Más de 100 firmas en maniobras con opciones. Apple y Steve Jobs, afectados

Más de veinte ejecutivos de Silicon Valley han caído ya, víctimas de investigaciones oficiales. A meses de iniciado, el caso de las “remuneraciones retroactivas” llega a la luz pública. Pero hoy salpica al fundador y CEO de Apple.

13 octubre, 2006

La defenestración de cinco altos managers, conocida esta semana, simplemente ha llevado a la prensa un escándalo que venía desenvolviéndose “sotto voce”. Los últimos episodios involucran dimisiones y despidos, aun en escala de directorio. Mientras, el departamento federal de Justicia y la Securities & exchange commission (comisión de valores) continúan indagando. “Iniciada en 2001 por Enron, ésta ya es la década más vergonzosa del sector privado norteamericano”, sostenía por TV el economista Paul Krugman, cuyas críticas al sistema lo dejaron otra vez fuera del Nobel.

La clave es el “backdating” o registro retroactivo de opciones accionarias –“una forma perversa de remuneración” ha dicho el financista Warren Buffett- , para simular que han sido entregadas en fechas anteriores a las reales. Por lo común, cuando los títulos cotizaban en Wall Street por debajo de su nivel al momento de esas otorgarlas.

Estas maniobras materializan la ilusión de cualquier inversor: comprar barato y vender caro. Además, en los casos bajo escrutinio los ejecutivos ya sabían que el precio se había elevado, por lo cual sus ganancias estaban garantidas. El primer registro retroactivo fue detectado por el “Wall Street journal” en la web, hace once meses, pero entonces no pasó nada.

Mucho después, la estantería empezó a venirse abajo. Las últimas dimisiones corresponden a Shelby Bonnie (fundador de CNET Networks) y George Samenuk, presidente de McAfee, conocido proveedor de seguridad informática que también opera en Argentina. En este punto, las investigaciones alcanzan más de un centenar de firmas, mientras docenas encaran sumarios internos propios.

Entre más de veinte jerárquicos despedidos, suspendidos o renunciantes figuran nombres como Apple Computer, Monster Worldwide (operador de Inbternet) o Comverse Technology. En el tercer caso, su CEO está refugiado en Namibia, pero afronta un proceso de extradición abierto por el FBI e Interpol. Pero observadores de Silicon Valley temen que la lista siga aumentando.

Hasta el jueves, abarcaba a Gregorio Reyes (Brocade, enero 2005), Frederick Anderson (director en Apple, octubre 2005), Amin Khoury, Roger Emerick (Brooks Automation, mayo 2006), Kobi Alexander, David Krinberg, William Sorin (Converse, mayo), Shelby Boonie, Sharon LeDuy, Heather McGaughey (CNET, octubre 2006), George Samenuk, Kevin Weiss, Kent Roberts (McAfee, mayo-octubre), Amnon Landan, Susan Skaer, Douglas Smith (Mercury Interactive, noviembre), Howard Earhart, John Cobbs (Power Integrations, mayo), Myron Olesnycki, Andrew McKelvey (Monster, septiembre-octubre), Geoffrey Tate (Rambus, agosto), Luigi Tomasetta, Yatin Mody y Eugene Hovanec (Vitesse, mayo).

“Estamos ante una quiebra en toda la línea de la confianza entre ejecutivos, directores, accionistas e inversores”, señalaba Charles Elson, del centro de gestión empresaria Weinberg, universidad de Delaware. “Cinco ex ejecutivos afrontan ya cargos penales y los seguirán muchos más. No descarto que varios sean obligados a restituir sus opciones o los papeles adquiridos al ejercerlas”.

Por el momento, no es fácil definir quiénes más deberán renunciar, serán despedidos, suspendidos o sancionados por otras vías. Todo depende de las pruebas, las compañías y tres instancias oficiales: la SEC, Justicia y el gobierno de California. En Apple, por ejemplo, las cosas hicieron crisis cuando se debatió el papel que el intocable Steve Jobs (fundador y presidente ejecutivo) pudo –o no- haber desempeñado en opciones retroactivas.

Meses atrás, Apple admitiò que Jobs estaba al tanto de algunos casos y hasta había recibido algunas “opciones dudosas”. Después, la compañía declaró que Jobs “no era consciente de los efectos contables de esa práctica”. Algo difícil de creer, tratándose de quien se trata. El prócer de “Business week”, “Forbes” y tantos otros medios pidió disculpas y, por ahora, sigue en el cargo.

Ante ese lavado de cara, Kirk Hanson (centro de ética aplicada, universidad de Santa Clara) es duro. “Si un CEO salpicado por este escándalo queda en el puesto, se envía a la sociedad un mensaje negativo: esas irregularidades se toleran y hasta se aplauden. No se trata de cuestiones jurídicas, sino de credibilidad e integridad”.

La defenestración de cinco altos managers, conocida esta semana, simplemente ha llevado a la prensa un escándalo que venía desenvolviéndose “sotto voce”. Los últimos episodios involucran dimisiones y despidos, aun en escala de directorio. Mientras, el departamento federal de Justicia y la Securities & exchange commission (comisión de valores) continúan indagando. “Iniciada en 2001 por Enron, ésta ya es la década más vergonzosa del sector privado norteamericano”, sostenía por TV el economista Paul Krugman, cuyas críticas al sistema lo dejaron otra vez fuera del Nobel.

La clave es el “backdating” o registro retroactivo de opciones accionarias –“una forma perversa de remuneración” ha dicho el financista Warren Buffett- , para simular que han sido entregadas en fechas anteriores a las reales. Por lo común, cuando los títulos cotizaban en Wall Street por debajo de su nivel al momento de esas otorgarlas.

Estas maniobras materializan la ilusión de cualquier inversor: comprar barato y vender caro. Además, en los casos bajo escrutinio los ejecutivos ya sabían que el precio se había elevado, por lo cual sus ganancias estaban garantidas. El primer registro retroactivo fue detectado por el “Wall Street journal” en la web, hace once meses, pero entonces no pasó nada.

Mucho después, la estantería empezó a venirse abajo. Las últimas dimisiones corresponden a Shelby Bonnie (fundador de CNET Networks) y George Samenuk, presidente de McAfee, conocido proveedor de seguridad informática que también opera en Argentina. En este punto, las investigaciones alcanzan más de un centenar de firmas, mientras docenas encaran sumarios internos propios.

Entre más de veinte jerárquicos despedidos, suspendidos o renunciantes figuran nombres como Apple Computer, Monster Worldwide (operador de Inbternet) o Comverse Technology. En el tercer caso, su CEO está refugiado en Namibia, pero afronta un proceso de extradición abierto por el FBI e Interpol. Pero observadores de Silicon Valley temen que la lista siga aumentando.

Hasta el jueves, abarcaba a Gregorio Reyes (Brocade, enero 2005), Frederick Anderson (director en Apple, octubre 2005), Amin Khoury, Roger Emerick (Brooks Automation, mayo 2006), Kobi Alexander, David Krinberg, William Sorin (Converse, mayo), Shelby Boonie, Sharon LeDuy, Heather McGaughey (CNET, octubre 2006), George Samenuk, Kevin Weiss, Kent Roberts (McAfee, mayo-octubre), Amnon Landan, Susan Skaer, Douglas Smith (Mercury Interactive, noviembre), Howard Earhart, John Cobbs (Power Integrations, mayo), Myron Olesnycki, Andrew McKelvey (Monster, septiembre-octubre), Geoffrey Tate (Rambus, agosto), Luigi Tomasetta, Yatin Mody y Eugene Hovanec (Vitesse, mayo).

“Estamos ante una quiebra en toda la línea de la confianza entre ejecutivos, directores, accionistas e inversores”, señalaba Charles Elson, del centro de gestión empresaria Weinberg, universidad de Delaware. “Cinco ex ejecutivos afrontan ya cargos penales y los seguirán muchos más. No descarto que varios sean obligados a restituir sus opciones o los papeles adquiridos al ejercerlas”.

Por el momento, no es fácil definir quiénes más deberán renunciar, serán despedidos, suspendidos o sancionados por otras vías. Todo depende de las pruebas, las compañías y tres instancias oficiales: la SEC, Justicia y el gobierno de California. En Apple, por ejemplo, las cosas hicieron crisis cuando se debatió el papel que el intocable Steve Jobs (fundador y presidente ejecutivo) pudo –o no- haber desempeñado en opciones retroactivas.

Meses atrás, Apple admitiò que Jobs estaba al tanto de algunos casos y hasta había recibido algunas “opciones dudosas”. Después, la compañía declaró que Jobs “no era consciente de los efectos contables de esa práctica”. Algo difícil de creer, tratándose de quien se trata. El prócer de “Business week”, “Forbes” y tantos otros medios pidió disculpas y, por ahora, sigue en el cargo.

Ante ese lavado de cara, Kirk Hanson (centro de ética aplicada, universidad de Santa Clara) es duro. “Si un CEO salpicado por este escándalo queda en el puesto, se envía a la sociedad un mensaje negativo: esas irregularidades se toleran y hasta se aplauden. No se trata de cuestiones jurídicas, sino de credibilidad e integridad”.

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