La francesa Alstom, ¿será para GE o para Siemens?
Cuando hace diez años Alstom estaba al borde del colapso, el gobierno francés rechazó una oferta de fusión con la alemana Siemens. Esta nueva oferta es una granada que explota en la nariz de GE.
El gobierno francés pospuso una reunión con General Electric para discutir la oferta de los norteamericanos para comprar el negocio energético de Alstom. Dio como explicación que necesita tiempo para poder analizar con tranquilidad otra oferta de Siemens.
El domingo Siemens “entregó una carta al directorio de Alstom en la que manifiesta su disposición a discutir futuras oportunidades estratégicas”.
Según el Financial Times, el grupo industrial alemán propone un intercambio de activos en el cual adquiriría los negocios energéticos de Alstom a cambio de sus unidades de locomotoras y trenes de alta velocidad y una “importante” cantidad de efectivo para los accionistas de Alstom.
Arnaud Montebourg, ministro francés de industria, planeaba encontrarse con Jeffrey Immelt, CEO de GE el domingo en París para discutir una propuesta no confirmada por US$ 13.000 millones.
Al comunicar la postergación del encuentro, el ministro socialista, famoso defensor de los activos estratégicos de su país, dijo que “dados los intereses estratégicos para la industria y la economía de Francia, el gobierno no aceptará ninguna decisión precipitada hecho sin tomar en consideración opciones alternativas en el interés nacional”. No es un secreto que al gobierno francés le preocupa la perspectiva de que una compañía emblemática del país sea absorbida por una estadounidense. Refiriéndose a la propuesta alemana, el ministro dijo que “crearía dos campeones europeos y mundiales en los sectores de energía y transporte”.
Una persona allegada a las negociaciones dijo que Siemenes no presentó una contraoferta sino que dijo que está dispuesta a conversar sobre “oportunidades estratégicas futuras”.
GE estaría ofreciendo aproximadamente US$ 13.000 millones por el negocio energético de Alstom. La propuesta de Siemems podría ser preferible para el gobierno francés porque convertiría a Alstom en un competidor mucho más fuerte en sector de transporte público. Además, está la percepción de que una compañía europea sería culturalmente más armoniosa y menos proclive a recortar puestos de trabajo en Francia.
