

Una franja de ese mercado, los que deben más de US$ 25.000 por tarjeta de crédito, ya se repliegan. O sea, pagan en efectivo porque es en realidad más barato, detalle que la publicidad oculta.

14 septiembre, 2006

Ese grupo ha descubierto que sus ingresos (salarios, pensiones) eran devorados por intereses, comisiones y otros cargos no siempre bien explícitos. Inclusive el público femenino, tan proclive a usar dinero plástico, va retirándose del mercado.

En tanto los costos de combustibles y energía sigan altos (el reflujo actual no parece definitivo, como se vio el miércoles) y se desinfle la burbuja inmobiliaria, la clase media urbana empieza a preocuparse. En enero-junio, los pagos vía tarjetas de crédito promediaban US$ 175 mensuales, mientras los saldos acumulados subían 33% y alcanzaban 1.600.

Era el máximo en no menos de siete años. Así señala el America´s Research Group, especializado en la materia. Había dos motivos: el alza de combustibles y el de alimentos. Justamemnte, los rubros que la Reserva Federal excluye de su “índice minorista desnudo”, una ficción en la cual el público no cree (y los economistas serios tampoco).

Esta tendencia puede perjudicar el comercio al detalle durante la próxima temporada de fiestas, que empieza en noviembre. En tal caso, las ventas quizá se estanquen o hasta cedan, teme Voyageur Asset Management (Chicago), una cartera de US$ 9.000 millones. “El consumidor ha estado demasiado tiempo gastando por encima de sus medios y, ahora, los minoristas remarán contra la corriente”, opina la Credit Union National Association.

Por un lado, el precio al público de nafta común ha ido bajando 14% desde el récord registrado en agosto (79 centavos el litro) a 68 centavos -11 de septiembre-, pero continúa 42% sobre el promedio de 2004. Se trata de cifras oficiales. Aparte, cabe señalar que, aun con los mínimos de la semana (US$ 63,50 para crudos tejanos), el piso del año continúa en 57,85 el barril.

America´s Research sondeó mil adultos en marzo, mayo y julio. En ese lapso, la proporción de compradores dispuestos a resistir las presiones de sus deudas vía tarjetas pasó de 22 a 43%. “En determinado punto –comenta la entidad-, la gente tira la toalla y, a corto plazo, los minoristas sentirán el efecto”. Si, en realidad, las próximas fiestas los comercios venden menos, eso habrá ocurrido por primera vez en veinte años.

Por de pronto, algunas cadenas al detalle ya sienten el apriete. Home Depot, Lowe’s Companies, Costco Wholesake y Williams-Sonoma redujeron en agosto sus proyecciones de ganancias, previendo una retracción en la clientela. Wal-Mart Stores, el mayor minorista del mundo (aunque su mercado dominante sea sólo Estados Unidos) anticipó que las ganancias del tercer trimestre no responderán a las estimaciones de Wall Street.

Para el comercio al detalle, el cuarto trimestre corre de noviembre a enero, al margen de cada ejercicio contable. Este período es el de mayor venta y, para muchos, el único que deja utilidades. Por ejemplo, Wal-Mart obtuvo un tercio de ganancias anuales durante noviembre 2005-enero 2006. En igual lapso y todo EE.UU., las ventas sumaron US$ 438.600 millones, casi ocho veces las de los otros períodos pico.

Según la RFl, en julio el crecimiento del crédito (tarjetas, personal, autos) disminuyó de 7,3% anual en junio a apenas 2,8%. Fue menor inclusive al de todo 2005 (4%). Por otro lado, “las ventas al detalle son infladas artificialmente por la deuda vía tarjetas. No hemos visto –explica Voyageur Asset- el fin del consumo porque existen innumerables líneas de crédito. Desde hace mucho, los norteamericanos –como su gobierno- se endeudan para gastar; pero esto tiene un límite”. Hay, empero, optimistas incurables: el departamento federal de Trabajo (al menos, mientras esté George W.Bush en la Casa Blanca) y varios gurúes bursátiles.

Ese grupo ha descubierto que sus ingresos (salarios, pensiones) eran devorados por intereses, comisiones y otros cargos no siempre bien explícitos. Inclusive el público femenino, tan proclive a usar dinero plástico, va retirándose del mercado.

En tanto los costos de combustibles y energía sigan altos (el reflujo actual no parece definitivo, como se vio el miércoles) y se desinfle la burbuja inmobiliaria, la clase media urbana empieza a preocuparse. En enero-junio, los pagos vía tarjetas de crédito promediaban US$ 175 mensuales, mientras los saldos acumulados subían 33% y alcanzaban 1.600.

Era el máximo en no menos de siete años. Así señala el America´s Research Group, especializado en la materia. Había dos motivos: el alza de combustibles y el de alimentos. Justamemnte, los rubros que la Reserva Federal excluye de su “índice minorista desnudo”, una ficción en la cual el público no cree (y los economistas serios tampoco).

Esta tendencia puede perjudicar el comercio al detalle durante la próxima temporada de fiestas, que empieza en noviembre. En tal caso, las ventas quizá se estanquen o hasta cedan, teme Voyageur Asset Management (Chicago), una cartera de US$ 9.000 millones. “El consumidor ha estado demasiado tiempo gastando por encima de sus medios y, ahora, los minoristas remarán contra la corriente”, opina la Credit Union National Association.

Por un lado, el precio al público de nafta común ha ido bajando 14% desde el récord registrado en agosto (79 centavos el litro) a 68 centavos -11 de septiembre-, pero continúa 42% sobre el promedio de 2004. Se trata de cifras oficiales. Aparte, cabe señalar que, aun con los mínimos de la semana (US$ 63,50 para crudos tejanos), el piso del año continúa en 57,85 el barril.

America´s Research sondeó mil adultos en marzo, mayo y julio. En ese lapso, la proporción de compradores dispuestos a resistir las presiones de sus deudas vía tarjetas pasó de 22 a 43%. “En determinado punto –comenta la entidad-, la gente tira la toalla y, a corto plazo, los minoristas sentirán el efecto”. Si, en realidad, las próximas fiestas los comercios venden menos, eso habrá ocurrido por primera vez en veinte años.

Por de pronto, algunas cadenas al detalle ya sienten el apriete. Home Depot, Lowe’s Companies, Costco Wholesake y Williams-Sonoma redujeron en agosto sus proyecciones de ganancias, previendo una retracción en la clientela. Wal-Mart Stores, el mayor minorista del mundo (aunque su mercado dominante sea sólo Estados Unidos) anticipó que las ganancias del tercer trimestre no responderán a las estimaciones de Wall Street.

Para el comercio al detalle, el cuarto trimestre corre de noviembre a enero, al margen de cada ejercicio contable. Este período es el de mayor venta y, para muchos, el único que deja utilidades. Por ejemplo, Wal-Mart obtuvo un tercio de ganancias anuales durante noviembre 2005-enero 2006. En igual lapso y todo EE.UU., las ventas sumaron US$ 438.600 millones, casi ocho veces las de los otros períodos pico.

Según la RFl, en julio el crecimiento del crédito (tarjetas, personal, autos) disminuyó de 7,3% anual en junio a apenas 2,8%. Fue menor inclusive al de todo 2005 (4%). Por otro lado, “las ventas al detalle son infladas artificialmente por la deuda vía tarjetas. No hemos visto –explica Voyageur Asset- el fin del consumo porque existen innumerables líneas de crédito. Desde hace mucho, los norteamericanos –como su gobierno- se endeudan para gastar; pero esto tiene un límite”. Hay, empero, optimistas incurables: el departamento federal de Trabajo (al menos, mientras esté George W.Bush en la Casa Blanca) y varios gurúes bursátiles.

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