El ártico podría ser el próximo mercado emergente

Las regiones más septentrionales del planeta están repletas de recursos. El desafío será acceder a ellos en forma sustentable. 

3 septiembre, 2013

A medida que se retiran los hielos en el Ártico, aumentan las conversaciones sobre llevar industrias a la región para aprovechar sus oportunidades económicas. Los territorios contienen recursos naturales importantes: hidrocarburos convencionales – petróleo y gas natural—metales pesados, minerales de alto valor como diamantes y tierras raras y agua dulce.

Si las aguas de la región se vuelven navegables, podrían surgir rutas de navegación trans-árticas entre el Atlántico Norte y el Estrecho de Bering. Aunque esas rutas estuvieran disponibles sólo en los meses más cálidos, podrían significar importantes ahorros de logística frente a rutas como los canales de Suez y Panamá. Con beneficios de costos para las industrias y los consumidores, beneficios ambientales globales por la reducción del consumo de combustible y las emisiones asociadas de gases de invernadero.

Sin embargo, dicen Per-Ola Karlsson y Laurence C. Smith en una investigación publicada por Strategy and Business, muchos de los que desean desarrollar la región se olvidan de un detalle importante: es un mercado emergente. Uno de los verdaderamente últimos territorios salvajes del mundo, el Ártico es un lugar lleno de desafíos. Pero no está vacío. Aloja unos 4 millones de personas de las más variadas culturas y una economía valuada en unos US$ 230.000 millones. La habitan más de 40 grupos étnicos, como los Sámi del norte de Escandinavia, los Evenki de Rusia y los Inuit de Canadá. En Canadá, Groenlandia y Estados Unidos, en particular, el control local de comunidades aborígenes y empresas comerciales regionales puede ser importante. La mayor parte de la región Ártica está gobernada por estructuras nacionales existentes y macos internacionales similares a los de otras áreas del mundo.

No es una versión nórdica del Lejano Oeste, esperando ser conquistada por grandes empresas o gobiernos desesperados por conseguir recursos. Para sumar más problemas, las partes interesadas no tienen todavía la tecnología o el know-how para acceder a los recursos del Ártico de un modo sostenible. La creciente comercialización de una región prístina provoca los peores temores. Por ejemplo, el impacto en el ambiente local de un derrame petrolero o el viraje hacia el norte de las grandes flotas pesqueras del mundo. Por eso el desarrollo del Ártico está plagado de dificultades.

El deseo de obtener recursos naturales deberá ser templado por el respeto a las poblaciones y costumbres locales y por el suelo mismo. Los gobiernos y empresas deberían comenzar por prestar atención al menos a cinco desafíos clave.

1. Protección del ambiente y su gente. Los efectos del cambio climática en el Ártico tienen repercusiones globales: con el derretimiento de los hielos aumenta el nivel del mar y se alteran los patrones climáticos causados por las perturbaciones de las corrientes de agua. Estas consecuencias ponen en riesgo a las poblaciones locales, cuya vida y bienestar dependen directamente de la tierra pero su control para la preservación es desparejo. Por lo tanto, el futuro desarrollo ambiental, económico y social de la región depende de la política y decisiones comerciales que se toman a nivel nacional e internacional. Como la región es pequeña y ecológicamente frágil las desigualdades aumentan el riesgo. Es preciso acordar políticas y leyes comunes a todos los países árticos además de compromisos para implementar métodos sustentables.

2. Inversión insuficiente en infraestructura. Exceptuando ciertas áreas de Noruega y Rusia Occidental, la región ártica tiene un deficiente sistema de transporte, de puertos y otra infraestructura crítica. Esta deficiencia seguirá limitando el acceso y dificultando el desarrollo. La posibilidad de aumentar el atractivo del Ártico para la inversión en infraestructura está ligada a la necesidad de una gobernanza estable y transparente, y sistemas judiciales y régimen regulatorio claramente definido. Sin reglas claras de cómo operar las multinacionales van a dudar a la hora de entrar a la región. Y si no lo hacen, no hace falta la infraestructura. Finalmente, se necesitan criterios claros para obtener licencias para operar.

3. Navegación de aguas peligrosas. Si continúa el derretimiento del hielo, se incrementará la navegación comercial en uno de los océanos más remotos y peligrosos del mundo. Son aguas traicioneras, con condiciones de hielo que pueden cambiar rápidamente y tragarse barcos no preparados adecuadamente. La perspectiva de utilizar barcos de aguas abiertas que constituyen la gran mayoría de la flota global, aumenta la urgencia de un programa regulatorio de la International Maritime Organization (IMO). Hay que establecer reglas claras para la clasificación de barcos con permiso para entrar a esas aguas en diferentes estaciones y bajo diversas condiciones de hielo.

4. Desacuerdos no resueltos de gobernanza. La amplia mayoría de los territorios u aguas costeras del çArtico están bajo la jurisdicción de los ocho estados árticos: Rusia, Finlandia, Noruega, Islandia, Dinamarca (Groenlandia) Canadá e Estados Unidos. Un poco más aguas adentro, gran parte del océano Ártico central ha sido o será repartido entre Rusia, Noruega, Canadá, Groenlandia y Estados Unidos según las disposiciones del artículo 76 de la Convención de Naciones Unidas sobre la Ley del Mar. Un viejo reclamo superpuesto en el Mar de Barents (entre Rusia y Noruega) se revolvió hace poco. Sin embargo, hay muchas disputas que crean una atmósfera de incertidumbre para los intereses políticos y comerciales. 

5. Falta investigación. Tanto el desarrollo de recursos naturales, como el crecimiento económico sustentable, o la protección del ecosistema y la comprensión del impacto del cambio climático en el Ártico, todo tiene una cosa en común: una urgente necesidad de la ciencia. A pesar de todo este interés, el Ártico sigue siendo uno de los entornos logísticamente más difíciles del mundo para la investigación científica y por eso es uno de los menos estudiados. Ni siquiera hay un mapeo completo del lecho del mar o de las cartas de navegación. . Los paisajes y los océanos de la región son importantes para la migración global de ballenas, pájaros y peces; sin embargo se sabe poco de cómo el desarrollo económico y el cambio climático afectarán a esas poblaciones. Tampoco se3 han estudiado mucho los efectos del deshielo en las emisiones globales de gas metano y la reducción del hielo, la nieve y los glaciares en los niveles del mar, patrones climáticos y pesca. Para tomar decisiones informadas hay una urgente necesidad de observaciones científicas ppor parte de actors públicos y privados.

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